Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 27
Ha aparecido en el diario madrileño Abc la lista de las cien personas más influyentes en la sociedad actual de España, en la que aparecen dos obispos, uno el presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Valladolid, y el otro el arzobispo de Barcelona. En estas mismas listas hechas hace treinta años aparecían varios obispos y algunos curas y frailes. Eran los tiempos en los que la Iglesia Católica que peregrina en España tenía una presencia activa y demostrable.
Hoy, por el contrario, la institución eclesial en la escena española es poca y pobre, porque estamos viviendo bajo un túnel de imagen y proyección social, a pesar de contar con muchos más medios de comunicación como es Internet y todas sus redes derivadas.
¿Este cambio es negativo o positivo?. La parte negativa reside en que solamente se oye hoy la voz de un solo locutor, quien no se calla ni de bajo de agua, y que está ya muy descolorida su figura por exponerse tanto ante los focos cegadores del gran teatro donde actúa.
Desde el punto de vista positivo, es muy evangélico y virtuoso que la Iglesia en España tenga poca relevancia de imagen dentro de la sociedad actual, porque según la enseñanza de Jesús de Nazaret todos los cristianos debemos ser como el grano de trigo, que es necesario que muera bajo tierra para que pueda dar una gran cosecha de espigas, llenas de más fruto.
Donde nunca la Iglesia debe retroceder es en su papel de comunicar la Buena Noticia del evangelio, porque el día en que un cristiano comience a dar pasos para atrás, es cuando entra en el campo de la cobardía, situación tan gustosa a tantas buenas personas que no desean complicarse la vida en nada, que les pueda sacar de la comodidad de su religión particular creada a la carta de un menú ligero y poco exigente y comprometido.
Desde hoy y en los meses venideros asistimos a un inmenso desfile de políticos de todos los partidos en liza, quienes en congresos o asambleas buscan las señas de identidad perdidas por el paso del tiempo, o abandonadas por los sucesores de los dirigentes fundacionales. Pretenden adquirir una cara y un logo que los identifique ante un público harto de oír siempre las mismas cantinelas verdaderas o falsas, y buscan lavarse en un buen spa para dejar todas los olores a corrupción, robo, prevaricación y cambios monetarios de lugares geográficos.
Los cristianos tenemos la advertencia continúa del Señor a la conversión de nuestros corazones, sin pasar por papeles de convenciones ni formas parecidas. El único cambio, el buen spa para los católicos está en la recepción del sacramento de la Penitencia, donde confesamos nuestros pecados, las varias veces que negamos conocer a Dios, y las muchas ocasiones que hemos huido de ayudar y servir a nuestros hermanos más pobres y necesitados.
La influencia social de los católicos en España sería masiva y constante, si los que asistimos a la Eucaristía dominical en España, que según cálculos fiables somos unos diez millones de personas, saliéramos de los templos dispuestos a transformar apostólicamente a los hombres y las tierras españolas, sembrando los grandes valores del evangelio de Jesús, quien nos dijo que amemos a Dios, como a nosotros mismos, estando dispuestos a dar nuestras vidas por nuestros semejantes, de modo singular por los más pobres y necesitados. Para este reto solamente nos falta valentía y convicción que la fe mueve montañas, como nos dijo el Señor. Seríamos la sal de este mundo y la luz de esta sociedad, como nos pide el evangelio de la Misa de este domingo.
Tomás de la Torre Lendínez
Muy buen articulo, estoy de acuerdo en todo.