Las camisas blancas

Llevamos unos meses de camisas blancas en los varones. O blusas blancas en las mujeres. Están muy de moda en actos sociales, culturales y políticos. Unos se imitan a otros. Unas a otras igual. En la Eucarisstía observo a los cristianos con camisas blancas, con las mangas subidas hasta el codo, bien planchadas y descorbatadas. La historia reciente de Europa está llena de camisas pardas, negras, azul mahón, rojas. Otros por el cono sur se llamaron los descamisados. La camisa y la blusa en hombres y mujeres se imponen en los meses de este año 14 clave para la historia de España. Aunque algunos deseen vivir con los ojos tapados como el caballo de los picadores en las corridas, que nunca ven al burel hasta que les topa los afilados cuernos en la gualdrapa del pesado peto que los libra de caer matados chorreando sus tripas por la arena taurina. Hay que quitarse la venda de los ojos. Tenemos que ver y atisbar los meses que nos llegan, que son el final de una etapa histórica, para situarnos en el lugar oportuno en el momento óptimo para no caer ni en la desesperanza ni en el falso optimismo que es la tentación más generalizada que estoy observando. Las columnas del templo con los sansones de camisas blancas se están derrumbando por la fuerza de la dictadura blanca como ocurre en Cataluña; o por la fuerza de las urnas como está ocurriendo en el resto de España, que camina entre dos aguas, a merced de unas olas que ningún experto marino conoce ni sabe como sortear para no ser engullidos por las corrientes hasta el fondo marino. Aquel poeta, Blas de Otero, que pasó de la religiosidad de los jesuitas vascos, llegó al manicomio, se estrelló muchas veces en el plano profesional, familiar y literario, hasta que como naufrago llegó a las costas del comunismo ruso, cubano y chino, donde parece que descubrió el sentido global del ser humano. Así hasta su muerte en el año 1979. Dejó aquel poema que luego cantó Ana Belén en los años primeros de la Transición: España camisa blanca de mi esperanza reseca historia que nos abraza con acercarse solo a mirarla, paloma buscando cielos más estrellados donde entendernos sin destrozarnos donde sentarnos y conversar. (…..) España camisa blanca de mi esperanza aquí me tienes, nadie me manda quererte tanto me cuesta nada nos haces siempre a tu imagen y semejanza lo bueno y malo que hay en tu estampa de peregrina a ningún lugar. A ningún lugar peregrina la España de hoy, ahora, como casi siempre, con camisa blanca. Tomás de la Torre Lendínez