Abro el correo electrónico y me encuentro con varios envíos. Uno de ellos me llama la atención. Está firmado por Francisco Gutierrez Martínez. Es una persona conocida que es un masón confeso y militante activo de sus ideas desde su adscripción ideológica a la izquierda y devoto de la logia en la que está.
El firmante me concede que pueda poner aquí todo el texto. Dice así:
‘Ya estará, usted, hoy enfadado por el fallo de la sentencia del Tribunal Supremo sobre la asignatura de Educación para la ciudadania. Me alegro de su mal humor y todos los que piensan como usted.
Los jueces del Tribunal nos han dado la razón porque somos mayoría en toda España. Los cristianos están en franca minoría. Además, los miembros de la sala judicial saben que la mano que les da de comer no debe moderse, aunque hayan programado una huelga, que ya veremos si se produce.
Mire, usted, la gran razón que tenemos los masones para estar orgullosos de esta sentencia es la siguiente: los padres no tienen derecho a mezclar contenidos constitucionales con cuestiones morales familiares. La asignatura no entra en estos asuntos. Por lo tanto, el planteamiento de la objección de conciencia, además de ser ridicula en el número, cincuenta mil casos, contra cuarenta y cinco millones de ciudadanos en toda España, es ganas de hacer oposición al gobierno legítimo del país politizando una asignatura que se imparte en todos los países democráticos de Europa.
Por otra parte, la Iglesia está apoyando a estos padres porque desea tener en sus manos como ha hecho siempre la manipulación de las conciencias de los alumnos. Y ese tiempo ya pasó hace mucho. Y nunca volverá, se lo aseguro, porque nosotros estamos ganando terreno. Mire si vamos avanzando que todos los colegios de frailes y monjas han aceptado la asignatura de Educación para la ciudadanía sin poner dificultades. Solamente se les ha concedido que lo adapten al ideario del centro, pero eso es de poca importancia para nosotros.
Otra razón de nuestro contento es ésta: los padres no pintan nada en la educación de sus hijos, que los confían a los centros de estudio para su educación, y, lo mismo que no entran en los contenidos de la asignatura de matemáticas, lo mismo deben hacer en otra disciplina más como es Educación para la ciudadanía, que está en la Ley Orgánica de Educación, aprobada por la mayoría de los parlamentarios que nos representan a todos. El deseo de no cursar esa asignatura es signo de un flaco espíritu democrático.
En fín, le dejo. Quítese el enfado como pueda. Yo hoy he brindado con los amigos por esta sentencia justa y ajustada a derecho. Hasta otro momento. Un saludo’.
Dejo este texto colgado en El Olivo. El lector y visitante puede, si le parece, contestar a este señor que está tan contento que hace palmas con las orejas.
Tomás de la Torre Lendínez