¿Quién corrige al prepósito general de los jesuitas?

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¿Quién corrige al prepósito general de los jesuitas?.

Son ya muchas meteduras de pata desde que llegó al cargo. Cuando se asciende a un puesto como general de los jesuitas es por algo: estudios realizados, liderazgo, espiritualidad ignaciana, dotes de prudencia, saber nadar y guardar la ropa…Aquello que los enemigos de la Compañía siempre decían: Superbia jesuítica.

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El actual sucesor de San Ignacio es lenguaraz, imprudente y entregado a dotar de armas a los enemigos de la Iglesia Católica. Con personas así, no se puede ir ni a recoger una herencia.

Por lo tanto, ¿quién corrige al prepósito general de los jesuitas?

Comentarios
5 comentarios en “¿Quién corrige al prepósito general de los jesuitas?
  1. El general Sosa es fiel reflejo de la degradación de la mayoría de los miembros de la otrora esplendorosa compañía de Jesús, quienes están en contra del bien. Solo quieren hacer daño y, por tanto, nada tienen que ver con la espiritualidad de su santo fundador. Lo peor, los estragos que causan sobre muchos de sus dirigidos, a quienes embaucan miserablemente. Y es que los jesuitas se han convertido en la secta más nociva que existe sobre la faz de la Tierra.

    Un consuelo queda para quienes asisten, impotentes, a la demolición de la Iglesia por parte de sus enemigos internos: DE DIOS NADIE SE BURLA. Al general Sosa, al igual que al papa jesuita y a todos los enemigos de la fe, les llegará su hora, en la que tendrán que dar cuenta ante el Altísimo por todas y cada una de sus malas acciones.

    (Johnny-Gin)

  2. Este hombre no es católico. Esas declaraciones, y otras anteriores expresan claramente que no comparte la fe de la Iglesia Católica. Es tremendo, dada la relevancia del cargo que ocupa, que nadie corrija, que nadie matice. Cualquiera de los Pontífices anteriores de los últimos 3 siglos, lo hubiera destituido en el acto.

  3. ¿ Que quién corrige ? Nadie, absolutamente nadie. La corrección fraterna o paterna está en franco desuso. En compensación hay una descarada persecución a los ortodoxos, con especial saña, como a los 4 de los dubia, empezando por Burke.

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