Teología de la liberación, por Ettore Gotti Tedeschi

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Ettore Gotti Tedeschi escribe una recensión del libro «Teología de la Liberación», de Julio Loredo.


Como católico y como economista, no académico, siempre he pensado, y reconocido que la pobreza moral debería ser erradicada antes, con el fin de erradicar la pobreza material. Pensaba, recordando las enseñanzas de mis maestros de doctrina (jesuitas) que el origen del mal, la miseria, se encontraba en el pecado que crea la codicia, el egoísmo, la indiferencia, etc. Leyendo el libro documento de Julio Loredo aprendo que la conocida como “Teología de la Liberación” afirma prácticamente lo contrario, que superando la pobreza material se vence la pobreza moral. Pero no sólo, aprendo que la desigualdad en el reparto de los recursos es el origen de todos los males, incluso me atrevería a decir que del mismo pecado. Ay! Este libro debe ser leído y discutido, máxime en este momento de la historia, pero al terminar su lectura me pregunté si era «sólo» un análisis de Teología de la Liberación, o un estudio analítico del proceso de descristianización que se desarrolla y transforma en los tiempos de la historia Me hace pensar, incluso si es apropiado evaluarlo desde un punto de vista «económico», y me respondo diciendo que no. La materia de este libro es sobre todo «teológica y apologética.» Se refleja que el capitalismo (como sistema económico) es un signo de contradicción, ya que produce la riqueza y el bienestar material para muchos, pero confunde a los que no han adquirido capacidad de discernir el significado de la vida y las acciones y no consideran que la economía es sólo un medio para otros buenos fines. El socialismo marxista-progresista (siempre como sistema económico) en cambio no tiene contradicción en sí, ya que produce simultáneamente el malestar material y moral. No hay que confundir ni engañar. Oír a teólogos defender el socialismo duele. El autor propone reflexiones sumamente didácticas sobre estas «ilusiones», cito una referida a las grandes revoluciones en la historia de Occidente: «los (teólogos) progresistas del siglo XIX vieron la historia moderna como una sucesión de» liberaciones «: El Humanismo liberaría al espíritu humano del pensamiento escolástico; El protestantismo liberaría a la humanidad del absolutismo papal; la Ilustración liberaría a razón de la tiranía de la fe; la Revolución Francesa liberaría a los ciudadanos del despotismo de los reyes; y ahora el socialismo está a punto de liberar al proletariado de la opresión de los patrones”. Pero los teólogos progresistas, en vez de irse rápido a confesar y hacer ejercicios espirituales, veían en este “movimiento social” la “reconciliación de la Iglesia con el mundo moderno, la democracia del Papado (Abbé Felix Klein en Iglesia y Democracia, 1893). Los Papas, en cambio, cuando valoraban estas teorías, buscaban entender lo que fuera coherente y correspondiente con el orden natural. Así los papas condenaban el socialismo y el modernismo y aprobaban algunas de las propuestas de la economía de mercado. Pero los teólogos progresistas no. Será por eso que tantos teólogos democristianos, como Romolo Murri, invitaban a “liberar la religión católica de viejas superestructuras”, alabando naturalmente al modernismo como el nuevo catolicismo del mañana. El catolicismo liberal modernista, que afirma la soberanía de la conciencia individual, emancipando la persona del orden sobrenatural y moral, generaba mientras tanto la “Nouvelle Theologie”, como la definió, condenándola, Pío XII, de la que nace, explica el autor, la Teología de la Liberación. El autor hace un interesantísimo paralelismo con la corriente filosófica del momento, el existencialismo: Esta moda filosófica afirmaba que no es la esencia la que de significado a la existencia, sino al contrario. Como decir, que quizá diría el cardenal Kasper, que no es la doctrina la que da significado a la práxis, sino la práxis la que da significado o sentido a la doctrina. Pero volvamos a la consideración del autor sobre la teología de la liberación: Con mucha elegancia, además de competencia evidente, la liquida desde el principio definiéndola no como una teología propiamente dicho, siendo la teología el estudio de Dios, sino que se ocupa de estudiar “movimientos socio políticos para la liberación de la sociedad oprimida”, logrando transformar la Revelación en el evolucionismo de la verdad. Pero quizás incluso aún peor, porque su teólogo de cabecera, Leonardo Boff, la caracteriza como “Lo que proponemos no es teología en el marxismo, sino marxismo, materialismo histórico, en la teología.” Yendo más adelante descubrimos que los teólogos de la liberación han revolucionado también las sagradas escrituras, escribiendo el “Novísimo Testamento”, me ha intrigado mucho leer que, para ellos, la Biblia es la historia de la lucha de la subversión de los pobres: «El Antiguo Testamento fue escrito por un pueblo oprimido, el NuevoTestamento de la vida de Jesús, pobre en Nazaret. Y los pobres de hoy escribimos el Novísimo Testamento con nuestras vidas .. «. He dejado de estar intrigado y he empezado a estar preocupado al ver que, para que esta ‘teología’, la virtud consiste en trabajar en actividades revolucionarias, no en seguir los Mandamientos y la santidad no consiste en luchar contra el pecado sino en luchar contra el capitalismo, así como la conversión pasa por liberar a los pobres y los explotados. Para mí todo sería suficiente, si no fuera porque el ecologismo, como una religión universal, encuentra su fundamento también en la Teología de la Liberación (la Revelación Ecológica). Por lo tanto no hay que subestimar esta teología como algo latinoamericano, lejos de nosotros, más bien os invito calurosamente a profundizar en serio a través de la lectura de este ensayo de Julio Loredo. Comentario al libro «Teología de la Liberación», de Julio Loredo, por Ettore Gotti Tedeschi. Traducción de INFOVATICANA

