| 08 enero, 2017
He leído el artículo “Cuando la Iglesia corrigió al Papa” de Infovaticana y me gustaría hacer algunos comentarios a sabiendas que esa web no sólo me permite disentir con ellos, sino que me estimula a ello.
Ayer hice mi rato de oración de la tarde viendo media hora de La Pasión de Mel Gibson. Viendo, meditando y orando los sufrimientos de Nuestro Señor aparece, como parte de ellos, la negación de Pedro. Parece difícil ver como defensor último de la Verdad a un Pedro que llorando se presenta ante María, y que llorando está al borde de la desesperación por su traición.
Pedro NEGÓ a Cristo. El defensor último sobre la tierra de la pureza de la ortodoxia le negó. Ahora bien, le negó a nivel personal. No por defender a Pedro a toda costa digo esto, sino por amor a la verdad, hay que reconocer que la negación fue personal. Uno es ese individuo al borde de la desesperación y otro es el maestro de la fe que colocaba en mitad de la asamblea para exponer y profundizar en la fe. Esto no es defender al pobre Pedro a toda costa, sino que forma parte de la verdad reconocer estos dos aspectos en la misma persona.
El caso de Honorio I aducido por Infovaticana es un triste caso en la Historia de la Iglesia. Se pueden llenar un centenar de páginas explicando en qué consiste ese triste episodio. Pero todo se resume en unas pocas líneas:
-Tras la muerte de Honorio I, éste fue acusado por algunos de negligente en la defensa de la ortodoxia respecto a un punto de la fe.
-Un concilio le condenó y san León II ratificó la condena. Pero, dado que Honorio I no afirmó nada contrario a la fe, la condena debe entenderse en el sentido de que no defendió la verdad cuando debería haberlo hecho.
Esto es todo. Ahora bien, si Honorio I fue negligente en la defensa de la ortodoxia (si lo fue, porque también de este Papa se puede hacer una apología), el tercer concilio de Constantinopla hubiera hecho un gran servicio a la Iglesia si hubiera sido más preciso en qué era lo que se condenaba de Honorio. Todos los expertos coinciden: su posible negligencia.
Claro que, dado cómo estaban las cosas, tal vez hasta nos podemos alegrar de que las cosas quedaran como quedaron en ese concilio. Es muy fácil juzgar ahora (con la claridad teológica de la que gozamos ahora) a los hombres de esa época. Desde la altura de 22 concilios ecuménicos sí que se juzga con comodidad.
La relación entre el papado y los obispos en la custodia de la Verdad es de armonía. Como en un sistema solar en el que cada astro tiene su órbita propia, pero todos se interrelacionan. Ahora bien, si tras veinte siglos algo ha quedado claro es que el Papa no puede ser juzgado por nadie, ni siquiera por el concilio universal.
Por eso, es errónea la frase del citado artículo la Iglesia puede sentenciar negligencia en el deber del Sumo Pontífice de combatir el error. La Iglesia no puede sentenciar nada contra el sucesor de Pedro. Todo miembro de la Iglesia puede dirigirse al Papa en privado y hacerle notar lo que desee. Pero públicamente, cuando nos dirigimos a él, debemos recordar que es Vicario de Cristo, el dulce Cristo en la tierra, el garante último de la ortodoxia.
Lo que pasa es que Francisco no quiere correciones. El vino para «reformar» la Iglesia, introducir novedades, conforme esperam sus amigos progres. Su lenguage camaleónico es una forma de despistar a los que quieren seguir la doctrina de Cristo y de permitir al club Kasper, que hagan de la Iglesia lo que quieran.
¿PUEDE EL PAPA CORREGIR A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO? En primer lugar, el Papa Francisco no debió convocar a una consulta popular para determinar si correspondía o no dar la comunión a los que vivían en adulterio. El Papa, por muy Papa que sea, no puede corregir a nuestro Señor Jesucristo. En segundo lugar, me parece sin ninguna fuerza la fundamentación de su tesis. Un papa podría, sin lugar a dudas, ser hereje, puesto que es un ser humano creado por Dios libre y responsable, que podría negarse culpablemente a ser guiado por el Espíritu Santo. Por ende debe existir un mecanismo dentro de la Iglesia de Cristo para impedir que, en ese caso, siga al frente de la Iglesia un Papa incapaz de cumplir con la misión que le encomendara nuestro Señor Jesucristo, esto es, confirmar a sus hermanos. Mal podría confirmar en la fe un herético. Por otra parte, está claro que desde el mismo comienzo de la Iglesia quedó establecida la facultad de corrección fraterna al Papa. San Pedro fue corregido por San Pablo. Tenemos otro caso de corrección fraterna a un Papa en Santa Catalina de Siena. En estos dos casos la corrección fue pública, sino yo no me hubiera enterado.
El Cardenal Muller ha afirmado públicamente que «no habrá corrección al Papa» y que «Amoris Laetitia es clara en su doctrina y podemos interpretar toda la doctrina de Jesús sobre el matrimonio. Además, ha afirmado que «estamos muy lejos de una corrección y digo que es un daño para la Iglesia discutir sobre estas cosas públicamente». «Una posible corrección fraterna del Papa, me parece muy lejana, no es posible en este momento, porque no se trata de un peligro para la fe, como Santo Tomás dijo».
http://es.aleteia.org/2017/01/08/muller-no-habra-ninguna-correccion-al-papa/
Padre Fottea. Hay un dato indiscutible: Honorio I fue declarado anatema. Sentencia del concilio: anatema. Causa: traición a la santa iglesia de cristo por no defender la fe católica. Las actas del concilio sus rubeicas por dos papas, así como las cartas de un santo papa león 2 son expresas en este punto.
