Estos días se está celebrando en Roma el Capítulo Extraordinario de la Legión de Cristo. Son días cruciales para su esperada «renovación». Algunos dicen que sí, que se puede cambiar algo, otros que es muy difícil y que el cambio tendrá que ser grande. Otros opinan simplemente que debería desaparecer. Para mí, que reconozco no dominar el tema, hay una simple pregunta que se me ocurre deberían hacerse los participantes en el Capítulo.
El Cardenal Velasio de Paolis -Delegado Pontificio de la Congregación- dijo en la Misa inaugural que en la aprobación de las nuevas Constituciones debería examinarse profundamente el carisma de la Legión. La pregunta que me viene a la cabeza es la siguiente: ¿Qué carisma?, es decir, ¿tiene la Legión de Cristo un carisma?
Un carisma es una gracia especial que el Espíritu Santo dona para el bien de la Iglesia. La primera vez que se utilizó el término «carisma» oficialmente, fue en la exhortación apostólica Evangelica testificatio en 1971: “Sólo de esta manera podéis vosotros dirigir nuevamente los corazones a la verdad y al amor divino, según el carisma de vuestros Fundadores, suscitados por Dios en la Iglesia”.
Posteriormente el documento Mutuae relationes decía del carisma: “El carisma mismo de los Fundadores se revela como una experiencia del Espíritu, transmitida a los propios discípulos para ser por ellos vivida, custodiada, profundizada y desarrollada constantemente en sintonía con el Cuerpo de Cristo en crecimiento perenne».
Este mismo documento dice en su apartado 12, que todo carisma auténtico «lleva consigo una cierta carga de genuina novedad en la vida espiritual de la Iglesia» y en ese mismo apartado se dice «La caracterización carismática propia de cada Instituto requiere, tanto por parte del Fundador cuanto por parte de sus discípulos, el verificar constantemente la propia fidelidad al Señor, la docilidad al Espíritu, la atención a las circunstancias y la visión cauta de los signos de los tiempos, la voluntad de inserción en la Iglesia, la conciencia de la propia subordinación a la Sda. Jerarquía, la audacia en las iniciativas, la constancia en la entrega, la humildad en sobrellevar los contratiempos».
Juan Pablo II, en la exhortación apostólica Redemptionis donum habla explícitamente del carisma: «Este amor ha nacido siempre de aquel don particular de vuestros Fundadores, que recibido de Dios y aprobado por la Iglesia, ha llegado a ser un carisma para toda la comunidad».
Un Diccionario de la Vida Consagrada dice: “La expresión carisma designa, en su significado general, aquel don del Espíritu ofrecido benévolamente por Dios a algunos Fundadores, hombres o mujeres, para producir en ellos determinadas capacidades que les hacen aptos para alumbrar nuevas comunidades de vida consagrada enla Iglesia”.
Podría seguir citando Magisterio de la Iglesia sobre el tema, pero creo que con estas citas se llega a una aproximación. Estos documentos hacen ver la importancia que se da a la fidelidad al don que inspiró al Fundador a llevar a cabo su obra. El carisma llega a través de un don de Dios hacia el Fundador, que lo hace llegar a sus discípulos y de ahí a la Iglesia.
De todos es conocido el terrorífico caso de Marcial Maciel, Fundador de los Legionarios de Cristo. Un caso de escándalo sin igual en la historia reciente de la Iglesia, cuyas víctimas se encuentran por doquier. Una doble vida llevada con una frialdad que aterra. Una vida que ha causado daños irreparables, físicos, psicológicos y espirituales, que perdurarán en el tiempo hasta quién sabe cuando.
Ahora vuelvan a leer los textos de arriba, sustituyan la palabra «Fundador» por el nombre «Marcial Maciel» y háganse la pregunta: ¿Tiene la Legión de Cristo un verdadero carisma?
Me parece que hay que distinguir.
Una cosa es la santidad de vida de una persona y otra que Dios se pueda expresar de un modo u otro a través de un pecador.
Balaam era un falso profeta, pero Dios lo quiso usar para hacer verdaderas profecías: así aparece en el Éxodo.
Igualmente Salomón fue un gran pecador, pero Dios lo llenó de dones, incluido el de profecía.
No quiero decir que lo de los Legionarios de Cristo sea un carisma, sino que no se puede juzgar un carisma solo por la vida de quien lo porta.
Por supuesto, dejando de lado la rectitud de intención de la mayoría de los Legionarios, de lo cual no me cabe la menor duda.
Muy discutible que un sujeto como Maciel pudiera recibir un auténtico «carisma»:
http://todomaciel.wordpress.com/2009/08/01/el-pseudo-fundador-y-los-cofundadores/
Saludos.