En todos los tratados de moral profesional en el periodismo se encuentra la obligación de respetar los embargos de documentos privados o públicos que sean entregados al periodista con la exigencia en letras grandes: EMBARGADO hasta tal día y hora. Transgredir, por parte de quien sea, un precepto de este tipo tiene su correspondiente sanción, porque implica mala fe, falta de responsabilidad profesional y revelación de secretos de oficio (del periodista), quien tiene la obligación moral y ética de atenerse a lo que el organismo correspondiente acostumbra a hacer cuando un documento es filtrado días antes de hacer la publicación oficial. Yo no quito, ni pongo rey, pero ayudo a quien leyere estas líneas a que el caso ocurrido con un informador acreditado ante el Vaticano no es extraño que haya sido sancionado para evitar en el futuro nuevos casos similares, y si por encima de él existen algunos culpables más deben ser sancionados en la misma o parecida proporción. Hasta aquí llega la moral profesional de un periodista. No entro, ni quiero en más batallitas de índole especulativa o calificativa de personas, medios informativos, u organismos oficiales. Eso lo dejo para quien desee entrar en esos jardines. Nunca estaré en ellos. Tomás de la Torre Lendínez
Sanción ejemplarizante
| 16 junio, 2015
Don Tomás,
su rectitud y claridad también son
ejemplares y estimulantes.
Bien, siervo fiel y prudente…
La custodia de la Encíclica correspondía a Magister. Si su editor, su tía o su portero, la tenía sin ser él el depositario, pues doblemente mal por parte de Magister.
Ni «tradicionalistas» ni «progresistas» tienen un plus para hacer lo que les venga en gana o quedar eximidos de sus responsabilidades u obligaciones por ser tal o cual. Si cabe un «tradicionalista» debería mostrar más respeto y responsabilidad en aquello que se le confía.
El mundo del periodismo, en todas sus categorías, ha dado buena cuenta de creérse más allá del bien y del mal en aras a la supuesta libertad de información y esa locura de la «primicia». En cualquier caso, muy mal también por parte de los responsables vaticanos porque, ya me explicará alguien por qué Magister u otro similar ha de tener el privilegio de conocer antes que los demás un documento que no le compete a él ni siquiera evaluar (es pregunta retórica).
Y, hombre, que sea el editor de Magister y no el editor, pongamos por caso, de Bibliotéca de Autores Cristianos, pues como que… en blanco y en botella. A menos claro que el editor de Magister esté hasta las narices de Magister y haya aprovechado otros conductos para hacerse con la Encíclica y de ese modo desprestigiar a Magister. Si el que no se consuela o arrima el ascua a su sardina es por que no quiere. En fin, a mi eso de «este es de los nuestros» como justificación me parece deplorable.
Está sanción supone que Lombardi tiene la certeza objetiva y no sólo moral de que Magister ha filtrado el texto de la Encíclica valiéndose de su acreditación ante la Santa Sede.
Sin embargo, Magister afirma que fue su editor y no él quien obtuvo el documento y decidió publicarlo y que él sólo escribió la introducción.
De nuevo toda la dureza para los católicos tradicionales y toda la benevolencia para los heterodoxos. El Obispo belga Bonny, partidario del reconocimiento por parte de la Iglesia de las relaciones homosexuales y bisexuales será padre sinodal:
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