Obispos a palos (y III)

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Durante dos post pasados estuve descubriendo un poco el «YO» de los aspirantes a obispo circulantes por las carreteras eclesiásticas actuales. Hoy termino contando la serie de tipos que esperan el regalo que le caiga una mitra sobre sus cabezas. En la literatura francesa es famosa la obra de Moliere, titulada Médico a palos. En la cual un individuo, leñador de oficio, ayudante momentaneo de un médico tiempos atrás, apalea a su mujer, quien se venga con una treta donde el protagonista, Bartolo, debe ejercer de médico sin serlo, cometiendo una serie de barbaridades contra la medicina y el buen trato a una enferma de amores, cuyo padre no desea darla en matrimonio a un pelagatos, amigo solamente de la dote. El inmenso «YO» de algunos aspirantes a obispos les lleva a incluir en su «carrera» al cargo sus estancias junto a tales o cuales obispos en algunos momentos de sus vidas. Creyendo que ser obispo se puede ser por ósmosis, por el aire compartido, o por el tiempo de servicio untuoso a uno o varios sucesores de los apóstoles. A dos aspirantes los han metido en una treta similar al médico a palos. Con voz oficinesca, con acento de un idioma extranjero, han recibido sendas llamadas teléfonicas con número anónimo. En la conversación les han comunicado que tomen rápidamente el camino a Madrid, donde les esperarían los oficiales correspondientes de la Nunciatura para conducirlos ante quien comunica el ser elegidos por el Santo Padre como obispos de tal y cual sitio. Los dos pardillos se encontraron en Atocha, llegando de puntos diversos de la geografía española. Situados en el acordado lugar de encuentro, consumieron dos horas hablando de sus futuros servicios donde los iban a enviar como obispos. Por allí no apareció nadie a recogerlos. El bribón que los llamó, subido en la altura de las escaleras mecánicas, tomaba un vídeo de los dos susodichos angelitos sin alas rojas ni blancas, aunque iban impecables para su encuentro soñado desde la cuna familiar. A las 4 de la tarde, ambos futuros episcopables fueron hasta el restaurante de la estación de ferrocarril, donde pidieron unos bocadillos de calamares madrileños. Cuando engullían el condumio, se acercó un conocido de ellos, les preguntó sus razones de encontrarse allí, ellos por el secreto de oficio mintieron como bellacos. En serena charla, ante un caliente café, el tercer hombre confesó su pecado: era la voz que los telefoneó; era el ejecutor de un vídeo que pensaba colgar en la Red; era un pájaro que les sacó quinientos euros a cada uno a cambio de entregarles el original del vídeo. Era un pícaro más de una sociedad plagada de vividores a costa del «YO» inmenso de quienes sueñan con altos cargos, cuando el que ostentan ahora no lo sirven como Dios manda. —————————– Lean, amigos, mi último Tratado titulado La Religión de la Comunicación incomunicada en España Pinchen en este enlace: http://marianojv.esy.es//novela.html Tomás de la Torre Lendínez

Comentarios
0 comentarios en “Obispos a palos (y III)
  1. ¿Ud se lo cree?
    Repasemos.
    Ambos pagaron en el acto. ¿Cuántos cromos de quinientos llevaban en sus carteras? ¿Con qué dispositivo se grabó el video, para entregar dos copias en el acto? …

  2. Y ambos pagaron en el acto. ¿Cuántos cromos de quinientos llevaban en sus carteras? ¿Con qué dispositivo se grabó el video, para entregar dos copias en el acto? …

  3. Indudablemente esos dos sacerdotes no son adecuados(diciéndolo fino)para un espiscopado.Narcisistas o simplemente algo egoístas han caído en manos de un estafador.
    Quien no busca más que el bien del prójimo no se preocupa en ser obispo,cura o simple seglar,sino amar lo mejor que Dios le da a entender. Un abrazo,don Tomás.

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