Hubo un tiempo, hace cuarenta años acabó, donde se decía que aquel régimen duraría hasta el infinito con la ayuda de Dios y el imperio. Ahora, el Senado en pleno acuerdo, decide que la Semana Santa tal como se celebra en España debe ser declarada como Bien Inmaterial Patrimonio de la Humanidad, por la Unesco, nido de masones hasta los tejados. Según los argumentos presentados los más fuertes son: es cultura popular; es arte ambulante en imágenes; es gastronomía peculiar de un pueblo; es un momento en que se abren las puertas al turismo cultural; es una ocasión de aumentar los puestos de trabajo en la hostelería; es una semana de vacaciones parlamentarias y escolares; es….todo eso y más, pero no se cita, porque sus señorías senatoriales, no todos respiran por sus poros amor a la Religión Católica. Existe un lugar de España, cuyo nombre no deseo escribir, cuya catedral ha sido una belleza desconocida hasta que los políticos locales decidieron ponerla en la lista del patrimonio de la humanidad en la masónica oficina de la Unesco. Desde aquel momento pasó, el edificio catedralicio, a ser la manzana de la discordia política entre los partidos y objeto arrojadizo entre los vecinos. Con el asunto de la Semana Santa, el Senado español va a conseguir lo mismo: que sea tema de encontronazos entre políticos, camaradas de logia, y demás cofrades de mandil y covachuela. Dejen, señores senadores, a la Semana Santa en paz, tal como el pueblo cristiano lleva siglos celebrándola en los rincones de España. No metan sus horrendas narizotas en este riquísimo arcón de cultura religiosa católica, que nació en España por contraposición a la reforma luterana centro europea enemiga de las imágenes. La Semana Santa española es una forma española, valga la redundancia, de unirse al movimiento de la Contrarreforma nacido del Concilio de Trento y de todos los papas posteriores. No metan sus cucharones dentro que la matan, o le quitan su primitivo sentido a las hermandades y cofradías, a quienes la Iglesia en España ha conseguido encarrilar por la legislación canónica milenaria eclesial. Con la crisis del postconcilio Vaticano II, algunos alcaldillos, concejales y otros seres figurones se sacaron de las mangas anchas la «Declaración de la Semana Santa como interés turístico local, regional o nacional». Aquello hizo mucho daño a la propia esencia religiosa y cultural de la Semana Santa. Cuando aquel sarampión pasó, ahora aparece todo un Senado español a pedir una declaración del patrimonio de la oficina de la Unesco, donde yacen todos los colores de los mejores mandiles españoles y europeos. ¿Por qué no declara el Senado, en pleno acuerdo, la intangibilidad de la vida humana desde el seno materno hasta el último suspiro humano en la cama hospitalaria o familiar? ¿Que se apuestan, señores lectores, que a esto no se unifican los votos de todos los partidos presentes en la cámara.? Abro las apuestas: mi parecer es que no tienen bemoles de hacer algo así. Tomás de la Torre Lendínez
Señores senadores, dejen la Semana Santa intocable
| 29 marzo, 2015
Los senadores quieren hacer con la Semana Santa lo que Fraga y la xunta con el Año Santo Compostelano: Xacobeo®. Acuérdense de que hasta tuvieron las narices de pedir que fuera cada año por eso del turismo.
Totalmente de acuerdo: Intentar «controlar» el hecho de la religiosidad o la fe es algo que les gusta a los políticos más que a un tonto una tiza y van a por todas.
Por la vida,tal como usted señala,don Tomás,no tienen tanto interés en su defensa. Un abrazo,pater.