Panto Crator»El dulce Cristo en la Tierra» lo llamó Santa Catalina de Siena. Bendiciones.
Padre Fortea, con todo respeto pero peca usted de ingenuo. En cuanto a lo que el Papa es el dulce Cristo en la Tierra me puede usted decir si esa aseveración esta en la Biblia o en el Catecismo, ello por lo que a mi humilde opinión el Papa es el amo de llaves, no el Señor mismo.
La elección de Bergoglio ha sido posible porque Juan Pablo II y Benedicto XVI han cometido muchos desaciertos en el nombramiento de obispos y cardenales. Y no se me diga que no había mucho para elegir, porque sí que había.
Lo que estamos padeciendo ahora es el resultado de todos esos desaciertos. Juan Pablo II y Benedicto XVI son corresponsables del cisma actual. No culpabilicemos sólo a Bergoglio, acelerador del cisma.
En el caso del Papa actual, creo que hasta los seglares podemos corregirla…
Al final tendremos que pensar lo que se ha publicado que decía San Josémaría Escrivá de Balaguer de Pablo VI: «Que Dios le lleve pronto con él».
O que renuncie, que hay precedentes.
Al fin y al cabo, la demencia senil es eso, senil, y puede afectarnos a todos, por desgracia, seamos Papa o seglar.
La primera corrección a un Papa, y de forma pública, se la hizo san Pablo a San Pedro, como recoge Gálatas 2-11 :En efecto, antes que llegaran algunos enviados de Santiago, él comía con los paganos, pero cuando estos llegaron, se alejó de ellos y permanecía apartado, por temor a los partidarios de la circuncisión. 13- Los demás judíos lo imitaron, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por su simulación. 14-Cuando yo vi que no procedían rectamente, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas delante de todos: «Si tú, que eres judío, vives como los paganos y no como los judíos, ¿por qué obligas a los paganos a que vivan como los judíos?».
Estimado Padre, el único «incorregible» es Cristo, por ser perfecto. No quebrará la caña quebrada, ni apagará la vela apenas encendida. Justamente por eso la división de -digamos- criterios se está moviendo hacia la confrontación o no con el «incorregible». Lo lamentable es que se haya llegado a esta situación en la que se hace muy complicado distinguir la certeza del capricho. Hay trampas en el aire. No alcanza hoy -solamente Dios sabe por qué- una corrección a una persona humana, no alcanza la norma del Canon 333 para resolver el lío que se armó. Lo que se advierte es una tremenda ignorancia teológica, se habla demasiado, los «ordenados» están cada vez más «desordenados», se dice cualquier cosa y se proponen cosas de imposible realización concreta ya que llevarlas a cabo termina en una pared insaltable. Una pregunta: si previo a un camino de no sabemos qué, un casado sacramentalmente -matrimonio válido- , separado y con nueva relación, pareja, cómo se quiera, puede previa confesión recibir la eucaristía sin abandonar esa relación en toda su extensión -vivir como marido y mujer- es decir, si se le permite el sacramento más importante de todos, recibir el Cuerpo y Sangre de Cristo, por qué no se le permite recibir nuevamente el sacramento del matrimonio. Es evidente que al que puede lo más debe poder lo menos. Preguntó por qué ?.
La Iglesia de todos los tiempos y espacios, la Iglesia Universal, no sólo puede. Debe. Es un deber por el que Dios pedirá cuenta, incluso al reticente Fortea, que no me parece ningún buen fichaje para Infovaticana y que debería marcharse con los suyos, los bergoglianos de la falsa misericordia, desgajada de la Verdad y la Justicia.
Lo que está claro es que si Danneels afirma en su biografía haber creado un grupo para desbancar a Benedicto y subir a Bergoglio, cosa que está penada por un doc de JP II que prohíbe crear pactos o acuerdos para promocionar a un papable al cónclave, y bajo pena de excomunión, entonces Begorgoglio no sería un papa válidamente elegido
https://www.lifesitenews.com/news/cardinal-danneels-admits-being-part-of-clerical-mafia-that-plotted-francis
¿PUEDE EL PAPA CORREGIR A JESUCRISTO?
Lo que está en cuestión en tantos sitios últimamente es si el Papa puede incurrir en herejía, y si la Iglesia puede condenarle por ello. La respuesta de los expertos parece ser que sí puede, y en tal caso, sería depuesto automáticamente, es decir, dejaría de ser Papa.
Y todo esto está tan en boga precisamente porque hay gente que cree que Francisco, además de ser un Papa calamitoso, que es algo que muchos pensábamos hace tiempo, habría dado un paso más, y habría plasmado parte de ese pensamiento radicalmente equivocado suyo en un documento magisterial.
De modo que o todo cambia, o en poco tiempo, Francisco va a ser acusado de hereje por varios cardenales, y o recula, o será depuesto, no por decisión cardenalicia, sino por incurrir en herejía.
Otro Papa, que sería el legítimo, sería nombrado y la Iglesia se partiría en dos: la mayoría seguiría a los francisquistas o modernistas, y la minoría seguiríamos creyendo lo mismo que siempre, y nos caerían más palos que a una esterilla.
Y no va a valer de nada ponerse de perfil, esto no es un debate teológico abstracto sobre la primacía de la conciencia sobre la norma moral objetiva. Al final, lo que está en juego es todo la concepción católica del pecado, la confesión, la comunión, y el matrimonio. Llegado el momento, hasta los curas más optimistas tendrían que decidir si aceptan dar la absolución y la absolución a los adúlteros.