#rezoporfernando

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image El hashtag #rezoporfernando nos llevó a muchos a conocer la historia de Fernando Pelayo Pinedo nacido a las 25 semanas de gestación y con 700gr de peso, y cuyo padre, Bosco, lo dio a conocer a través de Twitter, desde donde nos ha ido haciendo partícipes de su día a día. Varios medios de comunicación se interesaron por esta historia de lucha y de fe. Así, Intereconomía TV, Infovaticana, y otros medios, colaboraron en la difusión y hasta en la cadena de oración por Fernando. Hoy nos sorprendía la triste noticia del fallecimiento de Fernando. Sus cuatro meses de vida podrían parecer una tragedia, un sinsentido, un ¿para qué?, … Sin embargo, una vez más se nos escapa el misterio de la vida. No somos dueños de la vida, somos usufructuarios. Por muy corta que sea la vida, siempre merece la pena vivirla. La existencia aquí en este mundo es un regalo de Dios, sea más o menos larga, siempre hay que cantarle un canto de agradecimiento, porque la vida es maravillosa. Pero, ¿aquí está la única vida? La fe de Bosco Pelayo nos ha dado una lección enorme. Un padre que pone a su hijo en los brazos de Dios, del Padre Celestial, sabedor de que el amor que Él nos tiene es más grande que la propia muerte. Veo en Bosco cierta similitud con Abraham. Ambos se sabían de Dios y todo, hasta su propio hijo, sin entenderlo, lo ponían en las manos de Dios. ¡Que lección de fe y de abandono en el Padre! Querido Bosco, no nos conocemos y no sé si alguna vez leerás esto; créeme, tu fe me ha edificado, me ha hecho rezar con más intensidad, me ha ayudado a abandonarme en los brazos de nuestro Dios y a aceptar su voluntad, aunque no la comprendiera en este momento. He visto en ti el hombre de fe que, a veces, no veo en mí. Estoy convencido que tu fortaleza habrá confortado a mucha gente, tu testimonio habrá despertado en muchos la fe que, quizás, tuvieran adormecida, … Y cuántas cosas más. Ahora le toca a Fernando rezar por nosotros, rotas ya las ataduras de este mundo vive en el seno de Dios gozando de la gloria celestial. Intercede por nosotros, Fernando. Ya no rezaré por ti, sino rezaré a ti, convencido de que puedes conseguirnos lo que nosotros no pudimos conseguir para ti. No comprendemos esta vida, tú ya sí. Que podamos, como aquel santo proclamar: «Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima voluntad de Dios, sobre todas las cosas. -Amén. -Amén»

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