He esperado cuarenta y ocho horas. Repasando la prensa del domingo y el lunes he encontrado lo que me suponía. La decisión de Roma de insertar el diario vaticano en el periódico La Razón ha traído cola. Y la que pueda traer todavía.
En este mismo blog dijimos que el director del diario vaticano se había equivocado. Y nos reiteramos en esta observación ante la vista previa al domingo pasado y lo que está cayendo por aquí, por esta tierra hispana, a la que no parece conocer demasiado el periodista romano.
La primera consecuencia se produjo el mismo domingo 27, en la reunión masiva de cristianos en la Eucaristía de la plaza de Lima, en Madrid. Allí se repartieron ejemplares gratuitos de La Razón con el diario vaticano insertado. Todo el conjunto estaba técnicamente muy bien presentado. Con páginas especiales y portadas de los protagonistas del acuerdo adoptado días antes.
Ya, en ese día, una televisión propiedad de una empresa multimedia se “vengó” del acuerdo entre el grupo Planeta y el Vaticano, no transmitiendo en directo la celebración de la misa por las familias. Y el resto de sus medios ha informado de un modo frío y distante y distinto, algo no habitual en ese grupo de comunicación.
Otros medios digitales han hablado de un ataque de celos en la derecha católica española por el asunto del diario vaticano inserto en el periódico del grupo Planeta. Han rebuscado en la red y han presentado fotos y comentarios injustos contra el acuerdo de inserción.
Históricamente, en España, en su derecha católica, siempre han pasado los mismos aspectos:
Primero, buscar en los antepasados la pureza de “sangre cristiana” para considerarse cada grupo en liza más católico que el otro y más cerca de algún sector de la jerarquía española.
Segundo, considerar que tal o cual grupo es más “papista” que el mismo Papa. La historia de la Iglesia española está llena de situaciones, algunas ridículas, otras más graves, donde el “papismo”, es decir, la cercanía y el manejo al Papa del momento se ha considerado un sello de autenticidad de ese grupo de la derecha católica de toda la vida. En estos tejemanejes han metido la cuchara, reyes, políticos católicos, miembros de la misma jerarquía episcopal española y otros allegados y abrigados en la misma Roma.
Tercero, creer que “mi cristianismo” es de pata negra, es café, café, y el de los otros está descafeinado se ha producido muchas veces en nuestra historia eclesial pasada y reciente. La España católica de toda la vida sigue siendo igual que siempre: tal grupo debe “imponer” a los demás su “modo de pensar y vivir”, porque cuenta con una acreditación de total fiabilidad.
Esta división la acabamos de vivir, de ver y de comprobar.
Y la lección que deseo sacar es ésta:
¿Cuándo se va a acabar el “tribalismo católico” en la derecha española?.¿Cuando seremos un pueblo católico normal como el resto de los europeos?. ¿Cuándo nos daremos cuenta de que así la Iglesia en España siempre repetirá sus propios errores como ha ocurrido ahora?.
Mientras, otros, que todos sabemos y conocemos, están frotándose las manos y riéndose de tanto “infantilismo católico español”. Y nos están educando a los jóvenes en una ciudadanía de carril obligatorio lleno de relativismo absoluto y nosotros sin dar un palo al agua.
Tomás de la Torre Lendínez