He esperado las cuarenta y ocho horas que todos los médicos conceden al enfermo ingresado en un hospital. He observado y leido la prensa de estas fechas en el modo cómo han enfocado la Misa de las Familias del domingo pasado. Ha habido de todo como en botica.
Los medios del grupo Prisa y el grupo de Roures se han lucido con una veda abierta contra la persona del cardenal Rouco. Llegando, incluso, al insulto, a la blasfemia, a la bazofia típica de estas empresas y al escupitajo en el rostro de la Iglesia Católica, que es el enemigo número uno del laicismo y progresismo barato de la izquierda arruinada mentalmente desde hace bastantes decenios.
En este año han tomado protagonismo las redes sociales, que comenzaron el fuego cruzado desde el mismo domingo, como se puede leer pulsando aquí.
Un caso singular es que los plumíferos, desde fuegos amigos, han lanzado sus mendacidades, mezclándolas con bilis revueltas con el contenido de garrafón barato, y demostrando tener una depresión profesional de segundón periodístico de servir los cafés a las mesas de los demás, manteniendo cuando se pasa de los sesenta años un complejo de inferioridad, que ya no tiene remedio alguno y cuya curación será solamente en la tumba, a donde nadie les llevará ni flores.
Estos escribientes al dictado de más líneas, más cobras, son unos mendigos de algo que llevarse a las teclas del ordenador, tienen la mente embotada de un largo sufrimiento, que comenzó en una infancia cuando nunca sobresalían por nada en ninguna parte, y, además, lo alimentaron, cuando eran adultos, con el fracaso empresarial de algún periódico que no volverá a ver el sol nunca más.
Estos ineptos para la información veraz usan el lenguaje tabernario, aprendido, no en las fuentes del anticlericalismo hispano y republicano, no, tienen un modo de expresión peor que el de las victimas de la Logse, ya que no existe peor ignorante que quien desea ofender sin inteligencia porque la tienen castrada y sin expresión escrita coherente, porque son clientes fijos de un psiquiatra aficionado, que les endosa pastillas y otras sustancias que les rompen las pocas neuronas vivas que les puedan quedar en el caletre.
Desde aquí, me sumo a las palabras de Cristo cuando anunció que la Iglesia sería perseguida hasta el final de los tiempos y a sus palabras en la Cruz cuando perdonó a todos porque no sabían lo que hacían.
Tomás de la Torre Lendínez