El que comienza a ahogarse y se desespera, se ahoga. Porque intenta de todo, menos lo que necesita. El que mantiene la calma, puede salvarse. Así en la Iglesia, la crisis epocal que la afecta permite ver la desesperación mundana: intentar todo tipo de novedades para atraer a la gente, desde rebajar las exigencias morales —5 mandamientos en lugar de 10— hasta avergonzarse de la Cruz de Cristo y reducir a símbolos las verdades de la Sagrada Escritura. Tras las esperanzas de una Iglesia donde estén todos, todos, se esconde el deseo mundano de éxito. No resulta extraño, entonces, que alguien aplique las categorías mundanas del márketing. Pero, oh, paradoja: ¡el mejor márketing es el mismo que era y será siempre: Jesucristo y su Iglesia sin disimulos ni complejos! Recomiendo esta lectura divertida: http://elbuhoescrutador.blogspot.cl/2016/04/la-tradicion-vende-mas.html
El complejo católico de inferioridad
| 04 abril, 2016