“Y tú, cuando te arrepientas, afianza a tus hermanos” (Lc 22, 32)

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mullerEl Papa, no es “el primero entre iguales”, él es el fundamento, la piedra de la unidad de la Iglesia que Cristo fundó sobre Pedro, y su único sucesor es el Obispo de Roma.

 Esta afirmación reciente, pertenece a Gerhard Ludwig Muller, arzobispo, cardenal  Prefecto para la doctrina de la Fe.

Su discaterio trabaja en formular los principios básicos de la catolicidad, para definir lo que es católico, así como la encarnación de la sacramentalidad– (explicarlos).

Muller continúa diciendo: “la unidad de la Iglesia se concreta y se hace visible en la persona del Papa, que es sucesor histórico y teológico de San Pedro, como el primero de los Apóstoles.

También recientemente hemos oído al cardenal Oscar Andrés Rodríguez de Maradiaga, arzobispo, miembro del G8, decir y desdecir sobre Muller; pero sobre todo dejar ver la posibilidad de que la Iglesia contemple permitir la Comunión a quienes, estando separados y habiéndose casado en segundas nupcias, quieran y deseen participar, de pleno derecho, en recibir el citado Sacramento.

Sobre la decisión al respecto, huelga decir que hay diferentes opiniones y pareceres dentro de la propia Iglesia, no ya sólo entre los creyentes, sino incluso entre los pastores, entiéndase obispos y cardenales.

Siendo esto lícito, en tanto y en cuanto no haya una definición concluyente, distinta al criterio actual, es oportuno decir que sólo el Papa, en este caso Francisco, tiene la potestad de declarar algo determinante sobre el tema, en sintonía con quienes le acompañan y respetan, pero sólo el puede y debe confirmar en la Fe a su Iglesia;      pues sólo a él se le ha dado las llaves del Reino, de tal forma “que lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo” Mt 16, 19

Hace unos días (31/1/14), hemos podido leer un artículo, interesante, en la página de Sandro Magíster, sobre “segundas nupcias” y la forma en que la primitiva Iglesia afrontaba esta situación, actualmente tan real y compleja.

Los puritanos, siempre los hay en todos los grupos religiosos, argumentaran que:

“..  lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”, palabras del mismo Jesús.

Así que con ellos no hay posibilidad de dialogo alguno. Son “el vecino de al lado”, guardianes de la fe.

Los progresistas, es decir los que buscan una Iglesia que se adapte, animarán a dar pasos en este sentido y en otros muchos si esto se logra. Quieren una iglesia moderna y consensuada.

Los sedevacantistas, que se consideran ya alejados de la Iglesia de Roma, argumentarán que esta medida, si se lleva a efecto, sólo hace confirmar sus postulados.

La realidad es que sólo pretenden consolidar su actual decisión, ellos son el verdadero “resto de Israel, los que figuran en el libro”; convencidos como están de  que la gran mayoría anda equivocada o engañada.

Los tradicionalistas, no comprenderán mucho sobre lo que esta pasando, como tampoco entienden que actualmente exista una censura solapada sobre la “Misa tradicional” anterior al Concilio Vaticano II; como si esta dependiera, me refiero a la “misa”, de lo humano, siendo así que el Memorial que celebramos en la Eucaristía, tuviese que ser aprobada por el hombre en su formas o maneras, olvidando lo verdaderamente importante: ¡ la Sangre que derramó Nuestro Señor Jesucristo!

Por último estarían los simples, es decir los que no saben, no entienden y no fastidian al resto con teologías “filtradas”, que tanto gustaban a los fariseos.

Estos que creen y confían, son los supuestos encuadrados en la expresión del mismo Jesús: ¡Padre te doy gracias porque has revelado estas cosas a los simples…!”

Al final, deberíamos dejar al Santo Padre decidir sobre lo que corresponda hacer, confiar en que Dios sabe lo que hace, y sobre todo recordar aquella otra frase definitiva del Señor: “él que este libre de culpas…”

Me refiero a la hora de emitir juicios por adelantados o interesados, que no nos corresponden.

No obstante, me permito sugerir que no parece apropiado lanzar “globos sondas” para conocer la opinión, como si fuese una decisión democrática a considerar.

Decir sí y luego no, sólo contribuye a confundir aún más al personal, amen de que es una practica archiconocida en la política y por quienes nos gobiernan, que suele acabar por ser sí, pero cómo que no.

Diríamos que estamos ante una forma asumida de vender al pueblo sencillo y por ende ignorante, así nos ven, lo que puede que convenga, pero que es posible que incluso hasta Jesús, que era “carpintero”, tampoco comprenda. Quiero decir la forma.

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