Con sus luces y sus sombras, sumando y restando —sí, también restando—, el paso del Vicario de Cristo por tierras americanas ha sido una bendición para todos. Ha recordado la fe de siempre, con énfasis en las exigencias más urgentes de la justicia y la paz en nuestra zona. En asuntos de justicia, el Papa no puede dejar contentos a todos, por la sencilla razón de que el sistema político y social imperante se aleja desde sus fundamentos —que son ateos— de las verdades de la fe cristiana, como han denunciado sin parar los romanos pontífices desde hace dos siglos. Cosa distinta es que probablemente nos acostumbramos al mal, y ahora nos parecen cristianas algunas costumbres que horrorizarían a un católico medieval. Una forma de obedecer al Papa —en su llamado a mejorar la suerte de los más pobres— sería invitar, para que les ordenen la casa, a los economistas chilenos que lograron establecer un modelo de desarrollo exitoso, aunque imperfecto. Naturalmente, en Chile, como en los países de economía libre (Estados Unidos, Canadá, México, Europa, Japón, etc.), se siente la idolatría del dinero y el consumismo, males que nos exigen cambiar ese modelo para mejorarlo, no para sustituirlo y volver atrás a los tiempos de la miseria (debemos resistirnos a la argentinización de la economía). En los países más pobres, en cambio, no hay dinero que idolatrar; no hay consumismo, porque no hay mucho que consumir. Hay miseria, hambre, deuda, muerte. En resumen: establezcan una economía razonable y procuren evitar sus excesos. Pero no argentinicen, venezuelicen o cubanicen el orden económico social. Lamentablemente, donde, como en mi patria, sí que hay idolatría del dinero y consumismo desenfrenado, males que afectan a los más ricos y también a los pobres, la Iglesia carece de las energías espirituales y de la valentía que se necesitan para luchar contra ellos. Ya a nadie se le puede decir que no, porque es como negarle su derecho a ser feliz. En Ecuador, el Papa se dio cuenta —lo dijo improvisando— de que la clave de la piedad de ese pueblo —pecadores, sí, pero piadosos: yo conozco a varios ecuatorianos que te clavan los dientes con una piedad notable (…es broma …casi)— es que el Estado hizo consagrar el país al Sagrado Corazón de Jesús y al Corazón Inmaculado de María, por decisión de su Presidente, don Manuel García Moreno, en 1874, para poner fin a las maquinaciones masónicas. ¿Quién no ve que el Papa Francisco, alabando la consagración del país, debida a la valiente decisión del presidente mártir, ha confirmado la doctrina tradicional católica sobre el deber de la sociedad para con la verdadera religión, que es la del Sagrado Corazón de Jesús? En Bolivia se cumplió mi profecía. El Papa habló del mar, y fue interpretado como un apoyo a su causa —por los bolivianos— y como un llamado al diálogo como alternativa a los tribunales internacionales —por los chilenos—; pero Monseñor Lombardi tuvo que aclarar que, en realidad, al Papa no le interesa meterse en el asunto, salvo que se lo pidan. De más está decir que, no habiendo peligro de guerra, no es necesaria una mediación de la Santa Sede. Tenemos todo el tiempo del mundo para llevar adelante un diálogo franco y abierto, como el diálogo ecuménico, que —según nos dijo el Papa hace unos meses— llegará hasta el día del Juicio Final sin que nos hayamos puesto de acuerdo en la doctrina. Así que todo estuvo bastante bien, salvo excepciones. La visita a la cárcel en Bolivia fue conmovedora. El Papa reconoce la necesidad del castigo como un camino de penitencia, que no debe llevar a la exclusión de los encarcelados. Encerrarlos, sí; pero excluirlos, no. Y así nos confirma en la idea socrática de que el castigo es un bien. Lo único realmente vergonzoso en Bolivia fue el regalo de un crucifijo blasfemo, diseñado por un sacerdote católico de la teología marxista de la liberación (quien fuera asesinado en 1980 por paramilitares: r.i.p.). Algunos creen que esa teología marxista está muerta —el Papa ha dicho que es algo del pasado—, pero en realidad está viva y