Sacristanes

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Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 31 En la tarde del pasado viernes tuvo lugar en la iglesia de San Andrés el funeral de entierro y misa de córpore insepulto de Luís Torres Peralta, sacristán de aquel templo, quien heredó el cargo de su padre, como a su vez hoy lo ostenta su hijo José Luís. Toda una saga de la sacristanía andante por la historia del añejo Jaén. Descanse en paz. Cuando entré en el mundo de la monaguillería infantil conviví con el jefe de los acólitos: el sacristán, personaje ejemplar, curioso, popular, fiel escudero de los curas en las iglesias, y colaborador inapreciable en el papel pastoral de las parroquias de Jaén. He conocido una larga lista de hombres que han ocupado ese cargo cuyo apelativo sacristán da nombre a la sacristía espacio utilísimo en todo templo que desee tener el nombre de tal. Los he visto como caballeros andantes entre el cura ordenado canónicamente como Dios y la Santa Madre Iglesia manda desde los tiempos apostólicos hasta hoy. Los he contemplado como buenos cantores de un gregoriano de moco suene, o como suene, en un latinajo mal pronunciado y peor entendible. Los he tratado como fidelísimos servidores de las llaves del templo y los armaritos, custodios de las monedillas de los cepillos, espías sordos de las conversaciones pilladas por casualidad entre el cura y sus visitantes, y se han llevado todos sus secretos de la sacristía a la tumba de cabeza cuando les ha visitado la Parca. Con el paso de los años, el oficio de sacristán ha pasado al trastero de la historia eclesial. Una vez, hace una docena de años, traté a uno que me informó: “Yo no soy sacristán, sino ATC, es decir, asistente técnico de curas”. La risa me salió de los labios a borbotones. El buen hombre se tomó un enfado fatal. El último invento que he dado con él ha sido a fines del año recién fenecido. Me lo presentan como el conserje de la parroquia. Otra risotada salió espontánea de mi boca. El dueño del cargo me mira como un bicho raro por usar la risa como saludo. Cuando le expliqué los motivos de la misma hoy es buen y fiel colaborador. Con la riqueza que tiene la palabra sacristán en el uso popular, en el lenguaje de la propia liturgia eclesial, en la meritocracia interna de la propia institución eclesiástica, y en la literatura más clásica de la lengua española, es una pena que el término sacristán haya desaparecido del paisaje y del paisanaje costumbrista de la Iglesia en España. Nunca, ni ATC, ni conserje, puede suplantar a sacristán, por mucho que las regulaciones legales y laborales obliguen a entrar en unos cuadros de escalafones oficinescos y burocráticos fríos y alejados del término sacristán, que da nombre a un espacio tradicional en todo templo. Encontré una mañana, en una parroquia, a un sacristán de toda la vida, sentado en su mesa con un ordenador colocado en su mesa, donde su antecesor había tenido las posaderas muchos años dedicado a zapatero remendón, ante mi extrañeza, el buen hombre respondió: “ Soy el archivero de la feligresía, una de las más antiguas y numerosas de la ciudad.” Le felicité, porque había actualizado sus servicios de sacristanía junto a la moderna de la archivística. Deseo el descanso eterno a mi amigo Luis, el de San Andrés, y ruego a Dios que nunca desaparezca la figura del sacristán, porque entonces hemos dejado que el laicismo entre en los templos y nos secularicen la Religión Católica, proceso que bastante está ocurriendo en los últimos tiempos comenzando por culpa de todos los católicos, y sálvese quien pueda. Tomás de la Torre Lendínez

Comentarios
0 comentarios en “Sacristanes
  1. Aquí en mi querido municipio o pueblo de unos pocos miles de habitantes, perdura el oficio de sacristán. Es el sacristán personaje respetado por todos, pues según el sacristán Francisco que en paz descanse, que ejerció el puesto cerca de 70 años, los sacerdotes pasan por las parroquias pero ellos permanecen y transmiten las peculiaridades de los fieles y su idiosincrasia, para que se adapten lo antes posible han donde han recalado. Conocen los tiempos litúrgicos y lo que le rodea y son maestros de ceremonia. Sacristán es la palabra correcta, pues hay palabras que su significado va mucho más allá de los nuevos vocablos que se quieran imponer; como por ejemplo maestro con docente.

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