La narrativa ecuménica del Papa Francisco en riesgo

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Fernando Lacalle Ripoll

La narrativa que el Papa Francisco ha sabido concitar en torno a su persona, en un juego tácito de acuerdo con los medios de comunicación internacionales, sus audiencias, las fuerzas del catolicismo progresista, y la aquiescencia más o menos convencida de las autoridades vaticanas y episcopales de perfil más «conservador», solo se refuerza cuando hay reacciones agrias por parte de grupos o personas de perfil tradicionalista o ultraconservador -siempre según esa misma narrativa, que se ha impuesto ya.

La ambigüedad, las amistades peligrosas, los gestos elocuentes, la crítica a la rigidez y al legalismo en una dialéctica constantemente reafirmada, la superioridad moral de los que no aceptan seguridades frente a los que las buscan… todo eso viene aportado por el propio Papa, que solo ocasionalmente emite mensajes a su «lado derecho» para tranquilizar, pero que no afectan a la fuerza arrolladora de su narrativa de reforma radicalmente evangélica y de corte «progresista».
Es una narrativa peligrosa pues apoya su interés mediático y buena parte de su fascinación en la gran expectación de que van a suceder -por fin- cambios radicales en la Iglesia. No es verdad que no suceda ni pueda suceder ninguno. Pero tampoco se presentan así por el Papa, para evitar el escándalo de los más conservadores, y verdaderos problemas con los simplemente «ortodoxos». A la vez, mantiene a los «progresistas» con la esperanza de que es el momento en que se pueden conseguir cosas, y el poder interno para realizar cambios de personas y de prácticas en su línea.
Es verdad: el Papa no es a todos los efectos un «progresista» y estar en línea con él va mucho más allá de comulgar con la narrativa mediática de la reforma radical. Pues su reforma empieza en la contemplación y en la vida real del pueblo fiel, no en la revolución de despacho y en el cristianismo puramente sociológico.
En Suecia se ha repetido la escenificación: el Papa genera una expectativa, que es leída por los progresistas como señal de apertura concreta (la intercomunión con los Luteranos), y los más conservadores se lanzan al ataque preventivo (ver las palabras del Card. Burke, que hace muy bien su papel en esta narrativa). Luego en realidad no sucede nada. Aunque todos nos quedamos con sensación de que al Papa le gustaría que sucediera.
En este contexto, los gestos del ecumenismo que no superan los logros de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, corren el riesgo de convertirse en papel mojado, y el de generar una particular frustración. En materia de Familia y pastoral, el Papa ha dejado sembrada la semilla de la discordia con Amoris Laetitia, una discordia que pone en marcha un proceso y obliga a un discernimiento más atento. Una discordia que mantiene abierta la narrativa de la reforma radical, con su reparto de papeles.
Sin embargo, en materia ecuménica, Francisco no ha querido o podido aportar aún un gesto verdaderamente rompedor, que actualice y vivifique la expectativa ecuménica, para entusiasmo de los progresistas y pánico de los conservadores. Salvo que su respuesta a una pastor protestante sobre la posibilidad de acompañar a su marido católico a recibir la comunión, se considere como tal. Pero creo que no ha pasado de ser una de esas anécdotas menores.
Así pues, predigo dos escenarios: o bien el Papa da algún paso en ese sentido en las próximas semanas (pasos nunca jurídicos, sino pastorales, declarativos), o bien la sensación que dejará este viaje será que no se puede ir mucho más allá de dar abrazos a las obispas lesbianas,porque quién soy yo para juzgar. Pero eso ya no es noticia.
Comentarios
2 comentarios en “La narrativa ecuménica del Papa Francisco en riesgo
  1. Aquí hay algo evidente. En 500 años, o ha estado equivocada la Iglesia y los sucesivos papas y las enseñanzas impartidas a los fieles… o el actual papa está -en sentido metafórico- para devolverlo a los corrales.
    Se está intentando demostrar la cuadratura del círculo para justificar su actitud… y no digamos su aptitud.

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