Santidad, le ofrecemos este tesoro espiritual.
No eran muchos, más bien unos pocos, un pequeño grupo de creyentes, devotos de María, que cada tarde, desde hacía años, se reunían para compartir el rezo del santo Rosario, algunos de los cuales ya lo venían repitiendo, en silencioso empeño, desde antes de abandonar la cama.
Creían en su simplicidad, en esta oración, tan grata a la Virgen, tan solicitada por ella.
Desde aquel día en que la misma Señora revela el rosario, como un arma poderosa para ganar almas, a un joven sacerdote llamado Domingo de Guzmán, fundador de la orden de los predicadores o padres dominicos, amigo de San Francisco de Asís; quién a finales del siglo XII, comprendió la necesidad de la formación para luchar contra las herejías de su tiempo, cataros y albigenses, sin menoscabar el poder de la oración, y entre cuyos seguidores esta la figura de Santo Tomás de Aquino, a quien el Señor tanta inteligencia regalo para entregarla a su Iglesia, hijo espiritual pues de Santo Domingo, el mismo Domingo de Guzmán a quien la Virgen visitó y de quien el Papa Gregorio IX, al canonizarlo en 1234 llegó a decir: “De la santidad de este hombre estoy tan seguro como de la santidad de San Pedro y San Pablo”.
Desde entonces y hasta aquí miles de creyentes han repetido esta Santa Oración, en compañía de María, la misma Virgen María que obtuvo para los apóstoles en el Cenáculo la gracia de permanecer y perseverar en la oración, esperando la venida del Espíritu Santo. Es por lo tanto hacía ella donde tenemos que volvernos hoy y siempre para obtener el don de la súplica continua. A fuerza de decir: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”, un día los Cielos se nos abrirán y comprenderemos que María no deja ni un solo instante de interceder por nosotros.
“El hombre es un pobre que tiene la necesidad de pedirlo todo a Dios”, decía el santo cura de Ars, y añadía “un Ave Maria bien rezada hace temblar al Infierno”. Por eso María nos regalo el Rosario, una oración capaz de ser hecha por todos y en cualquier situación, no importa cómo, basta con repetir una y otra vez esas palabras, sin métodos ni inteligencia, tan sólo con la fe del corazón, y poco a poco, no sólo cambiará nuestra vida, sino la vida de aquellos a quienes encomendamos, tal es el “poder de esta humilde oración”
Por todo ello, estas personas, sumidas en el anonimato, no lograron comprender cómo al ofrecer tan preciado regalo, a quien ahora veían como el Pastor, acabarían por saber que en verdad sólo eran unos tristes cristianos, decidores de oraciones y contadores de Rosarios, demasiados ignorantes como para llegar a entender lo que significaba “pelagianos”; así que sólo les quedó el consuelo de seguir rezando, como siempre habían hecho, hasta completar al menos los 3.525 Rosarios que María les había encomendado.
Ayer tuve la suerte de ver Tierra de Maria ( Mary Land), que por fín la estan poniendo en mi ciudad, es una maravilla, que poder tiene la oración del Rosario, bendiciones
Por favor, ¿puede explicar quien haya escrito lo aquí traído qué es lo que ha pasado en este caso? ¿No aceptó el Papa los rosarios? ¿Quién les dijo que eran pelagianos?
En fin… es por saberlo.
Decirle al Santo Padre que si el no quiere que recen por el los 3525 rosarios, pues que lo recen por mi ( pecadora de a pie), por los pecadores, si a mi me dijeran que tan número de rosarios serían ofrecidos por mi saltaría como un gamo¡. El Santo cura de Ars que mendiciona el artículo decía: » un Ave María bien rezado hace temblar al infierno», y San Pío de Pietralcina, el famoso Padre Pío, este gran Santo rezaba la friolera de 32 rosarios diarios, sino más despues de estar casi 17 hora confesando y demas……
Es tan fuerte el Rosario ( por algo esta dado por la Madre de Dios), que me cuenta un sacerdote amigo exhorcista que cuando ya no puede más para echar al maligno reza el Rosario y se va, si no son cuentos chinos, bendito Santo Rosario.
En todas las apariciones Marianas es una de las cosas que pide Maria, el rezo del rosario, por algo será, bendiciones.