Desde la hoja de parra o higuera en el jardín del Edén, las personas, hombre y mujer, han vestido como correspondía a la evolución de la cultura, educación, civilización, gustos, modas, dineros, o autoridades, civiles o eclesiales, que imponían unos cánones de una moral pacata, victoriana, hipocritona; o las revoluciones habidas cortaban las alas de los chambergos, los largos de las capas, los calzones de los afrancesados, hasta pegar tijeretazos para enseñar y hacer sufrir a los mirones, nacidos de una naturaleza herida por la concupiscencia desde el primer pecado de Adán y Eva. El vestido de las naciones, tradicionalmente católicas, ha ido paralelo a la progresiva e imparable descristianización de sus gentes, de las familias, con la pérdida de los valores morales y sociales, hasta llegar al desierto de arena donde los cuerpos se tuestan al sol que más calienta. Pretender vestir a las mujeres con matilla, en las próximas procesiones de Semana Santa en la ciudad de Alicante es lo que desea la Junta Mayor de las cofradías de la Semana Santa de la ciudad costera. Las alrededor de 1.500 mujeres que participan en las procesiones de la Semana Santa de Alicante como «damas de mantilla» tienen prohibido ir con falda más corta de la rodilla, llevar escote y medias de rejilla, entre otros preceptos. Esta es la recomendación que ha trasladado la Junta Mayor de las Cofradías de la Semana Santa de Alicante a las 27 hermandades que procesionan con sus respectivos cristos y vírgenes, con motivo de una reunión celebrada la pasada semana para unificar los criterios de las vestimentas. Otros de los requisitos para que las «damas de mantilla» de negro participen en las procesiones son que lleven moño bajo o a media altura para sujetar la peineta, que el maquillaje sea sin estridencias y «lo más claro posible», evitando el color rojo, que los vestidos no sean ceñidos y que no lleven guantes largos. El presidente de la Junta Mayor, Alberto Payá, ha relatado que son «cosas lógicas y coherentes que llevan años cumpliéndose» por «decoro y respeto» a las imágenes de los pasos y a los ciudadanos, y ha añadido que todas las mujeres conocen estos requisitos ya que se les informa por escrito. En este sentido, ha recordado que dichas recomendaciones figuran en los reglamentos de la Junta y de las hermandades, y ha explicado que en caso de que una «dama de mantilla» no cumpla esta vestimenta, «se le invita a que abandone la carrera oficial» de la procesión. «Si alguna no viste de forma decorosa, no puede estar en la procesión, como se recoge en todas las normas de las hermandades y en los estatutos de la Junta Mayor», ha repetido Payá, quien ha hecho hincapié en que estas cuestiones se siguen desde hace más de una década. Si durante una década esta normativa ha surtido efecto positivo, pues que sigan haciéndolo. Pero el aspecto hipocritón que subyace es el mismo de siempre: durante una procesión se simula, se adapta la persona a unas reglas mínimas; pero acabada la comitiva religiosa, al día siguiente, si te ví no me acuerdo. Vuelta a la jungla que hoy es el vestido masculino y femenino: un ir como más cómodo se sienta el individuo. Esto demuestra que la sociedad no es católica, esto lleva a admitir que las procesiones son pasarelas de exhibición más o menos de un barniz religioso popular, pero detrás de esa careta no existe nada. Aquí está una exigencia pastoral para el largo y ancho mundo de las cofradías de Semana Santa. ¿Qué pastores, qué planes evangelizadores, qué métodos se usan, para evangelizar a los componentes de las cofradías y hermandades de la Semana Santa?. Tomás de la Torre Lendínez
Normas para las «damas de mantilla» en Alicante

| 11 marzo, 2015
No olvidemos que estamos ocupando las calles, y en la calle cada una y cada uno viste como quiera. En las iglesias, las normas que queráis, como en cada casa. En la calle, como a mi me guste más vestirme.
Me parece muy bien este recordatorio.
Me parece muy certero el énfasis en el aspecto hipócrita del asunto. Además de eso, habría que hacer notar lo arbitrario e, incluso, contraproducente que puede llegar a ser que se invite, como aquí se dice, a abandonar la procesión a una cofrade de mantilla. Primero, porque, salvo en casos que sean más que patentes, al tiempo que se impide procesionar a una mujer por razón de su vestuario, seguramente se le esté permitiendo hacerlo a otras que han pasado más inadvertidas, pero que, puestos a ser rigurosos, tampoco pasan por el tamiz de los requisitos. Y no creo que sea plan de ponerse a medir la largura de las faldas o hacer otro tipo de inspecciones igual de humillantes para con las cofrades de mantilla. Y, en segundo lugar, no se debe olvidar que las manifestaciones de religiosidad popular cumplen con una función de banderín de enganche con la sociedad, por lo que toda exclusión, en ese sentido, no deja de ser un hecho bastante penoso. Por lo que se debe de velar primordialmente es porque las cofradías no se conviertan en sucursales privadas para llevar a cabo una escenificación por hermosa que ésta sea, sino que sean un lugar para la santificación de sus miembros, que es a lo que deben aspirar y lo que debe siempre guiarles.
Podría parecer algo baladí pero no lo es:procesionar es algo que debe surgir de la fe y de la religiosidad comprometida y no de un deseo de exhibición,sea femenina o masculina.
Normas de corrección y decencia siempre deben ser bien venidas.
Un abrazo,don Tomás.