A continuación, el artículo con el que Oriolt resume la situación del proceso contra Germinans.Este lunes hemos quedado vistos para sentencia. Digo vistos a propósito, porque quienes hemos quedado vistos somos toda la familia Germinans, al haberse demostrado en el plenario que este proceso penal traía causa de la decisión del cardenal Martínez Sistach de acabar con una página contestataria en su diócesis. Simple y llanamente. El diácono Josep María Matamala Orta no ha sido más que el macguffin que motivaba la persecución del preciado objetivo. Ahora la decisión está en manos de la Justicia y confiamos en el rigor profesional del juez, a la hora de valorar si los hechos imputados merecen la relevancia penal. Por de pronto –y no es baladí- el Ministerio Fiscal ha retirado, en el acto de la vista, su acusación contra la esposa del informático, cuya simple titularidad en la tarjeta de crédito, con la que se dio de alta el dominio, le había supuesto verse involucrada en un juicio criminal. El tema jurídico ha sido llevado de forma profesional por los abogados que han defendido a las tres personas acusadas y ahora ha quedado, lógicamente, en manos de Su Señoría. No es este el objeto del artículo.
Restaurante Matamala,lugar de encuentro de Germinans, el apellido coincide con el de un diácono |
Lo que ha quedado meridianamente claro en el juicio oral es que, como muchos sospechábamos, detrás de este procedimiento estaba la longa manu del cardenal Martínez Sistach. Ello se desprende de las declaraciones del diácono acusador y el canónigo Arenas en el acto de la vista. Poco reproche merece Mn. Josep María Matamala. Es un buen hombre, que se ha visto inmiscuido en una trama que le ha sobrepasado. Él mismo reconoció textualmente en el juicio “que se quedó solo en la encerrona”. También aseguró que había tenido conocimiento de la existencia de la página porque le avisaron Mn. Josep Serra, en su calidad de Presidente de la Comisión Diocesana para el diaconado permanente y el rector del Seminario, Mn. Turull. Asimismo manifestó que el cardenal de Barcelona le había requerido en dos ocasiones al objeto de que confesase si era el titular de este portal.
El canónigo Mn. Josep Anton Arenas |
Con todo, el ridículo más espantoso y la declaración más reveladora han partido de Mn. Josep Anton Arenas. Recordemos que se trata del ilustre canónigo que inició el proceso penal, mediante una querella por injurias y calumnias, de la que se retiró, una vez fue llamado a testificar el arzobispo de Barcelona. Arenas (que ha acudido al Juzgado acompañado del sacerdote-letrado Ramón Batlle, aunque se ha marchado enseguida y no ha entrado en Sala) ha reconocido que desistió de la querella “por obediencia debida a su obispo” y cuando fue preguntado por cuál había sido el objeto de querellarse manifestó “que se trataba de poner fin a una página que era un escándalo”. ¡Ahí está! Lo que hemos venido asegurando por activa y por pasiva: a nadie le importaba el hipotético perjuicio al buen diácono Matamala; se trataba de “acabar con una página que era un escándalo”. Solamente cuando el escándalo podía resultar mayor, al verse obligado todo un príncipe de la Iglesia a declarar en sede judicial, Arenas –por obediencia debida- retiró la querella criminal. Parece el 23-F, pero no estamos hablando de militares, sino de eclesiásticos de rango alto. Un cardenal y un canónigo. Por cierto, que cuando se leyó por el letrado de la acusación los múltiples cargos de Arenas en la diócesis, este saltó como un resorte para afirmar que ya no formaba parte del Patronato del Hospital de Sant Pau. Por lo que pudiere ser. Y como estamos en una diócesis de opereta, entre el público asistente a la vista se hallaba la Mini. ¿Quién es Mini? No es un pseudónimo –como estos nuestros que tanto les enervan-, sino una administrativa de la Secretaria General del arzobispado. ¿Qué hacía Mini? Tomar notas sobre todas las declaraciones vertidas en el acto. Es de suponer que en el arzobispado no se fiaban ni de Matamala ni de Arenas y han mandado una propia, que recoja fielmente lo acontecido. Se podían haber ahorrado las molestias. Seguro que el letrado de la acusación particular les mandará copia de la grabación del juicio. Las técnicas avanzan que es una barbaridad y los juicios ya se graban. No hacen falta amanuenses. Que en esta diócesis, a pesar de los esfuerzos innovadores del delegado de medios, seguimos en los tiempos del vinilo y de la Leica.
Ahora sólo queda esperar el veredicto. Desde aquí nuestro agradecimiento a la dedicación profesional de los abogados que han defendido a los tres imputados y a todos aquellos que nos han hecho llegar su aliento y solidaridad; especialmente a los que tiene el don de pluma o de tecla y, en este caso, quiero referirme de forma particular a nuestro entrañable PacoPepe; a un consolidado periodista como Pablo Planas; a ese valor emergente llamado José María Albert de Paco y al incansable y audaz Gabriel Ariza.
Pablo, quien calumnia a la Iglesia, no creo que sea germinais, a la que sigo desde hace mucho tiempo. Yo lo que deseo es que se haga justicia que Sitchas se vaya con el rabo entre las piernas y deje que la gente se exprese libremente como dice el art. 20 de la Constitucion ESPAÑOLA
Espero que les condenen por calumniadores de la iglesia