Ya lo han conseguido sacar a la Iglesia de entre las docenas de huesos existentes en el osario de las Trinitarias de Madrid. Don Miguel de Cervantes tiene una tumba abierta para turistas y curiosos. Pero, ante el silencio sepulcral de escritores, académicos, científicos y paleontólogos, he llegado a la conclusión que no me creo que don Miguel esté tras la lápida inaugurada hoy. No me lo creo, porque no ha existido un consenso científico que en estos asuntos siempre es la clave para convertir en verdad algo de pura invención casual. No me lo creo, porque la frialdad en autoridades académicas ha sido clamorosa. ¿Dónde estaban los académicos de la RAE a esas horas de la mañana?. No me lo creo, porque solamente la Iglesia y un partido político concreto son los que han protagonizado el acontecimiento de forma abierta. ¿Acaso Cervantes era un santo de peana y canonizado por la propia Iglesia?. Lo único que me creo ha sido la presencia de los gallardetes de las agrupaciones militares en las que el autor de Don Quijote defendió a la corona española hasta perder el brazo y quedar en la ruina más lacerante hasta el final de sus días. Pago y situación muy española para el más grande hijo de las letras españolas. Lo único que me creo es que la nueva, salvo sorpresas de última hora, concejala de cultura del consistorio madrileño ya dispone de una iglesia para enseñar, «despechugada» como entró en la capilla de la complutense, el lugar que dicen los de la «casta» que está Cervantes enterrado. Lo único que me creo es que las guías turísticas ya tienen una cita ineludible para forasteros y despistados que pasen por el Madrid comunero que se avecina a partir del sábado. Claro está, a quienes no deben molestar son a las monjas trinitarias vecinas del convento. Son de vida contemplativa. Tomás de la Torre Lendínez
Lo que no me creo y lo que sí me creo
| 11 junio, 2015
Tengo la sensación de que a don Miguel de Cervantes le han hecho un traje a medida,pater. ¡Pobre excelso genio de las Letras !.Descanse en paz.
Un abrazo.