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0 comentarios en “Teología de la liberación, por Ettore Gotti Tedeschi
  1. Respondiendo a Alejandro Jara, considero que el libro de Loredo aclara muchos de los errores que tiene la teología de la liberación. La terminología que usa es ambigua y hasta podríamos decir que cambia el sentido inicial que se le da en el Evangelio. “La liberación es ante todo y principalmente liberación de la esclavitud radical del pecado “ (Inst. Libertatis Nuntius).
    Recordemos también que en la instrucción Libertatis Nuntius de 1984 se subrayaba ya “ el peligro que implicaba la aceptación acrítica por parte de algunos teólogos , de tesis y metodologías provenientes del marxismo” pues estas acarrearon “consecuencias más o menos visibles de rebelión, división, disenso, ofensa, anarquía”.
    El papa Benedicto XVI en la conmemoración de los 25 años de la instrucción Libertatis Nuntius exhortó “ a todos los que, de algún modo, se han sentido atraídos, involucrados y tocados en su interior por ciertos principios engañosos de la teología de la liberación que vuelvan a confrontarse con la mencionada instrucción, recibiendo la luz benigna que ella ofrece a manos llenas. “. Muy lejos de rechazar solo la parte marxista. Además, siendo la teología de la liberación, una ideología de principios marxistas no se puede aceptar una parte y la otra no.
    Respecto a la Nouvelle Théologie, condenada por Pio XII en la Encíclica Humani Generis (1950) los “teólogos nuevos” de entonces, Chenu, Congar, Lubac y Rahner, pretendían que la revelación no es una y definitiva, sino que es variable según el contexto histórico. (Dios se revelaria en el flujo de la historia). Luego sus seguidores sostenían que Dios no se da a conocer en las Sagradas Escrituras y en la Tradición, ni mucho menos en el Magisterio de la Iglesia, sino en un aspecto concreto de la historia, los procesos revolucionarios. Es decir, El se revelaría en las luchas populares, en la insurgencia de las guerrillas, en los procesos de “liberación” anticapitalistas, en fin, en todos los esfuerzos desplegados para imponer el socialismo y el comunismo en América Latina.
    Respecto a los teólogos prohibidos por Pio XII y luego rehabilitados por Juan XXIII fueron: Hans Küng, Karl Rahner, John Courtney Murray, Yves Congar, Henri de Lubac, Edward Schillebeeckx y Gregory Baum. Específicamente, Chenu era un defensor de la Nueva Teología que Henri de Lubac había popularizado.
    No hay duda que el buen Papa Juan XXIII al invitar a algunos de ellos a formar parte del CVII, se imaginaba que estos teólogos sospechosos rectificarían sus ideas y que prestarían un servicio sincero a la Iglesia. Pero sucedió exactamente lo contrario. Tomemos por ejemplo el caso de Hans Kung ,que en los años 70, fue censurado por el Vaticano y en 1979 el Vaticano le retiró la licencia para enseñar teología católica, a causa de ciertas opiniones heréticas, entre las cuales figuran : su rechazo de la infalibilidad de la Iglesia; su afirmación de que los Obispos no reciben de Cristo la autoridad para enseñar; su insinuación de que cualquier laico bautizado tiene la capacidad de realizar la Transustanciación; su negación de que Cristo sea consustancial con el Padre; su insidioso combate a ciertas doctrinas (no especificadas) que se refieren a la Virgen María.
    Tomemos otro ejemplo , el ex fraile franciscano brasileño Leonardo Boff, uno de los fundadores de la Teología de la Liberación, Boff, que convive con su ex secretaria, una mujer casada y con seis hijos, es también promotor de la Ecoteología de la liberación, de matriz panteísta. Mmm, lo que mal empieza…
    Finalmente a pesar de que el comunismo cayó junto al Muro de Berlín en 1989, muchas de las ideas de la teología de la liberación contienen aun esa carga de lucha de clases, revolución de los proletarios, la liberación de los pobres, etc. que no tiene ya el sentido de aquellas épocas. Por ello la teología de la liberación debería ser analizada y rectificada de acuerdo a las enseñanzas reales de Cristo.

  2. ¿Qué sabe este señor de teología? Me parece que su comentario (y el libro también) es en realidad una crítica ideológica a la TL. Además, no existe «una» TL, sino varias. El documento de la CDF de 1984 sólo rechaza aquélla que se inspira en el marxismo. Eso lo dice expresamente. Además, no me parece rigurosa la condena «en bloque» de una corriente teológica, sin considerar sus aspectos positivos. El cardenal Ratzinger en uno de sus libros-entrevista dijo que de la TL le parecía positivo la importancia que daba a la difusión y lectura directa de la Palabra de Dios por parte del pueblo cristiano.

    Tampoco me gusta la crítica que se hace a la «nueva teología». Me imagino que el autor del libro sabe que los teólogos que la impulsaron, después de la condena por Pío XII fueron rehabilitados y nombrados peritos del CVII e incluso cardenales (Ej: Congar).

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