| 23 noviembre, 2016
Os confieso que la última cosa de la que hoy quería hablar era del discurso de Chamberlain que hace dos días puse:
Pero no me canso de escucharlo. Tiene un poder casi hipnótico sobre mí. Ese Primer Ministro derrumbado, infinitamente entristecido, qué lejos estaba de pensar que en el siglo XXI un ciudadano de una democracia, en el sur de Europa, le escucharía emocionado. Y que solamente en ese link (hay muchísimos otros) le escucharían 300.000 personas más.
Le escucho y hay dos palabras que me llaman la atención hablando de Hitler: fuerza y voluntad. Y acaba concluyendo: He can only be stopped by force. Una conclusión de 60.000 millones de muertos.
Lo fascinante de ese discurso es que no hay en él ninguna figura retórica, no se encuentra en él ningún recurso oratorio. Su tono no tiene nada de heroico. Cualquier psicólogo puede corroborar que son las palabras de un hombre triste que se siente derrotado. Y, sin embargo, sus palabras siguen resonando con la misma honradez, fuerza y nitidez con que lo hicieron esa lejana noche de septiembre de 1939. La noche en que comenzó la contabilidad de la muerte.
Después he escuchado un discurso de Hitler. Realmente es Saruman dirigiéndose a las fuerzas de Mordor. No necesita maquillaje, ni parafernalia demoniaca. Su rostro es el del Mal. No necesita accesorios. Los aullidos de los que le jalean son gritos de esclavos.
Nunca más la guerra. Nunca más. Aunque todos sepamos que volveremos a cometer los mismos errores.
Habla claro pedazo de imbé… Con sacerdotes como tu y Francisco, los relativistas se ganan. Mas alla de que uno sea cristiano o no, uno quiere saber qué tiene que hacer y ser cristiano no es una obligacion pero si buscar el bien general. Y ustedes solo dicen «… que el amor de cristo en la cruz bla bla bla» «que el santo y misericordioso padre bla bla»
Estimado Padre, si quiere o le gustaría conocer la situación de Europa y El Reino Unido en la preguerra, puede leer el libro de JF Kennedy «Por qué dormía Inglaterra», afectuosamente Gerardo.
Para evitar las guerras nada como ir a misa. Hitler, ateo, Stalin y lenin ateos, los gobernantes franceses,ingleses y norteamericanos, masones y los primeros ateos declarados. Esta es una verdad tan clara como la luz del día y sobre la que hay un silencio atronador. Es más, para el común de la gente, gracias a la propaganda de la izquierda, y al silencio de la Iglesia, las religiones son las causantes de las guerras. ¡ tiene narices la cosa!