Ese momento en el que suena el despertador.

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Suena el despertador. Quizá automáticamente lo retrasas cinco minutos. Tienes ya como rutina el dedicar 20 min cada mañana a tontear entre las sábanas. Yo no lo tengo asumido y aceptado, no programo el despertador antes de tiempo para contar con un margen de remoloneo. Simplemente llega la hora y la tentación es demasiado fuerte. Casi la puedo sentir físicamente. Me acuesto pensando: ‘mañana me levanto a la hora, a la primera’. Pero suena el despertador y un ejército de pensamiento pro-pereza me asalta. Y por supuesto normalmente me convencen de que no merece la pena el esfuerzo -inhumano e invencible para quien ha pactado durante un tiempo y no está acostumbrado ni a pelear- de levantarse directamente.

Los argumentos que resuenan en tu cabeza en contra de levantarte a veces son ciertamente originales. Alguna vez he pensado en apuntarlos en un cuaderno.

En realidad dormir 20 min más hará que el resto del día yo sea más  productivo, porque estaré más descansado. De hecho es bueno -casi mi deber- descansar un poco más”.

Ayer me acosté tarde, me merezco dormir un poco más,  no pasa nada por dormir otro rato”.

Mientras decido si me levanto o no voy a posar la cabeza sobre la almohada, cambiar a esta otra posición más cómoda…  ¡qué calentito estoy aquí dentro!…”.

Todas estos razonamientos acaban inevitablemente por retrasar las obligaciones de cada uno; incluso con mañanas perdidas.

Ayer busqué en Google  “la tecla snooze de tu despertador…” y algunos de los primeros resultados fueron: “tu tecla snooze es el demonio”, “por qué la tecla snooze es un c*brón  mentiroso”, “la guía definitiva para romper con tu adicción a la tecla snooze” y “cómo dejar de apretar la tecla snooze: 7 pasos (ilustrados)”.

Parece un tema recurrente y que está de moda. Se ha identificado como un mal hábito que bloquea la productividad y genera un mal comienzo al día.

Todo el hype generado en el mundo de la creatividad y productividad alrededor de levantarse pronto y diligentemente tiene base científica. Al parecer, el hecho de despertarse, provoca unos procesos internos hormonales que activan nuestro cuerpo y el mal hábito de retrasar el despertador anula estos procesos, provocando que al cuerpo le cueste mucho más despertarse y empezar a funcionar.

206- El minuto heroico. –Es la hora, en punto, de levantarte. Sin vacilación: un pensamiento sobrenatural y… ¡arriba! –El minuto heroico: ahí tienes una mortificación que fortalece tu voluntad y no debilita tu naturaleza.

Quizá te suene. Sobre todo si has ido a un colegio de esos con nombre muy de naturaleza (montes, campos, océanos y mares, prados…). Es uno de los puntos incluidos en Camino, de San Josemaría Escrivá. Publicado en los años 30, propone justamente eso, no darle al botón de snooze.

Y es que la voluntad se fortalece en luchas como esta. Además, un examen de cómo han sido tus últimos despertares sirve para detectar de forma inmedata si estás en tensión, luchando, ilusionado, o si, por el contrario, estás aletargado, dejando para mañana la lucha y en un estado de desidia, desilusión y pacto de no agresión con tus debilidades.

Y es que está en juego la santidad. Sin fuerza de voluntad –amigo mío- no hay lucha posible. Y sin lucha, no hay santidad. Es más: sin fuerza de voluntad no hay libertad. La libertad del hombre depende en gran medida de una fuerza de voluntad recia que busque el bien. Una persona que no tiene fuerza de voluntad es menos libre. A la hora de luchar sus músculos están atrofiados, débiles, está flácido y apenas puede resistirse a satisfacer de forma inmediata  cada apetencia que le asalta. No es rival para el demonio, que le tienta y vence continuamente.

¡Despierta! ¡Lucha! ¡No des al snooze en este tema! Decídete y empieza a ponerte mortificaciones, para empezar el levantarte a la primera. Es un buen punto de lucha. En seguida se nota mejoría (al 4º día que te levantas a la primera te cuesta muchísimo menos; al cabo de poco tiempo te sale casi automático) y encima es una batalla que nunca se vence del todo, en cuanto te despistas vuelves a caer y hay que bajar al barro de nuevo a pelear; es fuente inagotable de lucha para reforzar tu voluntad.

Así que levántate a la hora, en punto, sin vacilar. Un pensamiento sobrenatural y arriba.

Comentarios
0 comentarios en “Ese momento en el que suena el despertador.
  1. Si es que lo mejor es no pensarlo, y como el que se tira al agua fría, hacerlo sin pensar. Levantarse de un salto.
    Una buena táctica es colocar el despertador en el otro extremo de la habitación, de manera que sí o sí haya que levantarse para apagarlo.
    Cuando inventarán un despertador sin botón de snooze…

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