Las instituciones de obispos católicos de Europa organizan las II Jornadas Sociales Católicas Europeas, que este año llevarán por título “La fe cristiana y el futuro de Europa”, contarán con la colaboración del Arzobispado de Madrid y de la Conferencia Episcopal Española y se celebrarán en Madrid del 18 al 21 de septiembre. Al encuentro asistirán católicos comprometidos en el apostolado social de la Iglesia, llegados desde 29 países europeos, en lo que será una gran oportunidad para reflexionar conjuntamente sobre la misión de la Iglesia en la sociedad contemporánea. Obispos, sacerdotes, religiosos y seglares se reunirán para abordar y debatir los grandes temas sociales en el contexto de una Europa en constante proceso de cambio, cuya identidad no puede entenderse sin la contribución decisiva de la fe cristiana. Europa, es cierto, no se puede comprender en su presente y en el futuro, sin sus raíces cristianas. Exactamente hoy celebramos al apóstol Santiago, patrón de España, y centro esencial de peregrinación siguiendo un Camino que le ha dado nombre a todos los que llegaron más tarde. Aquel Santiago, apóstól de Cristo, quien tanto contribuyó a la reconquista española de la invasión árabe, que costó ocho siglos de luchas para recuperar la libertad, la unidad geográfica, la fe católica, y la monarquía cristiana, ejes de la cultura y de la sociedad española hasta que llegaron lo que todos conocemos y comenzó la demolición de España. Aquel conocido juntaletras que denómino a la Reconquista, como «ominosa». Aquel payaso que deseó quitar el apellido de «Matamoros» al propio Santiago y a un montón de españoles así apellidados. Aquel ejecutor de un libro de estilo de escribir en un diario nacional y en sus radios y televisiones, donde fueron imponiendo que no se podía, salvo ofendiendo, la palabra moro, la cambiaron por magrebíes. Aquel historiador de salón de corte y cofección que escribió el primer manual para las víctimas de la Logse, donde se soslaya la Reconquista, porque se considera como unas peleas entre señores feudales que deseaban quitar el dominio al rey castellano del momento, concluyendo que era la antesala de las luchas de clases sociales, que mitificaría el marxismo más primitivo, dialéctico y materialista. Aquel manual había salido de un libro que un escribiente marxista en sus horas muertas, amigo de la peseta a destajo, había parido en una noche oscura alumbrada solamente con relampagos y truenos secos, en el que bebieron todos los padres de la Logse y compañía leguleya hasta la actual Lomce. De aquel manual salieron aquellos ilustrados e ilustres políticos que pidieron que en ninguna bandera, escudo o similar apareciera la presencia de cabezas de moros, de Santiago Matamoros, y de todo lo que oliera a la presencia milagrosa conquistadora del Apóstol en ocho siglos que se dice pronto. Tras esta demolición, hemos llegado a donde estamos hoy: a un pueblo sin historia, sin raíces, sin pies, ni cabeza, un rebaño de ovejunas lanares divertidas comiendo hierba verde artificial de los campos esquilmados de la antiguamente llamada España. Tomás de la Torre Lendínez
Santiago, raíz católica de España y Europa

| 24 julio, 2014