diseminada. La rebeldía contra la fe católica de verdad —la que viene de los Apóstoles— no ha desaparecido de la Iglesia. Ahora se une a la avalancha de la ideología de género —en mi patria, algunos sacerdotes promueven impunemente el homosexualismo— y del ecologismo profundo, condenado en Laudato si’ (n. 60). El Papa parece haber creído la leyenda negra sobre los conquistadores españoles, aunque no dejó de mencionar, para ser justo, todo el bien que trajeron los cristianos a América: donde hubo pecado, sobreabundó la gracia. Es un error contraponer la espada a la Cruz, como si todo lo que hicieron los conquistadores, que con la espada liberaron América de las injusticias cotidianas cometidas por los indios, hubiera sido pecado, mientras que solamente la predicación del Evangelio —imposible sin la protección de la espada— hubiera sido pacífica y santa. Lamentablemente, el Papa se creyó también la leyenda dorada sobre este sacerdote liberacionista, porque dijo que lo mataron por predicar el Evangelio y molestar a los poderosos, cuando en realidad molestó a los poderosos por predicar una ideología revolucionaria que ha corrompido la fe de los fieles durante décadas, la teología marxista de la liberación. Non mors sed causa facit martyr. Ese cura usó un símbolo totalitario para clavar de nuevo a Cristo. Su intención puede haber sido otra, pero el significado objetivo del símbolo es un esputo al rostro del Señor. Un cristiano no puede, no debe, permanecer indiferente. ¿Qué habría hecho Benedicto XVI ante un Cristo clavado en una cruz esvástica, el símbolo del mal en su patria? ¿Cuál sería el gesto, la palabra, de san Juan Pablo II ante el mismo regalo inicuo de Evo Morales, que suscitaría en los recuerdos del santo pontífice los rostros de otros cristos, los amigos literalmente crucificados sobre la hoz y el martillo? El Papa Francisco eligió, sobre la marcha, ser diplomático: “No está bien eso”, le dijo textualmente al tirano, como en un susurro; pero, en seguida, ante la explicación de Evo, le dijo: “Eso está bien”. (Es lo que alcanzo a escuchar del vídeo en Youtube, pero puedo estar equivocado: se oye mal). Después su portavoz afirmó que el Papa no estaba enfadado. Todo fue normal. Santa diplomacia. Santa calma. Y el Papa dejó los regalos asquerosos a los pies de la Virgen. Stabat mater dolorosa juxta Crucem lacrimosa dum pendebat Filius! ¡Viva Cristo Rey!
El Papa en Ecuador y Bolivia, por Cristóbal Orrego
| 13 julio, 2015
Cristóbal: Permíteme volver sobre el punto: ¿cómo se explican las restas del viaje de Francisco a Ecuador y Bolvia?
Muy buen análisis.
Entre las restas, pienso que la intervención de Su Santidad llamando al diálogo Bolivia-Chile en torno a la pretensión altiplánica -asunto zanjado por el Tratado de 1904- de salir al Pacífico, es derechamente desafortunada e imprudente, porque tendrá una implicancia muy concreta en la resolución de la corte internacional de La Haya, cosa que hasta una persona con dos dedos de frente puede notar.
Como hijo de la Iglesia, pienso que S.S. no debió haber entrado a dichas arenas, por lo demás propias del ámbito de lo opinable.
Estimado Caracol:
Los efectos del pecado se darán con independencia de los modelos económicos y políticos, pero por algo la Iglesia nos ha llamado a instaurar el orden social en Cristo: para facilitar la virtud y poner obstáculos al pecado. Yo realmente creo que el Papa Francisco tiene razón en su crítica al modelo vigente, crítica que está en línea con las denuncias de los romanos pontífices desde hace dos siglos.
Sobre el ecumenismo, realmente no podría decir algo sensato en pocas líneas. Sí que el Papa parece realista al decir que no habrá acuerdo hasta el día de la segunda venida de Cristo. Es pesimista, yo también. ¿Nos regalará el Espíritu Santo la unidad en la única Iglesia de Cristo, cum Petro et sub Petro? No lo sé, pero sé que no será resultado del movimiento ecuménico. Si viene, vendrá de lo alto, del agotamiento de los herejes (como desaparecieron los arrianos) y del rejuvenecimiento de la Iglesia.
