Muchos lectores me han expresado su perplejidad ante la exaltación y defensa absolutista de la libertad de expresión que en estos días se ha hecho, incluso desde medios de inspiración cristiana o declaradamente confesionales, para justificar las caricaturas del pasquín Charlie Hebdo en las que se blasfemaba contra Dios de modos aberrantes. A estos lectores les digo que no se dejen confundir: quienes hayan hecho tales defensas no profesan la religión católica, ni se inspiran en la filosofía cristiana, aunque finjan hacerlo, aprovechando la consternación causada por los viles asesinatos de los caricaturistas; sino que son jenízaros de la “religión democrática”, perversión que consiste en sustituir la sana defensa de la democracia como forma de gobierno –que, mediante la representación política, facilita la participación popular en el ejercicio del poder—por la defensa de la democracia como fundamento de gobierno, como religión demente que subvierte cualquier principio moral, amparándose en supuestas mayorías, en realidad masas cretinizadas y sugestionadas por la repetición de sofismas. Los jenízaros de esta religión necesitan que las masas cretinizadas acepten como axiomas (proposiciones que parecen evidentes por sí mismas) sus sofismas, entre los que se halla la llamada “libertad de expresión” en su versión absolutista. Para crear tales axiomas recurren al método anticipado por Aldous Huxley en Un mundo feliz, que consiste en la repetición, por millares o millones de veces, de una misma afirmación. En la novela de Huxley, tal repetición se lograba mediante un mecanismo repetitivo que hablaba sin interrupción al subconsciente, durante las horas del sueño; en nuestra época se logra a través de la saturación mental lograda a través de la bazofia que nos sirven los mass media, infestados de jenízaros de la religión democrática que defienden una libertad de expresión absolutista: libertad sin responsabilidad; libertad para dañar, injuriar, calumniar, ofender y blasfemar; libertad para sembrar el odio y extender la mentira entre las masas cretinizadas; libertad para condicionar los espíritus e inclinarlos al mal. Quienes defienden esta “libertad de expresión” como derecho ilimitado son los mismos que también defienden una “libertad de conciencia” entendida no como libertad para elegir moralmente y obrar con rectitud, sino como libertad para elegir las ideas más perversas, las pasiones más torpes y las ambiciones más egoístas y ponerlas en práctica, pretendiendo además que el Estado asegure su realización. No nos dejemos engañar: quienes defienden la libertad para publicar caricaturas blasfemas están defendiendo una libertad destructiva que sólo lleva a la decadencia y al nihilismo. El pensamiento cristiano nos enseña que la libertad no es un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar la verdad. Si a la palabra libertad no se le añade un “para qué”, se convierte en una palabra sin sentido, una palabra asquerosamente ambigua que puede amparar las mayores aberraciones. Como decía Castellani, “la libertad no es un movimiento, sino un poder moverse; y en el poder moverse lo que importa es el hacia dónde, el para qué”. No puede haber una libertad para ofender, para enviscar odios, para jalear bajas pasiones; no puede haber libertad para ultrajar la fe del prójimo y blasfemar contra Dios. Los cristianos se distinguen porque rezan una oración en la que se pide: «Santificado sea tu Nombre». Los jenízaros de la libertad de expresión quieren que ese Nombre sea eliminado, envilecido y escarnecido, para mayor honra de su religión democrática. No les hagan caso: vistan con traje y corbata, o con sotana y solideo, les están engañando, quieren convertirles en masa cretinizada. Publicado originalmente ABC
Libertad de expresión, por Juan Manuel de Prada

| 12 enero, 2015
Gracias Juan Manuel De Prada por traernos las aguas límpidas del sentido común y de la razón rectificada. Siga adelante! Y dejenos siempre esas perlas del Padre Leonardo Castellani.
Dios lo Bendiga!
Excelente artículo, como todo lo que escribe de Prada. Nos permite respirar algo de racionalidad en este mundo al revés en el que vivimos…..
