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Valle de lágrimas

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La ley de memoria democrática se anuncia como el último golpe contra el malvado Franco. Que era muy malo o eso dicen, pues de lo malo que debió ser, en este país, no se estudia qué hizo el que fuera el jefe de estado durante 40 años. De modo que, quien no haya vivido el régimen, como yo, poco o nada sabe de Franco más allá de que era un dictador. Y sabemos que eso es malo, no como la democracia.

¿La democracia con la que casi 100.000 niños mueren abortados al año? …Sí, esa.

¿La democracia que va a aprobar la eutanasia? Sí, sí, esa misma.

Decía el profesor Miguel Ayuso que la democracia como fundamento de gobierno es la pretensión de que la opinión de la mayoría dictamina el bien, la pretensión de colectivizar el pecado original y que mediante mayorías se elija lo que es bueno y malo.

De modo que donde había un niño, ahora la mayoría no lo ve, y donde había una persona enferma, ahora no hay persona que valga.

Según esta pretensión parece lícito “resignificar” el Valle de los Caídos. Da igual lo que este significase antes, signo de reconciliación, o en estos últimos tiempos, nada de nada para la mayoría de españoles a juzgar por la degradación de las instalaciones. Pero ahora la mayoría democrática opina que lo que significaba antes ya no es verdad, así que a cambiarle el significado. En unos años, otra mayoría opinará otra cosa y así podemos seguir toda la eternidad.

Qué significa el Valle: Reconciliación bajo la cruz, el amor allí donde no se puede dar el amor. Esto no gusta a muchos, porque parece que va en contra de la justicia. Tan poco gusta que, a pesar de saber la verdad, hacen leyes y mienten descaradamente siempre escudándose en el dictador, origen de todo mal. La verdad es que el demonio odia la cruz, la cruz bajo la que se obró un milagro de reconciliación de un pueblo. Numerosas familias divididas hicieron las paces. Numerosos enemigos volvieron a convivir en un mismo pueblo. Numerosos testimonios hay de este milagro y si no se proclamaban, como ahora se proclama el odio, es por la vergüenza que sintió una generación ante sus hijos, a los que no quisieron hacer partícipes de su pecado y sí de su perdón.

Este milagro ejemplifica que se ha dado la fe en España, es decir, que existe un Dios que ama al hombre. Y es esto lo que se quiere destruir, cualquier atisbo de la obra misericordiosa de Dios. De este modo, sembrando discordia y rencores que apenas quedaban, se puede dar al traste con el milagro de la fe.

Algunos de nuestros obispos parece que opinan igual que el gobierno y que el Valle tiene que “resignificarse”, para ser un sitio de fraternidad y hermandad. Incluso llegan a utilizar el título de la próxima encíclica: Hermanos todos.

Hay un profundo peligro en denominar como hermanos a quienes no lo son, pues la filiación divina se obtiene mediante la sangre de Cristo, es decir, mediante la cruz y solo si se quiere. Pretender ser hermanos de quienes abominan de la cruz es relativizarla y que ya no tenga ningún valor. En ningún caso quiero decir que la gente no católica deba ser apartada, pero para poder darse el amor entre un pueblo lo que no debe apartarse de ningún modo es la cruz. Mientras seamos discípulos de Cristo, el mundo nos odiará, como nos profetizó. Fingir que no tenemos enemigos y llamarles hermanos es negar que el amor de Dios pueda obrar en nuestros corazones el amor al enemigo, es quitarnos el privilegio de ser hijos de Dios.

Sin cruz no hay hermanos y sin hermanos no hay nación. Lo que en todo caso está claro es que la intención de “resignificar” el Valle no se trata de un gesto de reconciliación sino de odio. Y no nos dejemos engañar, no de odio a Franco, que se podría entender, sino de odio al Amor, en definitiva, odio a Cristo.

Pienso y espero que nuestros obispos, con más discernimiento que yo, prefieren perder la batalla contra Pedro y Pablo y ganarla contra el demonio. Ciertamente, a un católico, un templo y una cruz derribados no ha de perturbarle la fe, pues Dios está por encima de eso y la persecución ha de aceptarse con alegría y humildad, sabiendo que no hay prueba más grande del amor de Dios que la adversidad. Pero si no se lucha por la cruz, muchos indefensos sufrirán y si aun diciendo la verdad derriban la cruz, lo impresionante será ver a la Iglesia aceptando el sufrimiento y amando al enemigo. Ojalá Dios nos haya preparado para esto.

A veces decir la verdad genera sufrimiento y a veces lo genera callarse. El miedo al sufrimiento nunca es buen guía. Durante la guerra civil, muchos católicos, incluido obispos, perdieron la vida por no callarse la verdad. Por el contrario, Pio XII es un magnifico ejemplo de como lo mejor para la fe y la humanidad, en un momento determinado, era el silencio. Lástima que no dé para tratarlo en este artículo.

Pienso humildemente que es necesario alzar la voz, alzar la voz sobre la verdad. Sobre el amor de Dios y como este puede generar el amor y el perdón entre los hermanos en guerra. Alzar la voz sobre lo que hay de verdad en el Valle y en otras tantas cosas. Solo alzando la voz, los católicos y otros tantos no creyentes pueden encontrar guía para su vida y descubrir que el odio que se nos bombardea constantemente no es verdad. Hacer memoria, como el pueblo judío, de lo bueno que ha sido Dios con nosotros. No es la defensa del Valle lo que me importa, sino perder una ocasión crucial para trasmitir la verdad y la fe del pueblo español.

Ahora bien, como digo, el discernimiento no es fácil y los obispos no tienen un panorama sencillo, pero que sepan que hay miles de católicos aun dispuestos a seguirles. Parafraseando a un santo: “No tengáis miedo”.

Mientras como buenos cristianos animo a todo lector a rezar un Ave María para que Dios les asista.

Jesús Posada

Comentarios
2 comentarios en “Valle de lágrimas
  1. El análisis desde la Fe me parece impecable. Ave Maria, llena eres de gracia, el Señor está contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, bendito es el fruto de tu vientre, JESUS. Santa María madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, AMEN.

  2. Aún siendo conveniente el silencio en según qué momentos, lo que no puede hacer la Iglesia es no difundir la Verdad de la Fé y la verdad de los hechos. Unos y otros, debe difundirlos aunque sea en las catacumbas y en época de catacumbas estamos ahora. Millones de niños pasan por sus colegios, universidades y clases de religión en los públicos y es obligatorio enseñarles la Fé que legítimamente solicitan sus padres para ellos, y enseñarles también la historia, la Sagrada y la del mundo, sobre todo los daños de los doscientos últimos años. Haría mucho bien en las almas el saber distinguir la paja que nos vende la izquierda del grano de la realidad. Sé por maestros que los críos se quedan pasmados y agradecen saber la verdad, no la propaganda de sus libros de texto.

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