El rico tema del encuentro con los luteranos

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Un comentarista de mi blog escribía ayer: Gracias a usted he encontrado la verdad en la Iglesia Católica. Este comentario son palabras mayores. Pero después este lector me decía cómo podía yo afirmar que Santo Tomás aprobaría tal conmemoración. Te respondo con gusto.
Una de las cosas que nos enseña Santo Tomás es que la Teología se basa (entre otras cosas) en la razón. El Aquinate muchas veces en sus obras lleva la razón al límite de sus posibilidades. Se pregunta muchas cosas que en su época sonaron muy extrañas. Afirmó cosas que nunca antes se habían dicho en las aulas de teología. Pero él estaba seguro: obediente hijo de la Iglesia, y al mismo tiempo confiado en las posibilidades de la razón. Al razonar, fue un hombre enteramente libre. Libre y fiel.
Si él hubiera leído el desarrollo de la teología del Vaticano II respecto al ecumenismo, eso le hubiera abierto nuevas perspectivas que, sin duda, no se le pasaron por la cabeza. Si después le hubiéramos preguntado por el encuentro de Suecia, no tengo la menor duda de cuál hubiera sido su respuesta. La misma que la de ese gran teólogo que fue el padre Royo Marín o Michael Schmaus o tantos otros. Teólogos seguros, tradicionales, pero que siempre distinguieron con claridad la línea que separa lo inaceptable de lo aceptable.
Santo Tomás de Aquino dedicado a elaborar con la razón una nueva teología estuvo un tiempo condenado por la Universidad de París. Era de esperar, dijo cosas nuevas, muy novedosas. Pero él estaba tranquilo: la raya de la heterodoxia y la de la ortodoxia la tenía muy clara. La universidad no tenía potestad para obligarle a la retractación. Sólo los legítimos pastores según el orden eclesial podían hacerlo, y nunca lo hicieron.
También ahora hay desconcierto. Pero el juicio lo hacen los pastores según el legítimo orden que Dios puso en su Iglesia. En mis posts acerca del encuentro con los luteranos me baso en la razón, no en el sentimiento, en mis gustos, fobias o filias. Y según la razón, el Papa nada ha hecho que sea inaceptable. A unos les gustará más, a otros menos. Pero el hecho indudable es ése.
También ha escrito hoy en mi blog una comentarista judía. Me alegra más el comentario de esa judía que el de mil tradicionalistas católicos. La esencia del misterio de la religión judía, el misterio de un Dios que se revela en el Sinaí, no está en las doctrinas humanas de los fariseos. El judaísmo (que es algo divino) es más que la escuela farisaica (que es algo humano).
Lo mismo sucede con las enseñanzas de Jesús. Podemos seguir colando el mosquito para lograr la pureza de la doctrina, lo cual lo veo bien, porque no quiero mosquitos en la pureza de la ortodoxia. Pero, ojo, no sea que estemos, al mismo tiempo que colamos el mosquito, metiendo la pata de la falta de caridad en toda la pila bautismal.
Lo repito, el comentario de esa judía pesa gozosamente más en mi corazón. Porque ella ha ido a la esencia. Mientras que si nos encerramos en nuestras purezas, en esta parábola, nos vamos a encerrar enfurruñados en nuestra habitación el día de la fiesta por el reencuentro en la diversidad y en la unión. 

El padre que abrazó al hijo pródigo ¿no estaba favoreciendo el relativismo? ¿No estaba diciendo, según estos, que daba lo mismo ser un hijo fiel que infiel? ¿No debería haberle pedido antes de abrazarle una petición formal de retractación, una humillación pública?

Defendamos la pureza de la doctrina, busquemos y defendamos la verdad en teología. Pero abrazar al otro no es hacer ninguna traición a Dios. El otro no es un monstruo, es alguien que busca a Dios.
Comentarios
6 comentarios en “El rico tema del encuentro con los luteranos
  1. Fortea le tiene envidia e inconfesada admiración a Lefebvre.

