Somos más católicos en el mundo. Ayer le presentaron al Papa el Anuario Pontificio. Somos más sacerdotes. Existen menos monjas en la Iglesia. Y casi el cincuenta por ciento de los católicos viven en América.
Estas conclusiones se pueden extraer de la información suministrada por el Anuario. Pero deseo aportar esta reflexión sobre un asunto clave: ¿Cual es la calidad del cristiano actual?.
Los números sirven para las estadísticas, pero ante Dios y nuestra conciencia lo importante es la calidad cristiana de los católicos. Cuando hablo de calidad me refiero a esas características que definen a una persona comprometida con el Señor y el hermano más pobre y necesitado.
Son los factores que nos definen ante una sociedad laicista y relativista. Si somos fuertes, valientes, conocedores, exigentes, cumplidores, creyentes, comprometidos, alegres, caritativos, esperanzados, ilusionados, orantes….todos estos caracteres y varios más son los que definen la calidad cristiana de cualquier de nosotros frente al laicismo relativista que nos invita a la molicie, a la masificación, al borregismo, a la estabulación.
La ‘religión relativista’ nos mete por todos los sentidos humanos sus escaparates, llenos de sus luminosos productos para que los incautos los compren y terminen en las colas que conducen a los recintos cerrados donde los despersonalizados son convertidos en marionetas de unos pocos que controlan todo y consiguen uniformar siempre a más público sacando más adeptos.
Por lo tanto, la noticia estadística de la Iglesia Católica me alegra y cuyo contenido se puede leer pulsando aquí.
Y a la vez me cuestiona sobre la calidad de mi vida cristiana, sobre el grado de compromiso de mi persona con Cristo y la Iglesia. Porque obras son amores y no buenas razones. Convenceremos más estando y mostrando nuestro propio convencimiento de seguir al Señor Jesus, que intentando vencer con otras armas.
Los cristianos, pues, en esta sociedad laicista estamos para convencer con nuestro propio testimonio de obras de amor a Dios y a los hermanos, más que para vencer con una palabrería hueca e inservible.
Hoy doy gracias a Dios porque somos más, pero le repico las gracias sin límite si todos somos de una mejor calidad cristiana. Porque interesa más la calidad que la cantidad.
Tomás de la Torre Lendínez
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