San Juan Pablo II calificó en varias ocasiones a Cristo como el Señor de la historia. Esta afirmación, cuanto menos, choca al católico de a pie, que pasado el entusiasmo y fervor que surgen en él al escucharla o leerla, se hace inevitable la siguiente reflexión, ¿cómo va a ser Cristo el Señor de la historia tal y conforme está el mundo? Corrupción política generalizada y a todos los niveles; líderes sindicales que representan a todos menos a los trabajadores; patronales alejadas de los intereses del empresario medio; las hordas de la ideología de género avanzando a paso firme y ganando cada batalla; la dictadura del pensamiento único y relativista que únicamente acepta como dogma que la Iglesia Católica es el enemigo; pobreza y guerras por doquier; España a merced de los nacionalistas y de sus enemigos seculares, destrozándola y no dejando de ella sino los huesos; y un largo etcétera que le produce un súbito aceleramiento de su ritmo cardíaco.
Las más de las veces todo queda ahí, mas en algunas ocasiones decidimos que debemos hablarlo con otros que posean nuestra misma sensibilidad social para intentar cambiar las cosas. Y así lo hacemos. En mitad de estas tertulias, reuniones o ágapes llegamos a la misma conclusión ¡Hay que hacer algo!, pero ¿qué? Surgen las ideas: la creación de una banca ética, una red de medios de comunicación independientes al servicio de la Verdad, estructuras sindicales y patronales que defiendan el interés de los pequeños, movilizaciones en favor de la vida, una plataforma que defienda nuestros valores y sea el germen de un partido que nos represente, etc.
Ideas todas ellas magníficas, que merecen aplauso y apoyo. Pero ¿dónde está Cristo? Sin darnos cuenta le hemos dejado fuera de la reunión. Nuestra gran inteligencia y nuestras fuerzas nos bastan para arreglarlo todo. Así mal empezamos. Cristo es el Señor de la historia, pero al mismo tiempo es el Ser más humilde, y si nosotros le dejamos fuera, Él no va a forzar su entrada. San Agustín lo expresó de forma maravillosa, “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”. Dios que nos ama y por ello nos creó libres, no hará nada sin nosotros, y lo mismo ocurre con las naciones. Es más, Cristo mismo nos lo avisó “sin Mí nada podéis”, y San Pablo nos lo recuerda “todo lo puedo en Aquel que me conforta”.
Así que, si queremos hacer algo por España, pongamos a Cristo al frente de todo lo que queramos emprender. Que Él sea nuestro buque insignia, nuestro comandante en jefe. ¿Cómo hacer esto? Sugiero que presentemos a Cristo el proyecto y que sea Él mismo quien lo haga suyo, lo corrija, lo dirija y nos ayude a llevarlo a cabo. Presentémoslo en la Eucaristía, la oración y la adoración. Estos son los medios que Él mismo nos dejó. Se pueden organizar grupos de oración por España, llenar la Piel de Toro de Capillas de adoración perpetua y de misas ofrecidas por la patria. Hay algunos lugares donde los días 12 de cada mes, por la Virgen del Pilar, rezan un rosario por España. Las posibilidades son infinitas, como infinito es el Amor, y todas ellas agradables al Señor. Creamos firmemente en el poder de la oración. Tengamos fe y veremos aun cosas mayores de las que hizo Cristo en su vida terrena como Él mismo nos advirtió. Tengamos la fe de los Santos, y a ellos y, en concreto, a los españoles, encomendémonos. Son muchos, San Isidoro de Sevilla, Fernando III el Santo, San Ignacio de Loyola, Isabel I, esa santa aún no canonizada, y tantos otros. Y, cómo no, encomendémonos a la gran intercesora, la Madre de Cristo. Que la Tierra de María no olvide nunca a su madre.
Conforme concluyo suenan las doce en el campanario. Por España, el ángel del Señor anunció a María…
Eduardo Segura Ripoll
Abogado
He leído con suma atención el artículo del Sr. Eduardo Segura Ripoll y, plantea esta pregunta: ¿Es Cristo el Señor de la Historia? Muy a pesar de las vicisitudes innumerables que se acontecen cotidianamente, las pasadas de la Historia, las de hoy en las que vivimos, las de mañana con temor a… ¡Si! Cristo es el Señor de la Historia, porque ha obrado en ella cuando en su Vida pública, ha obrado en millares de personas que han dado testimonio de Él durante y tras las épocas históricas, llámense éstos Santos o Santas e incluso no tan santos y santas. La Palabra de Dios y la Evangelización de los pueblos son testimonio de que el Espíritu Santo ha empujado a muchas personas a luchar por un mundo mejor para sus semejantes. Todos ellos con los Siete Dones o Carismas del Espíritu Santo. Cristo resucitó gloriosamente, pero sigue estando con todos y cada uno de nosotros realizando el Reino de Dios en la tierra. Primero desde nuestros corazones y, después, motivados por los mismos, cultivados de esa semilla evangelizadora, somos autores de hacer semillas sembrándolas en este mundo. Mucha gente, es sus respectivas parroquias, ayudan, colaboran, hacen de acólitos, las Ordenes monacales hacen otro tanto en sus monasterios, los que ejercen el Ministerio Sacerdotal otrosí; los voluntarios en misiones, etc., ídem. ¿Cristo es el Señor de la Histora? La Historia no se registra únicamente en hechos heroicos, en grandes hazañas, en resaltar figuras importantes, salvo que esa historia sea en interés mundano. Hay historias e historias y Jesucristo ha sido Historia por su Misión, ha sido Historia por el funcionar de su Santa Iglesia a través de los siglos y es Historia por medio de toda persona de hoy en día que sigue su voluntad, siendo a la vez voluntad del Padre Celestial. Y, aunque el mundo esté siendo pasto del caos, cual parezca que Jesucristo esté ausente es, a mucha diferencia lo contrario, Él está más que nunca con nosotros. Sólo, para creer todo esto hace falta lo que muchos van perdiendo, LA FE.
España, que ha llevado la Fe por todo el mundo, la auténtica, ni la Trinidad del Cielo ni la de la tierra la van a dejar tirada. estoy convencido. Dios es buen pagador, pero que despierte la CEE.
Es de agradecer este llamado.