Suena un teléfono en Castelgandolfo. Lo descuelga el secretario personal de Benedicto XVI. Le comunican que llaman desde Madrid. Es el mismo cardenal don Antonio María Rouco. Le pasan la llamada, tras los saludos de rigor, el secretario enlaza al cardenal madrileño con el mismísimo Papa de Roma.
Son dos buenos amigos. Se conocen bien. El Papa pregunta el motivo de la llamada.
El cardenal responde: ¡Santidad!. Deseo comunicarle que en Madrid tenemos todo preparado para la JMJ. Estoy contando los días con los dedos de las manos.
Benedicto XVI, con su voz fina y educada, contesta:
¡Tengo ganas de encontrarme con los jóvenes del mundo en la capital de España¡. Todos necesitan un viento fuerte de esperanza, fe y amor. Esto es lo que modestamente deseo expresarles cuando los tenga delante.
El cardenal Rouco, gallego hasta la médula, comenta al Papa que todos los escenarios están preparados para los diversos actos, y que los voluntarios serán sobre las manos y los pies del millón de jóvenes que se concentrarán esos días en Madrid.
Benedicto XVI, hombre reflexivo y gran lector, interroga al cardenal:
Eminencia, ¿he leído que existen ciertos grupos montando algún jaleo contra mi visita, acusándome de alto gasto que supone la JMJ? Es cierto.
Monseñor Rouco, traga una poca saliva, carraspea como es habitual en él, y le cuenta al Papa que no se preocupe de ese tema, pues los españoles somos inteligentes para comprender que un acontecimiento de esa magnitud tiene un precio; y que, aunque se ha publicado que la JMJ será de coste cero y dejará cien millones de euros en la ciudadanía madrileña, es lógico que existan los escandalizados, como Judas Iscariote, con el deseo de vender el perfume con que la pecadora ungía a Jesús.
Existe un silencio breve entre ambos. El Papa toma la iniciativa: y dice:
Señor cardenal, no sé cómo agradecerle todo lo que han hecho en Madrid para que la JMJ salga bien en todos los aspectos. Estoy informado por la Nunciatura. Conozco que su eminencia trabajó muy bien cuando mi predecesor el Beato Juan Pablo II celebró la Jornada de la Juventud en Santiago de Compostela.
En ese momento se oye un clic en el ordenador personal de monseñor Rouco, quien cuenta al Papa que acaba de recibir un correo electrónico, y lo despliega con el ratón y le señala a Benedicto XVI su contenido: “Eminencia, le deseo regalar antes de tiempo la prolongación como arzobispo de Madrid, una vez que cumpla la edad canónica, durante los tres próximos años y que el Señor y su salud le permita seguir sirviendo a la Iglesia en España. Felicidades por el ser el único obispo que ha organizado dos Jornadas de la Juventud.”. La firma es de Benedicto XVI.
El galleguismo de monseñor Rouco le lleva a decir al Papa, con retranca, que él no ha sido el organizador, sino un inmenso número de personas que llevan años con las manos puestas en el arado sacando todo el programa adelante.
El Papa afirma tajante:
Hermano, no sea tan humilde. Usted, eminencia, es el director de esta inmensa orquesta que tendré la ocasión de vivir en Madrid cuando llegue la tercera semana de agosto.
El cardenal madrileño da las gracias a Su Santidad; y ambos tras despedirse y desear encontrarse en Madrid, cuelgan los teléfonos respectivos.
Tomás de la Torre Lendínez
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Lean, si les apetece:
El libro del hermano del Papa no encuentra editorial en España
Blog del padre Tomás.
http://tomas-de.blogspot.com/2011/07/el-libro-del-hermano-del-papa-no.html
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