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La película Hannibal (2001): opiniones desde la sacristía

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Acabo de volver de Florencia esta tarde. El azar ciego (o una dudosa, o al menos extraña, Providencia divina) quiso que por casualidad (o porque así estaba escrito) comenzara a ver (por tercera vez) la película Hannibal. Vi la película del año 2001, no la de casi idéntico título del 2007, absolutamente prescindible.
Digo que todo esto fue muy casual, porque la película se ambienta en buena parte en Florencia. Y sin yo pretenderlo comencé a verla el día anterior de ir a esa ciudad, y la acabé de ver la tarde en que volví.
Vaya por delante que Hannibal es una película inmoral por sus escenas gore. Considero el gore muchísimo más inmoral que el sexo. Pero es que la parte final de esta película tiene el gore más horripilante que he visto nunca. Aunque lo de “ver” es un modo de hablar, porque aparté la mirada en todas las escenas gore. Y, por supuesto, en la parte final de la película.
Todos los críticos de cine parece que se han puesto de acuerdo de mala fe en darle una pésima calificación a esta obra. Pero yo, desde que la vi en el cine, la consideré una obra magnífica, una grandísima película.
Las escenas de Florencia son mejores que la misma Florencia. El personaje de Hannibal está pintado sobre el lienzo cinematográfico de un modo magistral. Literariamente, la historia se desarrolla y despliega de un modo impecable.
Me impresionaron los interiores de la casa de Lécter, verdaderos bodegones dignos del mejor pintor. Me impresionó la casa del millonario. En el cine se han mostrado muchas casas de millonarios: ésta es mi favorita, por encima del Xanadú de Ciudadano Kane. Me impresionó el personaje del millonario y de su médico, dos retratos humanos que ya de por sí valdrían pagar la entrada al cine. Podría seguir.

Pero después hay pequeños detalles que hacen de la película un espectáculo. El modo en que le dice al médico que acepta el trato por la máscara, las palabras a Clarice sobre Dios, la exposición de lo compleja que puede ser una venganza, el arte de mostrar la perversión de una patología como la del millonario o como la de Lécter (dos fuerzas poderosas la de la enfermedad y la del odio que se combinan), etc. Seguiré mañana.
Comentarios
1 comentarios en “La película Hannibal (2001): opiniones desde la sacristía
  1. Como de costumbre, me suele sorprender mucho con sus escritos, porque es como si usted y yo estemos siempre animando a equipos contrarios en el estadio. Leyendo este escrito, no puedo sino lanzar una pregunta, que creo dibuja bien mi sorpresa: ¿Cabe maravillarse de Satanás, aplaudiéndole? Siguiendo su razonamiento, por supuesto admitiremos que Satanás es el príncipe de la mentira, que es una maldad mucho más inmoral que las que usted menciona en el escrito… pero… no es menos cierto que su inteligencia nos sobrepasa… encuentra nuestros puntos débiles con una rapidez impresionante… ¿cabe pasar por alto su inmoralidad, mirar para otro lado, para maravillarse de su superioridad como ángel, aplaudirle, y dedicarle elogios y piropos? Lo digo porque esto mismo es lo que hacen no pocos «críticos de cine cristianos», cuando alaban películas inmorales, como en un alarde de estar a la altura de la (supuesta) «excelencia intelectual» de los críticos no cristianos.

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