Suiza: minaretes y un obispo chalado

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Europa camina por una cuesta abajo. Ayer en Suiza ganó el referendúm que habian propuesto los partidos de derechas, los grupos feministas y otros, para prohibir a los musulmanes que no construyan minaretes en sus mezquitas. La victoria ha sido importante.

Pero, a la vez, conocemos que el uno de enero entrará a presidir la Conferencia Episcopal Suiza, un obispo que debe estar mal de la cabeza, pues aboga por derogar el celibato de los sacerdotes y, hasta ordenar a las mujeres de presbíteras.

Suiza es un país multirreligioso desde hace siglos. Además es una tierra que se ha librado de militar con ninguno de los ‘ismos’ del siglo pasado, lo que le ha supuesto no entrar en las dos guerras mundiales, y ser un paraíso para el dinero en la fuerte banca de aquel país.

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Pero, le está ocurriendo lo que ha toda Europa está perdiendo sus raices cristianas culturales. Y una de ellas es la defensa de la vida, tanto trayendo hijos al mundo, como evitando el aborto.

Por lo tanto, la victoria en el referendúm de ayer es una victoria pírrica, ya que el mundo musulmán sí procrean y llegará el día y hora en que serán más numerosos que los propios suizos y en otro referendúm, sistema muy querido en Suiza para tomar decisiones nacionales, ganen por goleada de forma contundente.

Como, la Iglesia Católica, va a estar en manos de un obispo pasado de vueltas y aspirante a ingresar en un manicomio, resulta que esta misma Iglesia, que es la nuestra, tampoco va a servir de tapón para nada, sino para armar más ruido en el gallinero.

Un amigo comentaba ayer que Europa, y Suiza en particular, está como en los tiempos previos a la Caída del Imperio Romano: los pueblos bárbaros invadieron el territorio romano y cuando pudieron le dieron la vuelta a la tortilla y se hicieron con el poder y con todo.

La diferencia abismal, con el tiempo presente, es que entonces la Iglesia sí luchaba por mantener sus raíces en la sociedad, en la lengua, en la cultura y en todo. Ahora, aquella misma Iglesia está en manos, por lo menos en Suiza, de un chalado absoluto, a quien el Papa le debe encerrar cuanto antes en una casa de salud mental.

Tomás de la Torre Lendínez

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