En la propia experiencia parroquial se encuentra uno con esta realidad:
Cáritas parroquial es un grupo de voluntarios cristianos que dejan su tiempo, su vida, y sus ideales de servicio a favor de los más pobres y necesitados de la comunidad.
Esta herramienta pastoral imprescindible en la misión parroquial tiene siempre la presencia del sacerdote, quien con la Doctrina Social de la Iglesia, con la comunión del resto de Cáritas parroquiales vecinas, o de la misma localidad, elaboran y planifican lo mejor posible la atención primaria, por lo menos en estas fechas de crisis económica, a los sufrientes vecinos metidos en el hoyo más trágico de la pobreza familiar.
Desde la vivencia con las Cáritas interparroquiales y la diocesana, se entiende que el Papa Benedicto XVI haya decidido sacar un decreto dirigido a controlar a Cáritas Internacional dentro de la Congregación Pontificia Cor Unum.
Posiblemente, el verbo controlar sea un tanto excesivo, pero es real. Mejor cabría decir: coordinar, colaborar, vigilar….
El segundo peligro constituye en huir de una reglamentación que se hace necesaria a la hora de atender a los más pobres y necesitados. Se trata de hacer caridad huyendo de la investigación de los casos presentados evitando la visita domiciliaria, el estudio documentado de la carencia de subsidios, considerando todo esto una burocracia inútil. Se oye entre los voluntarios de Cáritas: “Aquí estamos para dar sin importar nada más”.
No es así: la caridad organizada es más eficiente, es más justa, es más equilibrada. El estudio de cada caso familiar y personal es absolutamente necesario.
Por lo tanto, sea bienvenido el decreto del Papa para Cáritas Internacional, cuyos miembros deben tener un sometimiento a la Santa Sede, donde está el sucesor de Pedro, garante de la vida de la caridad de la Iglesia Católica implantada dentro de la sociedad de este mundo actual lleno de problemas económicos muy graves.
La acción caritativa de la Iglesia, cuando nace de un corazón como el de Jesús, debe ser coherente, coordinada, elaborada, con la rectitud de una mente organizada y con la metodología necesaria para que las ayudas prestadas sean eficaces y se repartan con equidad y justicia distributiva.
En este decreto se contempla, también, los documentos que salgan con el visto bueno de Cáritas. No siempre se acierta. Muchos ojos ven más que unos pocos. Cáritas es la Iglesia. No es una organización no gubernamental.
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Tomás de la Torre Lendínez