Tiene lugar en Barcelona el congreso mundial sobre el mundo de la telemática, en el presente y en el futuro, donde estaremos conectados hasta durmiendo y soñando que estamos conectados con el cielo, el purgatorio, el infierno, o con el limbo, espacio habitado por los más inteligentes seres humanos libres de móviles, Internet, redes sociales, megas, tabletas y demás zarandajas del mundo de la informática. El cardenal Cipriani acaba de asestar un buen golpe al sistema de comunicación gratuita, por ahora, Whatsapp, colocándolo como un arma diabólica capaz de partir matrimonios, colocar cuernos digitales, facilitar encuentros similares a las sombras esas actualmente en pantalla de cine, y destruir la intimidad de una conversación con cualquiera. Días pasados estuve confesando. El compañero que me atendió no paraba de tocar «pitos», es decir, salían de él una serie de sonidos cada dos por tres, me decía que lo perdonara, cuando quien necesitaba el perdón verdadero era solamente yo. El hombre estaba apuradísimo, porque no sabía cómo estar ejerciendo su misión como confesor y a la vez cortar todos los sonidos de Whatsapp, de sms, salientes de los dos móviles que dispone de último grito técnico. Le pedí, por favor, que cortara semejantes «demonios parlantes» y me escuchara. Lo hizo un poco mohíno, pero aceptó. Acabada la confesión, mientras, en el templo, estaba dando gracias al Señor por la gracia recibida, a lo lejos, dentro de la sacristía escuchaba a mi hermano sacerdote dar a los botones de ambos teléfonos, pretendiendo parar la cascada de chiflidos que soltaban como locos. Tiene razón el cardenal Cipriani. Tanto el Whatsapp, como toda la tela telemática es un incordio destructor del diálogo en la familia, anulador de la intimidad personal, conquistador de corazones solitarios al modo donjuanesco pero sin espadas, y perdedor del tiempo de muchas personas. ¿Se imaginan que el chico y la chica de hoy están sentados en un banco del parque, sin hablar, sin tocarse ni un pelo, solamente agarrados a su móvil escribiendo en una jerga especial con otros colegas?. Se da muchas veces. Lo peor es que dentro de las casas, igualmente, ocurre entre marido y mujer, hermanos entre sí, primos entre sí, sobrinos entre sí, abuelos entre sí, y demás familia entre sí. Todos se envían mensajes por Whatsapp, en vez de hablar como seres humanos cara a cara. Por aquí, en el Sur de España, decimos que el Whatsapp, es una guasa que debe usarse con moderación, porque de lo contrario somos marcianos con pantallitas, solamente nos falta que la piel se nos ponga de color verde, como siempre pintaron los dibujantes de tebeos a los supuestos habitantes de Marte. Tomás de la Torre Lendínez
Whatsapp y sus consecuencias reales hoy y mañana

| 03 marzo, 2015
Como en casi todo,en el punto medio está la virtud,don Tomás.Utilizo el móvil lo justo,para llamadas,algún mensaje,alguna foto que me interesa y punto. Más aún,la empresa de telefonía que utilizo me regaló otro móvil que uso simple y llanamente para hacer llamadas a familiares porque tiene tarifa plana y no lo he dado a nadie. De hecho,ni me sé el número. Un abrazo,don Tomás.
La tecnología tiene sus ventajas pero también sus inconvenientes, debemos rechazar lo que no es aprovechable y nos distrae de nuestras dedicaciones más provechosas. Pues nada ponerlo en silencio y no hacer mucho caso de sus vibraciones .
PAX a todos.
Trabajo en un hospital. En ciertos servicios estan vetados los moviles para no montar una locura colectiva entre los diversos aparatos alli instalados. Alguna vez se han cruzado los cables y el cisco creado ha sido espectacular. La gente no repara que el movil sirve para hablar, pero nunca para molestar y menos a los enfermos de los hospitales.
Ese chisme es un asco. Eso sí, en España abusamos más que en otros países, por lo que he visto. Cada día somos más gañanes y manipulables.
Todos esos artilugios son herramientas que deben usarse para buenos fines. Pero el ser humano no está suficientemente educado para controlarlos y la misma herramienta se convierte en un fin perverso. Creo que el demonio teje su conspiración ahí.
Como tantas otras instrumentalizaciones que son fines y se utilizan como medios, como el mismo amor que instrumentalizamos.
Educación en virtudes es lo que necesitamos y nos debe ir acompañando a lo largo de toda la vida.