Del maligno enemigo, defiéndeme

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Resultado de imagen de las tentaciones del desierto

Esta semana se ha publicado una entrevista en El Mundo, al Prepósito General de la Compañía de Jesús, en la que éste hizo una afirmación que me llamó poderosamente la atención, a pesar de considerarme ya prácticamente inmune a las sorpresas a estas alturas de la película, dada la colosal confusión existente a todos los niveles.

Al final de la citada entrevista, el entrevistador le pregunta ‘si cree que el mal es un proceso de la psicología humana o proviene de una entidad superior.’ A esta cuestión contesta el sucesor de San Ignacio:

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‘Desde mi punto de vista, el mal forma parte del misterio de la libertad. Si el ser humano es libre, puede elegir entre el bien y el mal. Los cristianos creemos que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto Dios es libre, pero Dios siempre elige hacer el bien porque es todo bondad. Hemos hecho figuras simbólicas, como el diablo, para expresar el mal. Los condicionamientos sociales también representan esa figura, ya que hay gente que actúa así porque está en un entorno donde es muy difícil hacer lo contrario’.

‘Hemos hecho figuras simbólicas, como el diablo, para expresar el mal’. No sé ustedes, pero entiendo que no cree en la existencia de los ángeles, serán invenciones para expresar el bien, ¿no? Y por ende, las tentaciones de Jesucristo en el desierto con el demonio supongo serán una parábola, o los numerosos exorcismos que realizó fueron porque en esa época no daban más de sí, eran unos supersticiosos y tenía que seguirles el rollo. En consecuencia, los ángeles que aparecen en el Antiguo Testamento o el Ángel Gabriel que se le aparece a María en Nazaret, serían también una expresión simbólica, en este caso del bien, ¿no?

La gravedad del asunto radica en que esta afirmación no la ha hecho un sacerdote coadjutor de la Parroquia de San Juan Crisóstomo en la diócesis de Astorga, la ha hecho el Superior de la Compañía de Jesús, con todo lo que ello supone. Ya no sólo es que dilapide siglos de magisterio de la Iglesia, sino que contradice directamente al Papa Francisco -jesuita como él y muy dado a hablar del demonio- y por supuesto a los santos de su Congregación.

El Papa Francisco no puede ser más claro en esta cuestión: “a esta generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el diablo era un mito, una figura, una idea, la idea del mal ¡pero el diablo existe y nosotros debemos combatir contra él! ¡Lo dice San Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios! Aunque no estamos muy convencidos de ello”. No hace falta decir nada más.

Por cierto, ¿qué pensará el padre Arturo cuando reza la maravillosa oración de San Ignacio ‘Anima Christi’, y llega a la frase ‘Ab hoste maligno defende me’ –del maligno enemigo defiéndeme? Tendrán que cambiarla.

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