¡No te olvidamos Benedicto XVI!

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Attamen in mundo nostri temporis rapidis mutationibus subiecto et quaestionibus magni ponderis pro vita fidei perturbato ad navem Sancti Petri gubernandam et ad annuntiandum Evangelium etiam vigor quidam corporis et animae necessarius est, qui ultimis mensibus in me modo tali minuitur, ut incapacitatem meam ad ministerium mihi commissum bene administrandum agnoscere debeam. Quapropter bene conscius ponderis huius actus plena libertate declaro me ministerio Episcopi Romae, Successoris Sancti Petri, mihi per manus Cardinalium die 19 aprilis MMV commisso renuntiare ita ut a die 28 februarii MMXIII, hora 20, sedes Romae, sedes Sancti Petri vacet et Conclave ad eligendum novum Summum Pontificem ab his quibus competit convocandum ese”.

A cuatro años de la renuncia de Benedicto XVI, es imposible que olvidemos este acto histórico para la vida de la Iglesia, para algunos, una decisión dramática, escandalosa, incomprensible… A algunos todavía nos duele por todo lo que nos entregó, pero su dimisión no es más que un acto lleno de humildad y amor a la Iglesia de este sencillo trabajador de la viña del Señor, quien siempre ha renunciado por amor a lo que sabemos fue toda su vida su hilo conductor: el cristianismo.

No podemos dejar de agradecer ningún día a Dios y al Papa emérito por su generosa entrega a la Iglesia, por aceptar asumir esta tarea inaudita, ser el sucesor de Pedro, misión que supera a cualquier capacidad humana, sin embargo, misión que nos demuestra a lo largo de los siglos, que “aquel que cree nunca está solo”, que el Romano Pontífice siempre estará sostenido por Dios, que a pesar de todas las tribulaciones de esta vida, la Iglesia le pertenece a Jesucristo, es Suya, no es nuestra y que el mismo Jesús se sirve de personas extraordinarias como el Santo Padre Benedicto XVI para que le ayuden a conducirla desde esta vida terrena, que nos hacen arder el corazón al recibir el depósito de la fe transmitida con su gran pedagogía.

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Después de estos cuatro años –podemos estar seguros– sabemos que no abandonó la cruz, sino que hoy más que nunca abraza la cruz y ayuda a sostener la barca de Pedro, que continua siendo sacudida por diferentes corrientes de doctrinas, ideologías y modas de pensamiento, siendo consciente de que en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, era necesario retirarse a la vida íntima en unión con el Creador, y que el Pontífice, sea acompañado, apoyado y sostenido por la fuerza que logra transformar al mundo: la oración.

Gracias Santo Padre Benedicto XVI por decir adsum todos los días de su vida, en su ministerio sacerdotal, especialmente hasta hoy que continúas ofreciendo la vida a través de la oración a la Iglesia fundada por Jesucristo, actualmente conducida por el Santo Padre Francisco, gracias por el don de Dios que has sido para nosotros, por conducir con tanto amor el timón de la verdadera Iglesia, por darnos Razón de la Esperanza, por tu inmensa dedicación, por ser un verdadero Padre de la Iglesia para el mundo contemporáneo.

¡Vergelt’s Gott! ¡Qué Dios se lo pague Benedicto XVI!

Isidora Suárez. Estudiante, Pontificia Universidad Católica de Chile.

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Comentarios
5 comentarios en “¡No te olvidamos Benedicto XVI!
  1. Echenique. Yo entiendo la renuncia de Su Santidad Benedicto XVI. Además, según se comentaba debió de hacerle poca «gracia» ser elegido Papa, porque él es un hombre muy sumergido en libros y no de hacerse ver en público. Hizo todo cuanto pudo en su mano, pero su ancianidad, sus achaques y sus rivales pudieron más que él. Recemos por el Papa Emérito también, agradeciéndole así su corto pero fructuoso pontificado y que Dios nos conceda más Papas como Benedicto XVI.

  2. Cuando Dios miró con amor y misericordia a su Iglesia, eligió a Su Santidad Benedicto XVI como vicario de Cristo. No a cualquiera le queda ese título aunque se encuentre en la santa sede. Con Benedicto XVI aprendimos la belleza de nuestra inalterable fe Católica. Sus escritos son el refugio en donde sobrellevo la pena de su renuncia, que hasta ahora no la asimilo, sobre todo cuando veo el rumbo que está tomando nuestra amada madre Iglesia.

  3. En mi corazón y en mi memoria tendré a uno de los mejores Papas que he conocido. Es, con diferencia y así lo creo, el mejor desde Juan XXIII. Cuando rezo el Santísimo Rosario no solamente oro por el Papa Francisco, sino también por Benedicto XVI, que Dios guarde. ¡Padre Altísimo!, concede a tu Vicario Emérito una ancianidad bendecida y con dones merecidos. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén

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