Nuevangelizando (que es gerundio)

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Quod si sal evanuerit, in quo salietur?

* El neologismo “nuevangelizar” y “nuevangelización” lo he tomado prestado del siempre incisivo Don Terzio en su blog ExOrbe.

El mandato de Cristo a los apóstoles al término de su vida terrena es inequívoco. Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura (Mc 16,15). Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19). La predicación del Evangelio es consustancial al cristianismo.

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Hace mucho que oí por vez primera el término “Nueva Evangelización”, con el que se describía la necesidad de una evangelización diferente en aquellos países donde el Evangelio ya había sido predicado con anterioridad. Europa, mal que nos pese, no es ya cristiana. Es post-cristiana. Es evidente que de no cambiar las cosas en algunos lugares Europa no será ni cristiana ni post-cristiana, siquiera pagana: será llana y sencillamente musulmana. Con todo lo que ello implica. Y aunque no queramos verlo.

Evangelizar en aquellos países que han perdido la fe supondría ser conscientes de que en cierto sentido las gentes ya han oído la predicación de Cristo, o creen que la han oído: y la han desechado, por considerarla desfasada, arcaica, alejada de la realidad, o simplemente poco interesante y demasiado exigente. Se requeriría un renovado esfuerzo, una nueva presentación del Evangelio que “provoque” a toda esa multitud que cree haber oído y haber superado el mensaje de Cristo.

Con la llegada del Papa Francisco como Sumo Pontífice de la Iglesia Universal hemos oído de nuevo la llamada urgente a la misión, a la Evangelización. Lo cual es una bendición de nuestro Dios, y hemos de estar a una con el Vicario de Cristo en la Tierra. Pero me parece que a fuerza de manosearse, el concepto de Nueva Evangelización se ha deformado, adquiriendo algún que otro cariz muy pernicioso. Hemos oído por doquier la necesidad de la “Nuevangelización” y de “nuevangelizar”, que muchas veces implica tan solo un cambio radical en las formas para hacer “más atractivo” el mensaje cristiano.

Quisiera en estas líneas hacer una breve reflexión y un análisis acerca del fenómeno eclesiológico de la evangelización hoy en día, en unas situaciones concretas, pero bastante generalizadas. Para reflexionar sobre algunos hechos que no deberían pasar desapercibidos, so pena de diluir el cristianismo en una moralina de corte social. O en algo más light todavía. Para ello voy a referirme a ejemplos concretos, y a personas concretas. No pretendo ni muchísimo menos juzgar las intenciones, porque de hecho es claro que las intenciones son las mejores. De internis neque Ecclesia iudicat. Pero los hechos externos son palmarios, y no pueden sustraerse al comentario.

El núcleo de lo que quiero transmitir es lo siguiente: Vosotros sois la sal de la tierra… Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? Los cristianos estamos llamados a ser sal y levadura. Un poco de sal da sabor a todo el alimento, y un poco de levadura hace fermentar toda la masa. Los cristianos tenemos que lanzarnos al mundo entero para salar y hacer fermentar el mundo con el sabor y el fermento de Cristo. Pero aquel que ha cocinado masa de pan sabe que la levadura es delicada, que si no se conserva bien se muere y el pan no sube y se petrifica. Si la sal se ha corrompido, podemos echar al puchero cucharadas y cucharada: que no dará sabor. Si la levadura está podrida, podremos añadirla a puñados en la masa: pero se quedará como una piedra. Con esto quiero decir que podemos lanzarnos a nuevangelizar como locos, que si hemos corrompido el mensaje de Cristo, estamos perdiendo el tiempo miserablemente. Podremos predicar con alegría de charanga y pandereta, al ritmo de rock y de los Beatles, con mucha fiesta y algarabía de guitarras: que estaremos predicando algo que  no es Cristo. Que es su caricatura: deformada, maquillada y perfumadita con Nenuco para que estos tiempos no se escandalicen con su mensaje. Veamos ejemplos concretos.

Primer hecho concreto. La noticia de las declaraciones de Monseñor Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador, acerca de la apostasía que se ha  dado en su país. Hace 25 años el 90% de El Salvador era católico. Ahora lo son el 55%, frente a un 40% de evangélicos. Y Monseñor Escobar dice: “más que estar preocupados por quién se va a una religión, estamos preocupados porque algunas personas no viven la fe. Quisiéramos que la mayoría de personas practicaran una fe cristiana. Nosotros les auguramos éxito a las demás religiones, a las cuales respetamos mucho y esperamos que vivan su fe con autenticidad, pues al final es la práctica del bien la que Dios va a premiar, tal como lo indica San Mateo en el capítulo 25”.

