El Papa Francisco visitará América dos veces en menos de tres meses. Sobre su próximo paso por Ecuador, Bolivia y Paraguay, me permito mencionar dos asuntos. Primero. Ecuador, tras años de inestabilidad, está gobernado por una tiranía benevolente. Aunque la retórica de Rafael Correa imita a veces a la de Hugo Chávez, no ha habido allí la violencia, los asesinatos ni la completa destrucción de la economía, que continúa en Venezuela. Hasta hace poco, el régimen ecuatoriano era popular y no concitaba mayor oposición. Sin embargo, desde hace algunas semanas tiene a multitudes en las calles, para protestar contra algunos proyectos de ley. Sospecho que esas movilizaciones también tienen que ver con que la izquierda mundial ha tomado nota de que el Presidente Correa ha defendido con fuerza la vida desde su concepción y se ha opuesto a la revolución sexual mediante políticas respetuosas de la juventud y de las mujeres. Ya es un obstáculo al nuevo orden mundial, que procurará desestabilizarlo. El Santo Padre, que no va a hacer política, seguramente ayudará a que el amado pueblo ecuatoriano se una en torno a los ideales cristianos. Segundo. Bolivia tiene un conflicto abierto con Chile, porque desea recuperar una salida soberana al mar, perdida en la Guerra del Pacífico. Monseñor Lombardi ha dicho que el Papa Francisco va en misión pastoral y no política, así que probablemente no se referirá a la cuestión pendiente ante el Tribunal Internacional de La Haya. Sin embargo, basta que el Papa diga cualquier cosa, por ejemplo, en una entrevista, para que tenga su efecto político no deseado. Supongamos que dice algo no político, sino puramente paternal, como esto: «Ché, yo no entro en los detalles, pero ¿no sería bueno ponerse a negociar una solución razonable para chilenos y bolivianos?». Con eso basta, porque precisamente lo que pide Bolivia a La Haya no es que condene a Chile a darle la salida al mar, sino que obligue a Chile a negociar seriamente una solución aceptable para las dos partes. Si Evo Morales le arranca al Papa unas palabras de buena voluntad, o lo hacen los periodistas en el avión, la cena está servida.
El Papa en América, por Cristóbal Orrego
| 06 julio, 2015
caracol,
participo de tu reflexión. durante el sínodo, puede suceder que las compuertas abiertas que ha dejado el Papa, no pueda contener el agua que ha dejado escapar, de manera que esa corriente se lo lleve por delante, es decir, que no va a poder imponer su autoridad. A partir de ahi, podemos imaginar lo que queramos, pero me temo que estamos ante un camino sin retorno.
Estimado Caracol:
A la luz de la doctrina de la Iglesia habría muchas cosas que decir sobre el conflicto Bolivia-Chile. Por ejemplo, esas palabras inventadas —puestas en boca del Papa futurible— están en plena armonía con la doctrina social de la Iglesia. No se me ocurriría atribuir al Papa palabras —ni bromeando— que no estuvieran de acuerdo con su alta investidura.
El asunto es otro. Si dos hijos tienen un conflicto, que enfrentan razonablemente bien —con paz, ante un tribunal internacional—, no me parece prudente, para un padre, interferir con palabras que puedan parecer a favor de uno de ellos. Es un asunto de prudencia, no de doctrina de la Iglesia.
Cordialmente.
Cristobal,
en el marco del contencioso Bolivia-Chile
el silencio imparcial de la Santa Sede es lo políticamente correcto.
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¿A la luz de la doctrin social de la Iglesia
no habría algo que decir sobre este asunto?