    Lefebvre tenía cojones, era un tío bien definido. A Fortea le falta un buen par.

    Lefebvre tenía lo que Fortea jamás podrá tener: una personalidad auténtica.

    Fortea es como el pan ácimo: blando, apachurrado y sin huevos. No tiene sabor propio: coje el sazón de lo que le ponen encima a conveniencia. t

  2. Hay otra foto donde el papa Francisco le da un abrazo a la obispa luterana lesbiana. Me hubiera gustado que la pusiera y comentara sobre ello.

  3. Padre Fortea: Se empeña Vd. en hacer de adivinador e intérprete de lo que otras personas, e incluso el mismo Jesucristo habría hecho o dicho en estos tiempos. Que si Santo Tomás de Aquino hoy día habría hecho esto, que si Jesucristo hoy día habría hecho lo otro… ¿Qué sabrá Vd.? ¿Acaso es usted Santo Tomás o Jesucristo? De Santo Tomás, lo que sabemos con certeza es lo que dijo, y de Jesucristo lo que sabemos con certeza es LO QUE DIJO, QUE TIENE VALIDEZ PARA SIEMPRE. Deje ya de hipotetizar. Aquí lo único evidente es que 500 años después de que Lutero, el mayor heresiarca de la historia, causara el mayor cisma en la fe y en la propia Iglesia, (contra cuyos errores se pronunció el Concilio de Trento y han combatido tantos santos), el Papa actual ha dicho que «La experiencia espiritual de Martín Lutero nos interpela y nos recuerda que no podemos hacer nada sin Dios» y ha permitido en el Vaticano una estatua de Lutero como si fuera la de un santo.
    Padre Fortea, por mucho que se empeñen usted, el papa Francisco y toda su corte de clero cobarde, lo blanco seguirá siendo blanco y lo negro, negro. ¡Pobre pueblo de Dios! Que el Señor se apiade de nosotros, que ahora si que estamos «como ovejas sin pastor».

  4. Entiendo que «el otro» es un ser humano, alguien que busca a Dios, y que es el mismo Dios a quien los católicos hemos «encontrado».
    ¿Es tan difícil que se les aclare (a los protestanets en general) sus errores doctrinales?
    ¿Es tan difícil que reconozcan que su doctrina es una casa construída sobre arena?
    ¿Qué es a los ojos de Dios una iglesia sin sacerdotes y sin sacramentos?
    ¿No sería la ansiada unidad, en verdad una reintegración, sin demasiadas concesiones?
    …Sin querer merodea mi mente el fantasma del proselitismo
    No me consta que los católicos le tengan odio (aunque algunos y en algunas regiones parece que sí), lo que incomoda a un verdadero católico es «tocar» la fe «de siempre», verdades de fe que hemos recibido y estamos dispuestos a morir por ella, por defender su pureza. Los católicos tenemos un «instinto» que nos impulsa a «guardar» el depósito de la fe ante amenazas de contaminación… y muchas amenazas son internas.
    El equilibrio entre Verdad y Caridad es difícil de lograr, es como una esfera sobre un plano, quiere correrse a la menor vibración.
    Oraré más por esta intención «Un solo Señor, una Fe y un Bautismo»

  5. ¿Por qué silencia el importante hecho de que antes de correr a abrazar al hijo pródigo, su padre lo vio volver a casa? Una cosa es acoger con los brazos abiertos al que vuelve arrepentido, y otra muy distinta confraternizar, no digo dialogar, con quien se mantiene en el pecado y la mentira. La imagen que se ha dado en Suecia es la de que todo vale. Vuelvo a repetir: «Sea que ustedes coman, sea que beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios. No sean motivo de escándalo ni para los judíos ni para los paganos ni tampoco para la Iglesia de Dios» (1 Cor 10,31-32).

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