Los caciques señoritingos andaluces, de la segunda mitad del siglo XIX y hasta las puertas de la II República, organizaban unas francachelas orgíasticas teniendo como marco los grandes cortijos situados en el amplio mapa andaluz. Durante varios días los caballeros, tan hipócritas como don Guido de Antonio Machado, juntaban el cante flamenco, el vino jerezano, el jamón de Jabugo, la carne fresca de las mozas ajadas de la prostitución, el queso manchego, los productos mantanceros propios, colocados en las parrillas calientes por fuertes troncos de leña de olivo, y así un día y varios más. La legítima, mientras, rezaba en la iglesia por la conversión de su marido. Esta estampa costumbrista andaluza tenía una compañía inseparable: la reala de perros galgos, compañeros de la cacería previa a la juerga, que se alimentaban con los huesos medio mordidos por los presentes en estas bacanales copiadas del decadente imperio romano. La rueda de prensa de hoy, en Madrid, donde «los descubridores» de los huesos cervantinos no sabían si estaban en esas juergas andaluzas, cuya ralea de galgos eran los propios periodistas presentes, han intentado «convencer» que la osamenta del mejor escritor español de todos los tiempos, era la encontrada en el convento de las Trinitarias madrileño. La rueda de prensa ha durado hora y media. Los galgos andaluces comían las sobras de los señoritos postineros, los periodistas han comido unos huesos que serán de Cervantes, de un sereno, de un sepulturero o del maestro armero. Ningún plumilla ha tenido la verguenza de levantarse de la reunión, pegar un portazo con un fuerte grito: Cervantes es un espiritu inmaterial, en vez de esos huesos más falsos que Judas Iscariote. ¿Conocen los periodistas presentes la obra cervantina?. ¿Habrán leído el Quijote, las novelas ejemplares, los entremeses firmados por don Miguel?. ¿Les ha servido el mejor escritor en lengua española como maestro a algunos de los videntes de la astracanada de hoy en Madrid?. Para mí que ninguno o unos cuantos, pero pocos más, de los periodistas han leído entero el Quijote, porque la incultura de los clásicos les ha llevado a uno de ellos a preguntar: ¿Cómo quieren ustedes que titulemos el producto que nos están vendiendo?. Solamente existe una: «No somos los galgos andaluces que comen los huesos de los señoritos investigadores sin saber a ciencia cierta nada de nada». Si nos tragamos la mentira de los huesos cervantinos, mañana nos beberemos la pócima de la eterna juventud. Tomás de la Torre Lendínez
Los huesos a los galgos
| 17 marzo, 2015
Me había ilusionado con que los restos de don Miguel de Cervantes Saavedra reposasen reconocidamente pero veo que, a pesar del esfuerzo,se va a hacer un pan como unas tortas.
Esperemos que todo acabe bien. Don Miguel no merece menos.
Un abrazo,pater.
Bueno, totalmente de acuerdo con usted. Por lo que leí son los huesos de Cervantes por que son los huesos de Cervantes. Ni una mención a los argumentos científicos por los que lo son. No soy español. así que esto queda entre usted y yo 😉