Reflexiones a la Elegía a Fidel Castro: Si tú pudieras mirar dentro de las semillas del Tiempo (Macbeth).

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Pocos escritos me han producido más alegría que mis dos posts de elegía a Fidel Castro. ¿Por qué? Pues porque he sentido la emoción de las víctimas que se han puesto en contacto conmigo para agradecerme mis reflexiones. Os aseguro que he sentido, de verdad, esa emoción agradecida.
Sea dicho de paso, la Elegía a Fidel Castro (I parte) ha sido el segundo post más leído de toda la historia del blog desde el año 2006: de momento, a esta hora, 50.341 visitas.
He leído las declaraciones de los obispos acerca de su óbito. Me parecen perfectas. No pienso que ellos sean menos valientes, sino que ellos deben ser más prudentes. Mi post quería ser el desahogo de tantos cubanos que sólo pueden aspirar a una justicia supraterrena.
En realidad, no es que los obispos sean más prudentes. Ellos se adecuan a la situación de una iglesia rehén. Y yo me adecuo a consolar a las víctimas.
Por otra parte, mis palabras estaban medidas milimétricamente, cada palabra había sido pesada. Aunque si de nunciatura o un obispo cubano me hubieran pedido que las sacara de mi blog para evitar problemas con el régimen, lo hubiera hecho al momento. Ya lo he dicho antes, se trata de una iglesia rehén.
No hace falta decir que desconozco cuál ha sido el destino ultraterreno concreto de Fidel Castro. Ni lo sé ni lo supongo. Tampoco me alegraría su condenación, para nada. Pero sí que quiero hacer notar que los manuales católicos de moral recuerdan que sobre los primeros principios morales no cabe la ignorancia inculpable más que, en todo caso, como máximo, durante un muy breve tiempo. Después resulta imposible cometer esos actos con ignorancia inculpable.
Fidel Castro cometió de forma pública, reiterada e impenitente innumerables actos que por su misma naturaleza resultan incompatibles con la salvación eterna de su espíritu: fueron actos que conllevan la muerte espiritual del alma.
Ante esos actos, la única solución para revertir tal situación de muerte espiritual radicaría sólo en una intervención directa de Dios. Si se arrepintió o no es algo que sólo saben ahora los moradores del cielo y del infierno.
Según una errada interpretación de Amoris Laetitia, Castro podría decidir privadamente con su capellán si conculcar los más básicos derechos de los hijos de Dios sería lícito, siempre que se realice bajo la condición de hacerlo bajo una convicción muy fuerte. La respuesta de San Juan Bautista, de San Agustín, de Santo Tomás de Aquino, de Santo Tomás Moro y de Juan Pablo II sería tajante: hay actos que son irreconciliables con la salvación eterna del alma. Es decir, el sujeto debe elegir si prefiere realizar ese acto (uno solo basta) o salvar su alma.
Una vez hecha la elección el paso de los años, la vejez u otros actos buenos no anulan el hecho de la muerte del alma. En verdad, en verdad lo digo, que Dios se haya apiadado de su desdichada alma.
La situación de los 11 millones de hijos de Dios que viven en Cuba es triste y cruel. Y esos 11 millones de historias se concentran todas en la responsabilidad de una sola alma que hace tres días fue juzgado por Dios.
Algunos han dicho que le espera el juicio misericordioso de Dios. La afirmación es correcta, pero me permito matizar esa afirmación, y lo hago con toda seguridad: a Fidel Castro le esperaba únicamente el juicio de Dios. Hay un tiempo para la misericordia y hay un tiempo para el juicio. O se logra misericordia antes del juicio o ya no se logra después. Hay un momento en que, en verdad, los demonios dicen con tono severo: ya es tarde. Hay un momento en que los ángeles callan y dan la espalda. Hay un momento en que el Dios Amor da la espalda.
Yo mismo cité el versículo de Santiago 2, 13: Porque el juicio será sin misericordia para el que no ha mostrado misericordia.
Es decir, la Palabra de Dios nos asegura con su autoridad que hay juicios sin misericordia. Lo repito: Dios nos ha asegurado que a algunos los juzgará sin misericordia. Dicho lo cual, en esa tierra de siervos que es Cuba, pueden realizar todos los homenajes que deseen. He escuchado esta noche en las noticias que explicaban el recorrido que iban a hacer sus cenizas por la isla. El único recorrido que me interesa es el que ha hecho su alma hace tres días.
Hay un recorrido larguísimo que puede durar siglos antes de que con toda humildad, dolor y lágrimas se presente para postrarse ante el Trono que hay en medio de los salvos. Hay otro recorrido brevísimo, directo y que es la caída horrorizada al Abismo.
¿Cómo acabar este post? ¿Qué palabras pueden poner punto final a una situación personal que quizá no tenga fin? Voy a acabar con dos versículos. Dos versículos que no afirmo (ni niego) que se apliquen a Fidel Castro. Pero sea cual sea la sentencia dada sobre Fidel, la Palabra de Dios siempre es la verdad:

Porque, en verdad, es justo para Dios pagar con aflicción a aquellos que os afligen. (…) Estos sufrirán el castigo de la eterna destrucción, separados de la presencia del Señor y la gloria de su poder (2 Tesalonicenses 1, 6 y 9).
Comentarios
2 comentarios en “Reflexiones a la Elegía a Fidel Castro: Si tú pudieras mirar dentro de las semillas del Tiempo (Macbeth).
  1. Diciendo que su post «quería ser el desahogo de tantos cubanos que sólo pueden aspirar a una justicia supraterrena», muestra que su irónica “elegía”, además de presuntuosa, busca el aplauso de muchos que no deben ser cristianos; porque si lo fueran no albergarían sentimientos de venganza. Aquí solo se lanzan graves acusaciones contra Fidel, con pruebas o sin ellas, pero nadie recuerda cual era la situación en el régimen de Batista, ni el embargo despiadado al que ha sido sometida Cuba durante tantos años, ni los esfuerzos por proporcionar educación y asistencia médica a la población, entre otras cosas. Le vuelvo a decir que yo tampoco sé nada del juicio divino acerca de esa alma en concreto; por eso no me atrevo a hacer juicios de valor sobre las motivaciones de sus actos que, en su caso, con todos sus errores, bien pudieran haber sido deseos de justicia social, de acabar con la explotación y la miseria. No se trata de creer en el Dios del buenismo, como decía usted, sino en el que tiene a bien pagar a quienes han trabajado solo la última hora lo mismo que a los demás (Mt 20, 1-15).

  2. Estimado Padre, ud. reintroduce -no creo que sea por casualidad, ni por llenar espacio, ni por mejorar la argumentación- el tema de la interpretación de AL, dice claramente que «Según una errada interpretación de Amoris Laetitia», quedaría a decisión del pecador albsolver su pecado o reducir su gravedad, y afirma a continuación la doctrina de la Iglesia «hay actos que son irreconciliables con la salvación eterna del alma. Es decir, el sujeto debe elegir si prefiere realizar ese acto (uno solo basta) o salvar su alma». Como es su estilo acierta y da en el blanco -get de target- al poner a la vista la perspectiva amplia del tema de la interpretación de AL.
    Claramento Ud. destaca que -ojo- con algún criterio podría aplicarse y generalizarse el «lavatorio» para cualquier pecado mortal, sin arrepentimiento, sin remordimiento, sin intención de no reincidir. Es decir el tema de la dubia está plenamente vigente y tiene un alcance impensado. Muchas gracias por hacerlo. Let us pray, we need it. Afectuosamente, gerardo.

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