Los curas militantes en los partidos políticos

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Durante la historia de la Iglesia el clero, a nivel personal, ha militado en las banderías militares y políticas que le ha dado la gana. Algunos decían misa con la armadura colocada o con la espada en el cinto. Con el nacimiento de los partidos políticos, ya en la Edad Contemporánea, la afiliación ha sido descarada y total.

Cuando la separación entre la Iglesia y el Estado comenzó a ser efectiva, de modo concreto en el Concilio Vaticano II, parecía que el clero no militaría nunca con altivez en los partidos políticos. No es así. La militancia es clara y es pagada con oro incluso.

Existen dos tipos de militancia del clero en la política partidista. La primera es la ideológica. Es la que demuestra que un cura apunta hacia una determinada visión política de una situación social, económica, moral, que esté en ese momento en el candelero de la actualidad. Ese mismo cura expresa su inclinación ideológica hablando o escribiendo. Y luego, cuando lo llaman a las urnas, normalmente, suele votar al partido por el que piensa que tiene la solución de los problemas de la sociedad del momento.

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La otra militancia es la adscripción fotográfica al lado de las autoridades locales, provinciales, regionales o nacionales. Es una unión, dicen estos curas, por razón de cargo buscando el bien de la Iglesia a la que dicen amar y defender. Los políticos, que no son tontos, les gustan coquetear con este tipo de clero, a quienes les pirra bailarles el agua, aporrear sus puertas, salir en fotos de prensa, en vídeos televisivos y cuando haya que poner el pecho para llenarse de honores lo hacen como sumo y sumiso gusto.

Esta militancia clerical en los partidos equis o uve tiene un peaje personal e intelectual, donde la sumisión y la obediencia a las autoridades constituidas por las urnas es propia de los cadáveres. Los mismos partidos se muestras orgullosos de contar entre sus obedientes huestes con una parte del clero al que ponen el adjetivo propio de la misma institución partidista.

Este sector clerical no es consciente, y si lo es se hacen los locos, de que el resto de compañeros los miran con ojos de misericordia, esperando que, algún día, por los motivos más insospechados estos pavos reales se bajen de sus alturas políticas, aunque ya están castrados mentalmente para ocupar puestos de responsabilidad dentro de la Iglesia de Cristo, pues han servido más y antes al César y a ellos mismos, que al único Dios.

Esta es la historia triste de un clero ávido de poder y gloria humanas, en vez de llenarse de bienes espirituales y pastorales que son por los que serán juzgados por el Señor.

Tomás de la Torre Lendínez
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Blog del padre Tomás.

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