Ayer, en el Vaticano, los kikos adquirieron su carta de ciudadanía plena dentro de la Iglesia Católica. Francisco José “Kiko” Gómez de Argüello, Carmen Hernández, don Mario Pezzi y los cientos de miles de personas que, en todo el mundo, forman parte del Camino Neocatecumenal, escucharon el sí definitivo de la Santa Sede a su movimiento.
Siguiendo a un profesor que tuve de Eclesiología, nos decía que la Iglesia Católica es una gran plancha ardiendo donde han ido dejando sus pucheros los fundadores de órdenes monásticas, mendicantes, contemplativas, educativas, hospitalarias, sanitarias, servidoras de la infancia, de los ancianos, de las misiones en países lejanos…….y los movimientos laicales actuales. En esa gran plancha constantemente ardiente con el fuego del Espíritu Santo cabemos todos, incluidos los que no estamos encuadrados en ninguna de esas instituciones antiguas o nuevas.
Con esta visión, las Iglesias particulares, las diócesis, a cuyo frente están los obispos, deben armonizar a los diversos pucheros y los alimentos contenidos en ellos evitando que se derramen sobre la plancha y se quemen. Deben pastorear esos pucheros para que no deseen disponer de su propia plancha. Todos los pucheros deben mirar al obispo, como sucesor de los apóstoles, y buscar y trabajar por la unidad de todos en torno a Cristo, Eterno y Único Pastor.
En este escalón, la última plancha ardiente es la parroquia, que debe ser mirada como la comunidad de comunidades, donde los pucheros presentes mantengan su equilibrio lo mismo que sucede en las diócesis. Los sacerdotes, cooperadores del ministerio episcopal, deben pastorear en el mismo sentido y remar en la misma dirección.
Esta visión tan culinaria de la Iglesia Católica puede pecar de ciertas carencias, que los amigos lectores pueden completar con sus comentarios.
En realidad, la mirada de los carismas fundacionales dentro de la Iglesia, quienes los tienen, como dones del Espíritu Santo, los han ejercido a lo largo de la historia eclesial que ya supera dos milenios. Esta unidad variada admite la pluralidad de los carismas sin menoscabo de una sana convivencia de todos con todos, manteniendo cada uno su propia identidad, dentro de la amplia comunidad de todos los hijos de Dios bautizados dentro de la misma Iglesia del Señor.
Esta visión de la Iglesia, una, única, variada, plural, comunitaria, católica, apostólica, santa y romana, es en la que fui bautizado, me eduqué, me ordené sacerdote, a la que sirvo pastoralmente y en la que entregaré mi vida hasta el último suspiro.
Quien esté enfadado porque los kikos ayer sean reconocidos por el Santo Padre, no conocen que la Iglesia Católica es un gran misterio, que solamente se asume desde la fe en Cristo, su fundador sobre la roca de Pedro.
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Tomás de la Torre Lendínez