Mofarse publicamente y de forma grosera de las creencias íntimas de los demás es una acción amoral deliberada que no lleva a ningún fin bueno, lo recoja el derecho positivo de un país o nó. Está mal. Otros nos quieren hacer ver que la libertad de expresión para está por encima de la ley moral natural. Menuda broma. Para hacer una crítica seria a una religión hay que estar muy informado de esa religión, y no es necesario mofarse y burlarse de aspectos que ni si quiera conocen. Se valora más la provocación y el sentido del humor barriobajero (vende mas revistas baratas) que leer un ensayo crítico serio.
Charlie Hebdo, producto tipico de la izquierda del mayo de 1968 de la izquierda “caviar” como dicen en Francia, los hijos de la burguesía rica de las barricadas del Paris de hace casi medio siglo hechos ministros, que viven en el lujo del Estado con el trabajo de la clase media francesa que solo tenia el derecho de callarse y pagar. Charlie Hebdo solo toleraba la libertad de expresión selectiva, lo normal en el Sistema que conocemos y en la dictadura de lo políticamente correcto de que era el falso disidente.
El gobierno francés y los medios al servicio del sistema aprovecharon la emoción natural de la gente con el “je suis charlie”, pero la gente ha caminado esencialmente contra la violencia de los terroristas musulmanes y no en particular por el periódico que nunca ha sido leído por la mayoría de los franceses que han hecho la manifestación.
Están cretinizadas y ni se enteran.
Para el asunto que toca el perspicaz Juan Manuel de Prada en su artículo, téngase muy presente el magisterio de san Juan Pablo II desarrollado en una encíclica como «Fides et Ratio», no en balde considerada una de las encíclicas axiales de todo el magisterio pontificio durante el siglo XX.
A saber: libertad y verdad son como dos hermanas que, muy unidas entre sí, muy «hermanadas», muy de la mano van juntas a todas partes.
La libertad de expresión es una falacia. La libertad de uno empieza cuando acaba la del otro. Tolerancia 0 para los blasfemos, sacrílegos que quieren cargarse el Catolicismo. Las burlas y mofas a los musulmanes, al lado de las caricaturas horrendas, soeces de las dedicadas a la Santísima Trinidad, a la Virgen María, al Niño Jesús, tocando de una manera grotesca hasta a S.S.Benedicto XVI son de risa.
Pero profanar a la religión católica y ofender a los católicos, les sale siempre gratis.
La Jerarquía Eclesiástica ha permanecido siempre muda para denunciar esa mal llamada «libertad de expresión».
La libertad de expresión la ejercen los «que pueden», y para eso está el NOM imponiendo y manipulando a los gobiernos de turno. Sólo hay que ver los mandatarios que acudieron a la manifestación por «orden y mando». En España ocurrió un atentado de proporciones ilimitadas y no vino nadie.
El quid de la cuestión sería preguntar: ¿Quién está detrás de Charlie Hebdo?.
Le sugiero, Sr. (Por decir algo) De Parada que, cuando hable de las personas que nos solidarizamos con la publicación Charlie Hebdo y abogamos por la libertad de expresión, aunque sea para hacer viñetas de mal gusto, se abstenga de uutilizar el calificativo de «masas cretinizadas» sólo porque lo que se exprese no caiga dentro de su ámbito de pensamiento. Porque el no ser católico, ni comulgar con los dogmas de la Iglesia, no lo convierte a uno en cretino (en algunos casos, puede que suceda exactamente al revés), sino en librepensador.
Tal vez a usted le gustaría que cualquier opinión contraria a las suyas sea criminalizada, pero piense que esa libertad de expresión a la que usted tanto crítica es la que le permite escribir absurdos como los que lleva publicando varios días. Estoy convencido de que no le gustaría que sometiesen a censura su pensamiento: no trate de limitar entonces el de los demás.
Gracias por participar