Esperamos con devoto interés la publicación de la Encíclica social del Papa Francisco, aunque hayamos leído ya un adelanto que, probablemente, solo se diferenciará del texto definitivo por la corrección de un par de erratas. Así como su Exhortación Apostólica “Evangelii gaudium” provocó que lo tacharan de marxista o comunista, ahora será calificado, no me cabe duda, de ecologista extremo o de activista ambiental. Naturalmente, en cualquier denuncia de algunos de los males presentes puede ser que el tono propio de un argentino porteño y algunos pasajes específicos suenen exagerados a los oídos más circunspectos de otras latitudes. Particularmente absurdo sería juzgar al Papa, en caso de que algún católico se creyera con derecho a hacerlo, sobre la base de textos descontextualizados, como ocurriría si alguien convirtiera en centro del documento el simple ejemplo del abuso de los sistemas de aire acondicionado (un asunto marginal).
Por otra parte, recibir la intervención pontificia con ánimo abierto, como Su Santidad nos ha pedido en la Audiencia General del miércoles 17 de junio, nos exige entrar en ese diálogo interdisciplinar auspiciado por la Encíclica, donde expresamente se reconoce la pluralidad de opiniones legítimas y se recuerda que la Iglesia no tiene competencia en cuestiones meramente científicas o técnicas, sino que realiza un aporte desde la perspectiva de la fe y de la razón natural. El Papa podrá dolerse de quienes lo califican de rojo o de verde, cuando su intención y el sentido elemental de sus palabras es ponerse en la línea de la Doctrina Social de la Iglesia, aun cuando adopte, a veces, el tono profético de un Francisco de Asís o de un Jeremías; pero estoy seguro de que no le molestarán los comentarios discrepantes, de buena fe, de sus hijos y de los hombres de buena voluntad, a quienes se dirige con evidente respeto y afecto, aun cuando en un punto u otro puedan disentir. De hecho, uno de los presentadores de la Encíclica es ateo.
Todo Papa tiene su encíclica profética, es decir, social que como tal levanta todo tipo de comentarios y polémicas. Ya pasó anteriormente con un veredicto firme al cabo de los años.
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Gregorio XVI «Inter Praecipuas Machinationes» 1844
Pío IX «Quanta Cura» 1864
León XIII «Rerum Novarum» 1891
Pío X «Vehementer Nos» 1906
Pío XI «Quadragesimo Anno» 1931
Pío XII «Miranda Prorsus» 1957
Juan XXIII «Pacem in Terris» 1963
Pablo VI «Humanae Vitae» 1968
Juan Pablo II «Sollicitudo Rei Socialis» 1987
Juan Pablo II «Fides et Ratio» 1998
Francisco «Laudato si'» 2015
Todo Papa tiene su encíclica profética, es decir, social que como tal levanta todo tipo de comentarios y polémicas. Ya pasó anteriormente con un veredicto firme al cabo de los años.
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Gregorio XVI «Inter Praecipuas Machinationes» 1844
Pío IX «Quanta Cura» 1864
León XIII «Rerum Novarum» 1891
Pío X «Vehementer Nos» 1906
Pío XI «Quadragesimo Anno» 1931
Pío XII «Miranda Prorsus» 1957
Juan XXIII «Pacem in Terris» 1963
Pablo VI «Humanae Vitae» 1968
Juan Pablo II «Sollicitudo Rei Socialis» 1987
Juan Pablo II «Fides et Ratio» 1998
Francisco «Laudato si'» 2015
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Me temo que el tiempo le dará la razón.
Mmm…me he perdido algo? Un ateo presentando una encíclica del obispo de Roma?
Ojo con los aplausos del mundo…que no cesan desde dos días…
Lo que se puede leer actualmente, son las enhorabuenas ditirámbicas por parte de los “grandes” de este mundo, a unos meses de! “show” en París sobre los cambios climáticos, desde Obama, Hollande y su ministro de asuntos extranjeros, Matarelli en Italia, otros ministros en Alemania, el CCFD, Achim Steiner de la ONU, etc., etc. ¡Qué casualidad!
Y Claro que esos aplausos no lo son con buenas razones. ¡Ingenuidad quizás por parte nuestra, tontería, no!
«Væ cum benedixerint vobis homines : secundum hæc enim faciebant pseudoprophetis patres eorum», dixit Lucas en su tiempo…