De acuerdo con lo tercero. Estoy devastado y triste. Pensé que la referencia a los conejos (soy el segundo de once hijos) era el peor disgusto que tendría, pero el silencio y la indiferencia ante una blasfemia contra Cristo ha superado mis cotas de tristeza. Desagraviemos ante Nuestro Señor, rezando por nuestro querido Papa Francisco, Vicario de Cristo y Pastor Supremo de su Iglesia.
Algo podría decir yo que soy ecuatoriano y viví seis años en Chile sobre unos y otros, sobre piedad y clavadas de dientes. Pero declaro que mis años chilenos estuvieron llenos de felicidad y siempre me sentí en mi casa. Respondo a la inquietud de Caracol: el Papa no mencionó nunca a Gabriel García Moreno, asesinado por orden de la masonería, ni a Mons. José Ignacio Checa y Barba, asesinado también por lo mismo, ni al padre Emilio Moscoso, asesinado por tropas de un gobierno masónico. de las tres se han introducido las respectivas causas de beatificación, del primero no tendrá éxito, por razones políticas, del segundo por falta de seguimiento, del tercero, no sé, pues camina poco a poco, aunque fue inciada cien años después de su martirio (lo digo sin pretender adelantarme a la decisión de la Iglesia.
Cristobal, muy bien su comentario, con ideas
que vale la pena considerar y aplaudir.
Creo que es una gran persona y un fiel discípulo de Cristo.
Permítame ahora señalar algunos puntos que no comparto,
tal como Usted los presenta.
………………
Primero:
La idolatría y el consumismo no nacen de un sistema o modelo económico.
Anidan en la naturaleza del ser humano que ha pecado y se ha apartado
de su Dios.
Por eso el cambio de estructuras sociopolíticas
y economicas puede responder a expectativas
de los oyentes -creíamos que sería el libertador de Israel…-,
pero no es el mensaje del Evangelio de Jesucristo ni el
anuncio primordial que la Iglesia debe transmitir.
Cierto que tampoco puede ignorar la injusticia, pero
no veo que el papa jesuita haya aportado hasta ahora
a la Iglesia la via para integrar lo esencial del anuncio evangélico
en lo circunstancial de la injusticia social
de una forma justa y ordenada.
(No niego, pero tampoco recuerdo en qué momento el papa
haya hecho mención al Presidente García Moreno, de Ecuador.
¿Puede decirme Ud.?)
……
Segundo:
El camino del ecumenismo real es largo,
porque es el camino de la conversión
para llegar a la plena comunión en la Verdad de la Doctrina.
El papa jesuita repite los tristes tópicos de
la leyenda negra contra la obra evangelizadora en América
y demuestra su ignorancia
de la historia de la Iglesia y de la teología ecuménica.
Los primeros concilios de la Iglesia no se pueden banalizar
con ligereza. Y menos lo puede hacer un papa.
Bergoglio propone un ecumenismo de palmaditas en la espalda,
un ecumenismo expres entre amiguitos,
un ecumenismo en calzoncillos.
Más aún, para él el ecumenismo sobra,
porque lo importante no es estar unidos en la doctrina
sino caminar juntos y vivir unidos en la casa común.
Esto es un error grave y ajeno a la unidad
en la verdadera fe, que es el corazón del auténtico ecumenismo.
Así no se puede evangelizar, o hay que cambiar
el significado y el sentido que «evangelizar» tiene
en el magisterio de la Iglesia Católica,
como ha expresado inapropiadamente
el mismo Bergoglio.
………
Tercero:
Poner regalos inapropiados a los pies de la Virgen
ha sido una mala salida diplomática del papa jesuita.
Si un obsequio es sacrílego y ofensivo para un papa,
más indigno y ofensivo es ofrecerlo a la Madre del Redentor,
¿no le parece a Usted?