Es necesario vivir la caridad con las personas de otras religiones. Pero nos hemos pasado de vueltas. Una cosa es respetar y amar a las personas de otras religiones, desear la unión de los cristianos. Pero otra cosa es un Ecumenismo mal entendido, que debiéramos llamar “Ecumanía”, que supone simplemente la disolución de la Iglesia. Todas las religiones son lo mismo. Lo único importante es que tú vivas la tuya con “autenticidad”. Y así te salvas seguro. Esto es sin más una herejía, y supone olvidar que Jesucristo fundó una única Iglesia. Y la Iglesia se ha pronunciado innumerables veces al respecto (recuérdese la declaración de la Sagrada Congregación para la doctrina de la fe,  Dominus Iesus, del año 2000). Si nos lanzamos a nuevangelizar diciendo estas sandeces, pasará lo que está pasando en El Salvador. Que la levadura se pudre. Y ocupan su lugar los evangélicos, que no nuevangelizan, sino que hacen su labor de proselitismo (sin connotaciones negativas, por favor) bien hecha, y que no tienen ningún reparo en decir que la Iglesia Católica Romana es la gran Ramera de Babilonia. Y desde luego, si misionamos, si de veras evangelizamos los católicos, es para que haya más católicos, no para fomentar la fraternidad universal donde todos cantamos cogidos de la mano (nota bene: los católicos queremos que haya una fraternidad universal de todos los hombres, pero la fraternidad de los hermanos cuyo Padre es Dios y cuya madre es la Santa Iglesia Católica). Además: con la evangelización, la fraternidad y la solidaridad vendrán de la mano (pero no al revés).

Pues bien, se pueden poner ejemplos, mucho más patentes que el de la noticia, de multitud de clérigos (obispos incluidos) y seglares que creen lo arriba descrito. Y de multitud de “agentes pastorales”, que se dedican a formar a jóvenes y que para no “escandalizarlos” les enseñan estas doctrinas. Y así, no va a haber ni misión ni evangelización. Habrá confusión y apostasía, como en El Salvador. O como en Austria, donde muchos sacerdotes dan la comunión a divorciados vueltos a casar  y a protestantes. Éste caso merece un estudio muy detenido que se sale del propósito de éste artículo.

Segundo hecho concreto. La presencia de multitud de religiosos que profesan doctrinas abiertamente contrarias a la doctrina y Magisterio de la Iglesia. Un ejemplo conocido: Juan Masiá Clavel, SJ. Jesuita profesor de la Universidad Sofia de Tokio, una de las mejores universidades de humanidades de Oriente, promulga entre otras cosas la bondad del aborto y que María no fue Virgen. En realidad muchas otras cosas. Su blog en Religión Digital sigue abierto, ahí quedan todavía algunas perlas. A este jesuita lo he visto en persona. Es una persona muy atractiva, culta, elegante (siempre de traje y corbata a las conferencias), muy agradable en el trato. Pero su doctrina es incierta.

Y, en fin, no ha habido ningún pronunciamiento público de la Jerarquía a este respecto. Ha habido noticias puntuales, nada más. Cada año más o menos, Diego Gracia, catedrático de bioética de la Universidad Complutense de Madrid le invita a su máster de bioética, y le presenta como sacerdote y jesuita. Y aquí paz y después gloria.

Desafortunadamente hay muchos ejemplos más de religiosos. Muchos. Y aparte de la presencia de los susodichos está la ausencia de los obispos y de los superiores religiosos. Que callan. Podemos nuevangelizar a favor del aborto, o a favor de un “comportamiento auténtico personal”. Pero no estaremos anunciando a Cristo (cuyo Cuerpo Místico es la Iglesia Católica).

Acerca de la liturgia se podrían poner tantos ejemplos… La Misa se convierte en un espectáculo, más o menos infantil, y en el que el Señor Sacramentado se ve maltratado como si a los hombres no nos bastara la Pasión en el Gólgota y tenga que volver a ser crucificado por nuestra indiferencia, y en muchos casos, por nuestra irreverencia manifiesta. O simplemente se va perdiendo la noción de lo sagrado. La Misa deja de ser Sacrificio y se convierte en alegre y festiva cena. Deja de haber Sacerdotes, y sólo quedan “pastores”.

Resumiendo, que para algunos nuevangelizar es tan solo “traducir” el catolicismo al lenguaje moderno, envolverlo de una manera que agrade al mundo y que los mass media miren con complacencia. Pero hay que plantearse si esa traducción no está siendo una tergiversación (siguiendo el tradicional dicho italiano: traduttore, traditore: traductor, traidor). Porque las formas no son banales. Y hemos podido generar tal cambio de formas que la esencia no es reconocible. Es como cambiar de golpe y porrazo el inmobiliario de un hogar familiar. Puede llegar un momento en que los cambios sean tan grandes, que uno ya no pueda reconocer su propio  hogar. Y entonces no se ha producido la modernización del hogar sino su sustitución por otro.

Hay que evangelizar. Es necesaria una Nueva Evangelización en Europa. Pero  eso va de la mano de la verdad. Cáritas in Veritate, la caridad de la mano de la verdad, porque si no no es caridad, es otra cosa, un sentimentalismo barato. Tal como nos pide nuestro querido Papa Francisco hemos de ir a las periferias, pero llevando a Cristo con el ejemplo y la palabra.  De otro les hacemos un flaco favor. Si la sal se vuelve sosa, solo sirve para tirarla a los caminos y que la pise la gente.

Comentarios
0 comentarios en “Nuevangelizando (que es gerundio)
  1. Muy interesantes estas reflexiones, me quedo con la frase: «Tal como nos pide nuestro querido Papa Francisco hemos de ir a las periferias, pero llevando a Cristo con el ejemplo y la palabra. De otro les hacemos un flaco favor»

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