La Ser, los obispos y el latín

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El pasado sábado, oyendo el programa Es copla, en esRadio, su conductor Manuel Román habló de la censura franquista que la tomó contra la copla El cordón de mi corpiño, cantada por Antoñita Moreno, y que se prohibió que se pusiera en las emisoras de radio de entonces.

Ahora sigue otra censura mucho peor, pues consiste en el ‘fusilamiento civil’ de una persona que haya dicho algo que, sacado de contexto, dice lo contrario de lo que se pretende. Este es el caso de la cadena Ser, de sus terminales mediáticas y de Religión Digital y su cohorte de teólogos de la tercera edad, que condenan y ‘fusilan por lo civil’ a un obispo que ya ha dado su nota a la prensa y aquí termina el asunto. Y a otra cosa mariposa.

Para el futuro me permito sugerir que los obispos hablen en latín, es el idioma universal de la Iglesia, pero que desconocen los falsos periodistas y actuales censores, pues son hijos de la Logse y de la Loe, donde el latín es la hermana pobre de un sistema educativo apoyado en muchos ordenadores que no educan y menos lenguas clásicas.

Recuerdo mis primeros pasos por la lengua latina. Los más mayores nos decian frases como éstas: ‘Iovi rosas secas’, y ‘mater tua mala burra est’. Algunos compañeros pensaban en los jardineros que cortan las rosas secas, otros se enfadaban porque pensaban que estaban atacando y ofendiendo a sus madres.

De esta manera, usando el latín salvaríamos a esta lengua del ostracismo educativo y del arrinconamiento eclesial, donde lleva muchos años.

Nuestros obispos hablando en latín, siempre que los llamaran desde el grupo Prisa, serían tachados de la lista de entrevistados y así evitarían el ‘fusilamiento por lo civil’ posterior que es peor que el martirio chino. La falta de traductores latinos sería otro motivo a tener en cuenta para excluir a los obispos de las terminales mediáticas del grupo prisaico.

La verdad es que el latín necesita un buen apoyo. Ahora sería una buena ocasión. Pero para esto la misma Iglesia debería dar más número de clases de latín a los actuales seminaristas en los planes de estudios vigentes en los Seminarios de ahora.

Ojalá que de los males saquemos bienes como éste: el latín nos puede librar de ser ‘fusilados por lo civl’ y por unos profesionales de la comunicación que no saben ni hablar ni escribir bien en castellano.

Tomás de la Torre Lendínez

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