Se ha liado una buena tangana con el informe redactado por la Real Academia de la Lengua Española contra las guías no sexistas. Las feministas han tachado el asunto de una “aberración contra la humanidad”.
Mientras, el aborto no es una aberración contra la humanidad de inocentes que desean nacer. La vida no es sagrada. La lengua sí.
Estoy harto del lenguaje políticamente correcto de la igualdad que “igual da” usarlo o dejarlo en el aire.
Cuando celebro la liturgia de la Iglesia nunca utilizo el falso lenguaje propuesto por el feminismo. Cuando predico la homilía tampoco. Cuando imparto la clase de Religión menos todavía.
Sé que soy un cura rebelde contra el lenguaje desdoblado. Por esto me tacharán de machista, me da igual, porque “igual da”.
Cuando escribo estas entradas en el Blog nunca utilizo las lindezas de las guías no sexistas. Me expreso tal como me enseñaron mis maestros en las clases de lengua española y preceptiva literaria. Tal como aprendí a leer en la prensa, que entraba en mi casa, cuando no levantaba un palmo del suelo.
Aquellos maestros del periodismo eran correctos conocedores del lenguaje rápido, expresivo, corrosivo, caritativo y rico del Diccionario de la RAE. Conocían cómo un pensamiento escueto es más apreciado por el lector que un farragoso retranqueo gongorino.
Para mí la igualdad que Jesús de Nazaret predicó, enseñó, practicó y rogó a sus discípulos es la que aprendí en la catequesis y en la formación en la fe, esa es la que enseño y vivo durante todo el día en clase, en la parroquia, en el mercado y donde me encuentre.
Esa igualdad no “da igual”, ya que está fundamentada en que los hombres y las mujeres somos iguales en derechos y deberes, porque fuimos creados a imagen y semejanza de Dios; esta igualdad implica el mutuo respeto con las palabras y las obras del mandamiento del amor a Dios sobre todas las cosas y a los hermanos como a uno mismo.
La riqueza del castellano es tan grande que con un: “El Señor esté con vosotros”, me estoy refiriendo a todas las personas presentes en la Eucaristía. No necesito inventar un desdoble: “El Señor esté con vosotros y vosotras”. En el primer vosotros estamos todos insertos: hombres y mujeres presentes en el templo.
Por lo tanto, la gresca montada contra el informe de la Academia me suena a fariseísmo lingüístico y políticamente correcto, cuando España se desangra con más de cinco millones de parados y con un montón de abortos de seres humanos que venían a vivir con nosotros, pero que una “aberración contra la humanidad” ha convertido en legal la muerte de estos inocentes.
Lo demás me “da igual” porque “igual da”.
Tomás de la Torre Lendínez