Inconvenientes de la gestación subrogada, por Juan González

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La pasada semana Ciudadanos presentaba en la Asamblea de Madrid una propuesta que solicitaba la regulación de la gestación subrogada, lo que en Estados Unidos se conoce como vientre de alquiler. Cristina Cifuentes la apoyó. Eso sí, introduciendo un matiz en la misma: era necesario que no mediara transacción económica ni comercial entre los padres biológicos y la madre gestante. Es decir, que se hiciera de forma altruista. Afortunadamente, la iniciativa no salió adelante, precisamente por tres diputados del propio PP que se negaron a apoyarla. Algunos han querido ver en ello una lucha de poder porque se olvidan que hay quienes, aún, tienen convicciones propias, a pesar de las multas que ello conlleva en una democracia representativa. Algo curioso, por cierto, sobre todo cuando se trata de temas morales tan delicados, se pretende la regeneración de las instituciones y se repite innumerables veces que “el PP no es una secta”. Lo más gracioso de todo es que, probablemente, y además, si se hubiera dado libertad de voto, la propuesta hubiera salido adelante, ya que los diputados socialistas estaban divididos entre el “lobby gay”, que apoya los vientres de alquiler, y las feministas, que los rechazan. Disquisiciones políticas aparte, lo importante es el fondo. ¿Por qué la gestación subrogada no es buena? Los motivos son varios. El primero es que la gestación no es un proceso inocuo, ni desde el punto de vista físico, ni psicológico ni económico. Añadir la enmienda de la gratuidad no hubiera impedido mercantilizar a la mujer, y este tipo de operaciones se hubieran desarrollado en paralelo a las arcas del Estado, generando un auténtico mercado negro. La gestación subrogada, además, olvida los derechos del niño, que no se pueden pisotear en pro de los intereses de absolutamente nadie. Cualquier persona tiene derecho a que no se destruya el vínculo biológico que se construye durante el embarazo entre madre e hijo, y menos a que esta relación sea ocultada al niño, condición imprescindible para asegurar un contrato con garantías entre los padres biológicos y la mujer gestante. Además, es cierto que la vida es un milagro precioso al que se entiende todo el mundo quiere tener acceso. Ahora bien, este deseo ha de tener unas garantías para el niño, que se subvierten con la subrogación. En el alumbramiento de una vida se han de tener en cuenta tanto los derechos de los padres como de los niños. Por otro lado, reconozco que esta propuesta me sorprendió. No se entiende una medida de este tipo con la bolsa de adopción tan grande existente en el mundo. Hubiera sido más lógico facilitar este proceso a todos los padres que quieran tener acceso al mismo y que por cuestiones económicas se ven impedidos, que la propuesta de los vientres de alquiler. La gestación subrogada, además, la rodean una serie de condicionantes que generan una gran inseguridad tanto a los padres, como a la madre gestante como al niño. ¿Qué sucede si la madre gestante quiere abortar? ¿Se la obligará al alumbramiento en beneficio de los padres o tendrá derecho a interrumpir su embarazo en beneficio propio y en detrimento del niño gestado? No estoy a favor del aborto, pero es un hecho que las actuales leyes lo permiten. La maternidad, por otro lado, es un vínculo que no se borra de un día para otro, sino que deja una huella indeleble, tanto psicológica como física, en la mujer gestante. ¿Qué sucede al niño, sobre todo, y a los padres, si la mujer que da a luz con el paso del tiempo quiere mantener contacto con su hijo o reclamar su maternidad? Esta es una opción muy plausible sobre todo cuando no media lucro alguno por la parte que alumbra la vida. La gestación subrogada, además, nos acerca a la eugenesia, consciente o inconscientemente, en tanto en cuanto se establece un control de calidad en la elección de la madre y el niño resultante. Por lógica, si se hubiera aprobado una regulación de estas características, el desarrollo de esta práctica hubiera acabado por establecer unos mecanismos de mejora de los rasgos hereditarios humanos mediante diversas formas de intervención manipulada y métodos selectivos, algo que en la práctica es monstruoso y ofensivo para el resto de personas. Asimismo, y a pesar de que se introdujo que en la gestación subrogada no habría de intervenir ningún tipo de cuestión económica, se afirmó que se barajaba “la posibilidad de que haya un seguro que indemnice a la mujer gestante en caso de que hubiese algún problema”. Esta condición era una contradicción, puesto que ninguna madre tiene ningún seguro que la proteja de ningún desdichado infortunio, y era una brecha a través de la cual se podían cometer verdaderas atrocidades con tal de obtener algún tipo de lucro.

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