En unas fechas como las actuales, esta Nochebuena y mañana Navidad, en las que las campanas siempre han tocado a Gloria en la liturgia por la alegría del nacimiento del Hijo de Dios, acudimos a otro acto más de campanofobia.
Esta vez ocurre en un pueblo de trescientos habitantes, en Urueña, provincia de Valladolid, donde un vecino tiene instalado un estudio de grabación. El señor se queja que el ruido de las campanas de la iglesia estorban a su trabajo.
Ha presentado la correspondiente denuncia ante el tribunal competente, quien ha sentenciado que debe ‘debe debilitarse el sonido’ de las campanas.
¿Alguien me puede decir cómo se debilita el sonido de una campana?
Da la casualidad que este pueblo posee un museo sobre campanas.
Según la noticia, el alcalde ha de reunirse con el cura párroco para buscar la fórmula mágica de ‘debilitar’ el sonido de las campanas. Algo que no ha ocurrido aún.
Por esto, cabe esperar que esta Navidad puedan tocar y alegrar las campanas de la iglesia a todos los vecinos, menos uno, como lo han hecho siempre. Este uno sospecho que no trabajará ni hoy ni mañana en su estudio de grabación.
Todo esto parece un cuento navideño firmado por alguno de los excelentes escritores españoles. No es así, amigos lectores. La noticía la pueden comprobar pulsando aquí.
Deseo a todos los amigos lectores una feliz y santa Navidad del Señor.
Tomás de la Torre Lendínez