Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, en formato digital
Se marcha un periodista católico, el último de la vieja escuela, el constante fiel a la participación en la Misa en la fiesta del patrón de la prensa cada 24 de enero, San Francisco de Sales, el santo de la dulzura que habrá asistido, como testigo, a la llegada de Vicente Oya a la otra orilla, como él describía el Cielo, la Casa del Padre, que nos espera a todos los católicos.
Ha partido de su querido Jaén, donde siempre ha estado dispuesto a colaborar con la Iglesia Católica, donde fue bautizado en su Cambil natal. Las veces que Vicente ha dicho sí a dar pregones cofradieros, charlas de divulgación de religiosidad popular, participaciones en mesas redondas sobre comunicación dirigidas a jóvenes católicos…las tendrá Dios apuntadas en su bloc de notas sobre su vida de católico comprometido y sin taparse de serlo cuando otros cambiaron la casaca en las mudanzas de las modas temporales.
Su catolicismo lo expresaba en sus miles de artículos, siendo el único periodista que no ha pisado un juzgado enganchado por alguna querella, porque la bondad de Vicente era viva y afectuosa, pero nunca bobalicona, sabiendo siempre a quien tenía delante, fuera una masa de pueblo, como ante un personaje de la historia a quien ha entrevistado.
Esa bondad natural y católica le ha llevado a conocer a todos los obispos de la diócesis del Santo Reino a lo largo de su vida, a quien ha respetado y servido con docilidad. El mismo trato que Vicente daba a los obispos, lo regalaba a manos llenas a los curas que él trataba y conocía, que han sido muchos. Entre ellos me encuentro, por eso hoy, en su partida de esta orilla a la otra, le lanzo un recado de amigo: “Prepara una silleta, o un filo de escalón para este cura, allí junto al Señor, donde seguiremos platicando de los trabajos, los días, los retratos en el lenguaje jaenciano”.
Descansa en paz, Vicente.
Tomás de la Torre Lendínez
Don Tomás, espero de corazón que tarde usted mucho tiempo en ocupar la silleta que a buen seguro le tiene reservada junto a él Vicente en la casa del Padre.Por otra parte, leyendo su artículo y al hacer referencia a los «cambios de casaca en las mudanzas de las modas temporales» me he acordado de cuando usted iba vestido de saquito de lana y camisa de cuadros de franela que casi le costó que le expulsaran de Galicia,¿se acuerda? y ahora no se quita el clériman con su» blanca doble» ni para ducharse.
DEP