Cuando los medios de comunicación fueron naciendo, primeramente, la prensa estuvo en manos de empresas privadas capaces de contar al pueblo las acciones del gobierno contra el mismo gentío lector, produciendo una interacción de los subditos ante maniobras contra los derechos ciudadanos. Como se vendían millones de diarios en el mundo anglosajón a la prensa se le denominó el cuarto poder. Con la llegada de la radio, el cine, la televisión, internet, redes sociales…los gobiernos entraron a ser propietarios, durante las legislaturas, de un fuerte caudal de radios y televisiones propias, donde con dinero público se entramparon hasta los ojos y metieron a todos los palmeros de turno. Siguieron existiendo las empresas privadas, claro que sí, pero con una domesticación «umbilical»: con el tema del papel para la prensa escrita; con el asunto de las concesiones de licencias de radio y televisión; con la propaganda institucional para soltar perraje público en publicidad, de modo esencial en periodos electorales…..con la destitución de directores incordios por otros más sumisos… No estaba todo inventado. Tenía que llegar la trama de las redes de influencia para mantener en pie a empresas medio quebradas siendo el ejemplo de Prisa uno de ellas. Lo que parecía imposible es que se uniera una empresa privada con el gobierno de turno para «acelerar» el contrato de una estrella de radio como Carlos Herrera para esa entidad laboral medio en ruina económica. Varios amigos hemos concluido que si llega a Cope, el locutor andaluz, es como el jugador de fútbol con más de treinta y tantos años, que ha estado en un gran club como única estrella, pero desea terminar sus días en otra entidad deportiva allá por USA o por paises ribereños del Mar Rojo, donde le endosan un pastizal, se habla de más de ocho millones de euros, pero la luz de la estrella está tamizada, cansada, oblicua, desganada, al llegar a un campo de césped artificial, con un fuerte calor atmosférico y laboral, con unos criterios suecos de vigilancia aduanera al locutar, sin sus ayudantes más cercanos y confiados, con una directiva negra y enterradora, con unos accionistas mayoritarios pasotas hasta de su sombra, con unos privilegiados del sector deportivo con los tocinos monetarios bien rechonchos, y con una audiencia acostumbrada a ser cuarterona en todos los «ejemes». Herrera, que no es tonto, tomará, ante un panorama así, el camino más cómodo: vegetar pasando el tiempo, cumplir con la letra sin entrar en la música, dar sin hacer daño……esperar que llegue el año 20, que termina su posible contrato, y retirarse a sus cuarteles, que son todos los restaurantes de España y sus propios negocios personales. Los protagonistas de la operación «contrato» seguirán preguntándose que ocurre que Cope no sube al segundo puesto del primer o segundo «ejeme». Los del gobierno no estarán. Los otros, en caso de estar, seguirán tirando dinero extraído del cepillo de la asignación tributaria de los católicos. Y otros, como un servidor, si Dios me da vida, continuaré diciendo que Cope mientras no comunique el Evangelio de Cristo, estará haciendo el juego a los hijos de las tinieblas que siempre son más inteligentes que los hijos de la luz. Tomás de la Torre Lendínez
Suposición sobre la estrella neblinosa
| 16 marzo, 2015
Lo ha dicho usted todo,don Tomás. Si no hay Evangelio en la COPE,lo que diga la COPE es supérfluo. Un abrazo.
Don Tomás esta usted sembrao, buen artículo, si quien debiera tomara nota seguramente se daría un giro hacia el camino recto y muchos lo agradecerían. Diremos como Abraham «Dios proveerá».